Obreros trabajan a todo tren para dar por concluidas las obras la semana entrante. (LA PRENSA/R. Ortega)
Paquistaní, radicado en Honduras, donó 600 mil dólares
Fahmi Hassan, palestino, vestido de guayabera gris y ropa fresca, calzado de sandalias, no se cansa de repetir la historia, una que cuesta creerle aunque lo explique una y otra vez.
Si la primera mezquita formal que tiene el país está por inaugurarse ahora, como de hecho se hará en las próximas semanas, es por un benefactor que vino al país a hacer negocios.
Mohammad Yusuf Amdani tiene 38 años, es originario de Pakistán y se encuentra radicado en Honduras. Tiene, según la biografía que se publica de él en internet donde aparecen fotos suyas, empresas de textiles en México, la India, Pakistán, Honduras y Arabia Saudita.
Según Hassan, el día que decidió ayudarles a construir la mezquita, el empresario quería únicamente hacer sus rezos. Buscó el sitio donde la comunidad musulmana se reunía y llegó hasta la casa P-5 de Ciudad Jardín donde se agrupa parte de los miembros de la comunidad islámica en el país, calculados en 300 personas, un tercio de ellas nicaragüenses.
La vivienda era la ideal para una familia pequeña: dos cuartos, la cocina, el comedor y un patio pequeño convertido en porche.
Una hora después, el empresario preguntó a los fieles por qué no tenían una construcción adecuada para adorar a Alá. Hassan, presidente de la Asociación Islámica en Nicaragua y uno de los primeros palestinos en radicarse en Nicaragua, le contestó que por falta de dinero no habían podido construirla y que únicamente poseían el terreno.
El empresario decidió empujar la obra después de conocer el sitio, donde ha invertido 600 mil dólares hasta ahora, un proyecto del que siempre ha estado pendiente. Hace 15 días incluso vino al país a ver cómo iba, según Hassan.
Junto al taller del Instituto La Salle en Managua, muy cerca del paseo Jerusalén, más de 30 hombres se apresuran para terminar la construcción muchos días después de aquel ofrecimiento.
El proyecto ya empieza a llamar la atención de todo el que pasa por los alrededores. El edificio tiene dos plantas. El primer piso para que recen los hombres a Alá y el segundo para que lo hagan las damas. No pueden estar juntos para evitar distracciones y puedan concentrarse en la oración, según ellos.
Sea hombre o mujer, el musulmán debe lavarse las manos, las orejas, la nariz y enjuagarse la boca, requisito necesario para hacer la oración que dura cinco minutos después de 55 minutos de homilía de parte del imán. Para hacerlo, en la nueva mezquita, habrá baños acondicionados, dice un orgulloso Hassan mientras se pasea, evadiendo máquinas y obreros que ultiman detalles de la construcción.
LA RECÁMARA DE LOS MUERTOS
Pero uno de los sitios más cautivantes es una recámara donde lavan a los muertos antes de colocarlos en su mortaja.
“En la tumba se le devuelve a la vida a su espíritu para ser interrogado por los ángeles, lo que había hecho en vida. La vida no es jugando, es muy seria”, explica.
TERMINAN MARTES
El complejo, según el maestro de obras, será terminado a más tardar el martes próximo y contará también con apartamentos para el imán y abajo de éstos, hay dos aulas donde los niños de la comunidad aprenderán el Corán.
Desde este sitio se pasa a otro donde habrá una biblioteca. Por lo que se ve, falta retocar con dorado la media luna que corona la edificación y colocar las alfombras que todavía se ven enrolladas.
Obreros se inclinan sobre los pasamanos de las escaleras para darles retoques de pintura. El olor a pintura fresca invade todo.
La estructura del edificio es árabe clásica, estrellas de ocho picos, cúpulas de las antiguas reproducidas en los ventanales. Cuando esté lista la edificación, Hassan dice que insistirá al paquistaní para que venga a Managua y conozca esta casa de Alá inaugurada gracias a su donación.
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
Paquistaní, radicado en Honduras, donó 600 mil dólares
Fahmi Hassan, palestino, vestido de guayabera gris y ropa fresca, calzado de sandalias, no se cansa de repetir la historia, una que cuesta creerle aunque lo explique una y otra vez.
Si la primera mezquita formal que tiene el país está por inaugurarse ahora, como de hecho se hará en las próximas semanas, es por un benefactor que vino al país a hacer negocios.
Mohammad Yusuf Amdani tiene 38 años, es originario de Pakistán y se encuentra radicado en Honduras. Tiene, según la biografía que se publica de él en internet donde aparecen fotos suyas, empresas de textiles en México, la India, Pakistán, Honduras y Arabia Saudita.
Según Hassan, el día que decidió ayudarles a construir la mezquita, el empresario quería únicamente hacer sus rezos. Buscó el sitio donde la comunidad musulmana se reunía y llegó hasta la casa P-5 de Ciudad Jardín donde se agrupa parte de los miembros de la comunidad islámica en el país, calculados en 300 personas, un tercio de ellas nicaragüenses.
La vivienda era la ideal para una familia pequeña: dos cuartos, la cocina, el comedor y un patio pequeño convertido en porche.
Una hora después, el empresario preguntó a los fieles por qué no tenían una construcción adecuada para adorar a Alá. Hassan, presidente de la Asociación Islámica en Nicaragua y uno de los primeros palestinos en radicarse en Nicaragua, le contestó que por falta de dinero no habían podido construirla y que únicamente poseían el terreno.
El empresario decidió empujar la obra después de conocer el sitio, donde ha invertido 600 mil dólares hasta ahora, un proyecto del que siempre ha estado pendiente. Hace 15 días incluso vino al país a ver cómo iba, según Hassan.
Junto al taller del Instituto La Salle en Managua, muy cerca del paseo Jerusalén, más de 30 hombres se apresuran para terminar la construcción muchos días después de aquel ofrecimiento.
El proyecto ya empieza a llamar la atención de todo el que pasa por los alrededores. El edificio tiene dos plantas. El primer piso para que recen los hombres a Alá y el segundo para que lo hagan las damas. No pueden estar juntos para evitar distracciones y puedan concentrarse en la oración, según ellos.
Sea hombre o mujer, el musulmán debe lavarse las manos, las orejas, la nariz y enjuagarse la boca, requisito necesario para hacer la oración que dura cinco minutos después de 55 minutos de homilía de parte del imán. Para hacerlo, en la nueva mezquita, habrá baños acondicionados, dice un orgulloso Hassan mientras se pasea, evadiendo máquinas y obreros que ultiman detalles de la construcción.
LA RECÁMARA DE LOS MUERTOS
Pero uno de los sitios más cautivantes es una recámara donde lavan a los muertos antes de colocarlos en su mortaja.
“En la tumba se le devuelve a la vida a su espíritu para ser interrogado por los ángeles, lo que había hecho en vida. La vida no es jugando, es muy seria”, explica.
TERMINAN MARTES
El complejo, según el maestro de obras, será terminado a más tardar el martes próximo y contará también con apartamentos para el imán y abajo de éstos, hay dos aulas donde los niños de la comunidad aprenderán el Corán.
Desde este sitio se pasa a otro donde habrá una biblioteca. Por lo que se ve, falta retocar con dorado la media luna que corona la edificación y colocar las alfombras que todavía se ven enrolladas.
Obreros se inclinan sobre los pasamanos de las escaleras para darles retoques de pintura. El olor a pintura fresca invade todo.
La estructura del edificio es árabe clásica, estrellas de ocho picos, cúpulas de las antiguas reproducidas en los ventanales. Cuando esté lista la edificación, Hassan dice que insistirá al paquistaní para que venga a Managua y conozca esta casa de Alá inaugurada gracias a su donación.
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