La superestrella del cine indio Shah Rukh Khan irrumpió hoy en la Berlinale con "My Name is Khan", un alegato en formato Bollywood contra la islamofobia nacida tras los ataques del 11 de Septiembre, en un papel de antihéroe con reminiscencias de "Forrest Gump".
Khan, ídolo de multitudes en la órbita "bollywoodiana", repartió su habitual recital de galanteos, blanquísimas sonrisas y miradas intensas, sólo que en lugar de defender una superproducción musical lo hacía como defensor de la armonía interconfesional.
"No importa que abracemos el Corán, la Biblia o la Torá. Todos podemos convivir si utilizamos la misma plataforma del diálogo. Una película puede ser esa plataforma", dijo, tras la presentación de su filme, incluido en la sección oficial, aunque fuera de concurso.
Excesivo, no sólo por duración -167 minutos-, sino también en cuanto al derrame de emociones y mensajes pseudopolíticos, su película es de imposible digestión en un festival internacional, a menos que el espectador se deje llevar sin reparos, sea capaz de reír o llorar y de disfrutar del "kitch" sobredimensionado.
"My Name is Khan" es, admite la superestrella, un "film ingenuo", centrado en un ser ingenuo -un musulmán con un leve autismo, que recorre EEUU para transmitir un mensaje al presidente: "Mi nombre es Khan y no son un terrorista".
Su propósito es "sacudir paranoias", para lo que repasa felicidades y dramas públicos o privados, con la meta de acceder a los dos presidentes, que sintetizan el periodo transcurrido entre el 11-S que cambió el mundo y el hoy, George W. Bush y Barack Obama. El malo y el bueno, por supuesto, sin disimulos.
El actor dejó así de lado la faceta de guapo galán y se metió en el papel de un indio de la minoría musulmana -como él-, enamorado de una hermosa hindú -como lo es su esposa, en la vida real- y que sufre en propia piel en EEUU la paranoia islamofóbica tras los atentados de 2001 -de acuerdo asimismo a su propia experiencia-.
"No, no fui detenido en EEUU, no fue eso", precisó, ante la versión difundida de que fue retenido el agosto pasado durante horas en el aeropuerto de New Jersey.
"Sólo me formularon durante horas preguntas y más preguntas, por mera desconfianza contra los musulmanes", explicó, respecto al "malentendido" que despertó su consciencia sobre lo que debe ser la realidad de tantos otros musulmanes que, a diferencia de él, no acaban siendo identificados como superestrella del celuloide.
Dirigida por Karan Johar, "My Name is Khan" sigue los pasos de ese joven levemente autista, pero sincero, que logra enamorar a la guapa peluquera de sus sueños y derribar con ella varios tabúes, hasta que los ataques contra las Torres Gemelas acaban con su sueño de amor ideal, por encima de todas las barreras.
Khan regresó así a la Berlinale, dos años después de que se presentase ahí "Om Shanti Om", una película cien por cien Bollywoodiano y por tanto una intrusa en un festival de cine.
"Om Shanti Om" se exhibió entonces en la sección Panorama Special, fuera de concurso, y acudió al festival como una apuesta personal de su director, Dieter Kosslick, según el cual Khan es la única estrella del mundo con mil millones de admiradores.
Ahora lo hizo en la sección oficial, aunque no como aspirante a sus Osos. "Tal vez, en mi próxima visita", dijo Khan, con esa mezcla de humildad y seducción que le convierten en irresistible, por encima de opiniones cinematográficas.
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
Khan, ídolo de multitudes en la órbita "bollywoodiana", repartió su habitual recital de galanteos, blanquísimas sonrisas y miradas intensas, sólo que en lugar de defender una superproducción musical lo hacía como defensor de la armonía interconfesional.
"No importa que abracemos el Corán, la Biblia o la Torá. Todos podemos convivir si utilizamos la misma plataforma del diálogo. Una película puede ser esa plataforma", dijo, tras la presentación de su filme, incluido en la sección oficial, aunque fuera de concurso.
Excesivo, no sólo por duración -167 minutos-, sino también en cuanto al derrame de emociones y mensajes pseudopolíticos, su película es de imposible digestión en un festival internacional, a menos que el espectador se deje llevar sin reparos, sea capaz de reír o llorar y de disfrutar del "kitch" sobredimensionado.
"My Name is Khan" es, admite la superestrella, un "film ingenuo", centrado en un ser ingenuo -un musulmán con un leve autismo, que recorre EEUU para transmitir un mensaje al presidente: "Mi nombre es Khan y no son un terrorista".
Su propósito es "sacudir paranoias", para lo que repasa felicidades y dramas públicos o privados, con la meta de acceder a los dos presidentes, que sintetizan el periodo transcurrido entre el 11-S que cambió el mundo y el hoy, George W. Bush y Barack Obama. El malo y el bueno, por supuesto, sin disimulos.
El actor dejó así de lado la faceta de guapo galán y se metió en el papel de un indio de la minoría musulmana -como él-, enamorado de una hermosa hindú -como lo es su esposa, en la vida real- y que sufre en propia piel en EEUU la paranoia islamofóbica tras los atentados de 2001 -de acuerdo asimismo a su propia experiencia-.
"No, no fui detenido en EEUU, no fue eso", precisó, ante la versión difundida de que fue retenido el agosto pasado durante horas en el aeropuerto de New Jersey.
"Sólo me formularon durante horas preguntas y más preguntas, por mera desconfianza contra los musulmanes", explicó, respecto al "malentendido" que despertó su consciencia sobre lo que debe ser la realidad de tantos otros musulmanes que, a diferencia de él, no acaban siendo identificados como superestrella del celuloide.
Dirigida por Karan Johar, "My Name is Khan" sigue los pasos de ese joven levemente autista, pero sincero, que logra enamorar a la guapa peluquera de sus sueños y derribar con ella varios tabúes, hasta que los ataques contra las Torres Gemelas acaban con su sueño de amor ideal, por encima de todas las barreras.
Khan regresó así a la Berlinale, dos años después de que se presentase ahí "Om Shanti Om", una película cien por cien Bollywoodiano y por tanto una intrusa en un festival de cine.
"Om Shanti Om" se exhibió entonces en la sección Panorama Special, fuera de concurso, y acudió al festival como una apuesta personal de su director, Dieter Kosslick, según el cual Khan es la única estrella del mundo con mil millones de admiradores.
Ahora lo hizo en la sección oficial, aunque no como aspirante a sus Osos. "Tal vez, en mi próxima visita", dijo Khan, con esa mezcla de humildad y seducción que le convierten en irresistible, por encima de opiniones cinematográficas.
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