Raquel, con su familia, en su casa de Mataró. | Quique García
Es española, de Cataluña. Raquel García es madre de familia y trabajadora. Habla de sus pequeños con la misma energía que relata sus peripecias de cuando decidió ir a vivir a Egipto para terminar de aprender el árabe que ahora, junto al francés, traduce e interpreta profesionalmente. Es musulmana y lleva velo islámico. «Usarlo o no debe ser una decisión personal, para mí una musulmana que no lo lleve es también musulmana. No por llevarlo se es mejor o peor, eso no es lo más importante», dice mientras arregla su pañuelo.
Tiene un brillo especial en la mirada, que acompaña con una sonrisa casi perenne, cuando explica cuánto le motiva su nuevo empleo. «He pasado de trabajar desde casa a casi no parar en ella». Ha empezado en Córdoba Internacional Televisión, un canal que espera emitir por satélite y que estará dirigido a musulmanes hispanohablantes.
En España, según los datos de la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE), el 3% de la población es musulmana, y muchos de ellos no son inmigrantes ni de origen extranjero. Cataluña es la comunidad autónoma con más personas de religión musulmana, casi 390.000. De todas ellas, un 10% tiene nacionalidad española, afirma la misma fuente. En cuanto a Madrid, con datos de 2009, UCIDE afirmaba que de 220.478 ciudadanos que profesaban la religión musulmana, 112.434 eran extranjeros y 107.984 españoles.
«¿Las Navidades? Yo las comparto con mi familia cristiana, no entiendo por qué hay gente que se niega en rotundo. Entiendo lo que ellos sienten en estas fiestas, yo también he participado. Siempre felicito a mis vecinos, les pregunto qué van a cocinar y me intereso por ellos. Para estar integrados y que el islam se entienda mejor, somos nosotros, los musulmanes, quienes tenemos que ser abiertos», dice. Defiende que detrás de la Navidad existen los mismos valores que se encuentran en el islam, como la fraternidad o la generosidad. Y recuerda que para los musulmanes Jesús es un profeta, que «queremos y respetamos». Eso sí, no están de acuerdo con que sea hijo de dios porque, según dice, en el Corán, «dios no engendra ni es engendrado».
«No comparto la idea de que nosotros debemos quedarnos aparte de la Navidad, por muchas razones. ¿Por qué voy a privar a mis hijos de que disfruten con sus primos? ¿Cómo, si no nos relacionamos con los demás, vamos a explicar nuestra religión, a enseñarla y mostrar cómo la vivimos?», explica. Cree que la visibilidad de los musulmanes es clave para que el islam sea bien entendido, «porque por desgracia, en los medios de comunicación sólo salen noticias negativas, y el terrorismo intenta aprovechar la religión para justificarse, algo que es totalmente aberrante».
Compartir. Ella lo hace. Su marido es egipcio y piensa lo mismo. Ambos pasan las fiestas con la familia cristiana. «Una de las cosas más bonitas que recuerdo de los comienzos de nuestra relación es que mi esposo me regaló un árbol de Navidad. Yo, por esa época, cuando vivía en su país, todavía no era musulmana. Tuvo ese detalle para hacerme las fiestas más amenas aun estando lejos de mi familia. Aquello es un buen ejemplo de cómo creo que hay que afrontar esta cuestión».
Raquel deja de sonreír cuando habla de cómo el consumismo se ha apoderado, también, del espíritu navideño. Pero esa es otra historia.
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