lunes, 6 de agosto de 2018

Asjabad: Una ciudad lujosa, vacía y limpia

Asajbad,06 agosto, 2018,Palabras Claras


Turkmenistán, situada en el Asia central, formaba parte de la Unión Soviética hasta finales de 1991, fecha en que alcanzó la independencia. Su superficie abarca la del doble del Reino Unido. Su territorio está localizado entre el mar Caspio y el mar de Aral y casi todo es desierto, el de Karakum: no en vano su clima es subtropical desértico, de escasísima lluvia y de vientos secos y cálidos.

Limita con Irán, Afganistán, Kazajistán y Uzbekistán. Su censo de población en 2006 era de algo más de cinco millones de habitantes. Su moneda es el manat turcomano. Sí, turcomano, porque así es como se llaman también los habitantes de Turkmenistán.

Los turcomanos son musulmanes suníes y se les puede identificar fácilmente por su look: un sombrero telpek de piel de oveja, de color negro y de grandes dimensiones. También visten pantalones anchos, botas altas hasta las rodillas y abrigos de algodón. Les encanta manufacturar alfombras Yomut, que son muy elaboradas y coloristas, y que les sirven como distinción entre clanes.

Poco o nada se sabe de los turcomanos. Pero aún conocemos menos de su ciudad más poblada, su capital: Asjabad. La ciudad bien podría haber sido tragada por un agujero negro y ninguno de nosotros, aunque quisiéramos, nos hubiésemos enterado


Hidrocarburos

Si a alguien es el responsable directo de las particulares características de Asjabad, sin duda esa persona es Saparmurat Niyázov. Desde que Turkeminstán obtuvo su independencia de la Unión Soviética, su primer presidente, Niyázov, se convirtió en una especie de dios que monopolizó todos los niveles del poder. Su dictadura de facto hizo que su Partido Democrático de Turkmenistán no tuviera oposición alguna y que se silencie la voz del disidente.

Los medios de comunicación y difusión están estrictamente controlados. Ningún grupo dedicado a la defensa de los derechos humanos puede actuar abiertamente en el país. No en vano, Asjabad ha sido declarada por la Organización de las Naciones Unidas como uno de los lugares más represivos y dictatoriales del mundo. Lo que, unido a su fastuosidad, convierte el país en una mezcla de cuento de los hermanos Grimm y un relato de Kafka.

Pero ¿de dónde se obtuvieron los fondos necesarios para concebir una ciudad tan lujosa? Los beneficios económicos resultantes del comercio de hidrocarburos (el país posee una quinta parte del total de las reservas mundiales) se usaron en su mayoría para financiar los programas de embellecimiento de la ciudad y culto al presidente Niyázov.


Si entramos a detallar la inmensa lista de exigencias y caprichos de Niyázov, la situación empieza a lucir ribetes esperpénticos. El Legislativo, formado por un Parlamento (Majlis) y un Consejo Popular (Halk Maslahaty) de más de 2.500 miembros, se limitó a refrendar sus deseos. Unos deseos propios de un dios infinitamente arrogante y caprichoso.

Los caprichos de un niño malcriado

Saparmurat Niyázov nació el 19 de febrero de 1940 en Asjabad, y 27 años más tarde se graduó como ingeniero energético en el Instituto Politécnico de Leningrado. Su carrera política tomó forma en 1976, cuando obtuvo su diploma de la Escuela Superior del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética.

Se convirtió en presidente vitalicio en 1999, pero no llegó al poder limpiamente sino amañando las elecciones. Su aspecto, como la mayoría de los dictadores, no se corresponde con su villanía: rostro rubicundo, expresión bobalicona y mejillas de muñeca pepona.

Sin embargo, basta con enumerar sus caprichos para descubrir lo que hay debajo de aquel aspecto aparentemente abacial.

Se hace llamar por el apelativo de Turkmenbashí (Padre de todos los Turcomanos, en la lengua local). Del mismo modo, al aeropuerto lo rebautizó con este nombre, y también la ciudad portuaria más grande de todo Turkmenistán. También reciben ese nombre muchos institutos, calles y pueblos.

El mes de enero pasó a llamarse Turkmenbashí; y el mes de abril empezó a llamarse igual que la difunta madre del presidente, Gurbansoltan, como también se llamó por decreto el pan. Por las mañanas, si queréis comprar una barra de pan caliente, ya sabéis lo que toca.

Como el presidente también es un amante de los melones, además de instaurar el día 8 de agosto como el Día del Melón, fiesta nacional, la variedad local del melón también recibe el nombre de Turkmenbashí. La única marca de vodka permitida en todo el país se llama Turkmenbashí.

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