Bogotá,23/12/2011,eltiempo.com,
ANDREA LINARES Assalamu Aleikum -la paz sea contigo- se escucha en cada rincón de la mezquita, en Bogotá.
Los musulmanes van llegando, se quitan los zapatos y acuden presurosos al Adhan (llamado a la oración). Es viernes, día de oración comunitaria en el islam, religión abrahámica nacida en la Meca (actual Arabia Saudita), en el año 622. Imágenes del templo musulmán en Colombia.
Son cerca de 70 hombres, mujeres y algunos niños. Ahmed Ibn-Tulug, de 11 años y padres musulmanes, extiende su tapete mientras saluda efusivamente a los presentes. Es la primera vez que asiste a esta mezquita, una de las tres que existen en Bogotá, y se le ve entusiasmado. "Lo que más me gusta de venir a este lugar es profesar mi culto a Dios... Somos una religión monoteísta, rezamos cinco veces al día y tenemos preceptos muy básicos", recita con rapidez y certeza.
Mientras habla, las mujeres, que visten su 'hijab' (pañoleta que cubre su cabeza), comienzan a ubicarse en un salón contiguo al lugar donde se reúnen los hombres. Mujeres y hombres están separados durante la celebración. La idea -explican- es que no distraigan sus pensamientos.
El sheik (líder de esta comunidad) Ahmed Tayed llama a sus hermanos y hermanas a orar. Lo hace en árabe. Luego, toma el micrófono y comienza a reflexionar sobre el saber y el conocimiento, "caminos conducentes a Dios".
El piso es alfombrado, con un tapete central. Los asistentes se sientan, levantan sus manos y se postran para alabar a Alá (Dios en árabe), mirando hacia el oriente, en dirección a la Meca, su lugar sagrado de peregrinación. Frente a la presencia de Dios deben ser lo más sumisos posibles, afirman.
Al menos la mitad de los presentes son conversos. Se calcula que unos mil colombianos han abrazado al Islam como su religión, de 30 mil musulmanes que hay en Colombia. Los primeros comenzaron a llegar al país entre los años 20 y 30, varios de estos, atraídos por el comercio. La mayor parte de ellos se concentró en la Costa, particularmente en las ciudades de Maicao y Barranquilla. Pero hoy en día están regados por casi todo el país.
Ahmed, un sirio radicado hace varios años en Colombia, afirma que el islam es una religión sin dogmas ni misterios y que convertirse a ella no es alejarse del cristianismo: es aferrarse más a la esencia del mismo.
"Se acusa al islam de reprimir a la mujer pero hay más mujeres que hombres en nuestra religión... Muchos no separan lo cultural de lo religioso y consideran, erróneamente, que el comportamiento de un beduino (morador del desierto) en el desierto o en las montañas de Afganistán es muestra de un comportamiento típico islámico", lamenta.
Y esta imagen del musulmán opresor y agresor es desmentida por las mujeres islámicas, particularmente las conversas.
Alejandra Orozco, una bibliotecóloga de 42 años que este año se convirtió al islam, enfatiza que el maltrato a la mujer es cultural. "Es un comportamiento anti-islámico. Los musulmanes nos respetan y valoran como madres, esposas, hermanas e hijas... Y en cuanto al uso del hijab, es una forma de garantizar la concentración en el momento de comunicarnos con Dios", explica.
A su lado está Judy Gutiérrez. Mientras se calza los zapatos, afirma que siendo musulmana encontró la respuesta a la verdad. Eso fue hace 17 años. Nunca creyó en la trinidad siendo católica, ni en las peticiones a los santos. "Es la única religión que hace respetar los derechos de la mujer, su dignidad", dice convencida.
De hecho, explica el sheik, reconocer la humanidad de la mujer es una condición para adoptar el islam. Y esto existe en los primeros versículos del Corán. Incluso, durante la oración y los actos de veneración, no se acepta que ella tenga la cara cubierta.
Arnold Sánchez llegó al islam para indagar sobre la vida de los musulmanes, a quienes suelen incluso tildar de terroristas. Allí corroboró que esa imagen de los extremistas que se inmolan 'en el nombre de la fe', difundida en los medios, es distorsionada y equívoca.
"Cuando un hombre se aleja del islam, no le da un buen trato a la mujer por problemas culturales", explica.
"El islam, que me dio la oportunidad de conocer mi fe a través del conocimiento, es sinónimo de tolerancia y la mujer es el pilar del hogar. El profeta nos llama a cuidarla, respetarla y amarla", afirma este joven de 20 años, estudiante de relaciones internacionales y estudios políticos; de cuna católica, pero musulmán hace nueve meses.
"Mi conversión fue hace un año por la convicción y coherencia que hay entre la teoría y la práctica entre los musulmanes en Colombia. Su belleza es que es monoteísmo puro, sin asociados", agrega la psicóloga María del Pilar Mina, de 39 años.
Esas dudas sin respuestas empujaron a Claudia Fontecha, enfermera de profesión, a volverse musulmana. Cambió su forma de vestir y parte de sus costumbres. No podía concebir que Dios tuviera un hijo y que lo hubiera entregado a los hombres para que estos lo crucificaran como una forma de lavar los pecados de la humanidad. Tampoco acepta la adoración a las imágenes (o santos).
"Nosotras transmitimos el conocimiento y formamos buenos hombres y musulmanes... Tenemos más libertad y usar esta ropa y el hijab hace que yo no peque ni haga pecar a los hombres que me están mirando y así me siento libre", afirma Claudia.
Samir Abdullah, de 28 años, es un musulmán en medio de una familia católica. Hace año y medio decidió serlo. El islam es su modo de vida. No cree en los rezos a los ángeles ni a los santos. Ni en la idolatría. Y eso es lo que le gusta de la vida musulmana: la coherencia entre la espiritualidad y la vida práctica, la unicidad de Dios y el respeto por la diferencia.
Así funciona el Islam
Su libro sagrado es el Corán, que según cuenta la historia, fue revelado al profeta Mahoma por el arcángel Gabriel.
Dios existe y es único. Creen que hay vida después de la muerte. Jesús es un profeta, pero no es Dios. El último de los profetas es Mahoma.
No consumen alcohol, carne de cerdo y sangre.
Todo hombre debe estar circuncidado.
Su celebración más importante es el ramadán. Durante un mes ayunarán y se abstendrán de tener relaciones sexuales.
Enseña a tener disciplina y todo tiene un propósito.
Las mujeres no están obligadas a ir a las mezquitas.
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