viernes, 1 de febrero de 2008

Una escritora entre dos mundos

PREMIO A LAS LETRAS CATALANAS|EL PERSONAJE

• Najat el Hachmi aborda el conflicto cultural entre padres e hijos inmigrantes
• Una inmigrante marroquí gana el mayor premio de novela en catalán JORDI Puntí (ESCRITOR)

<--La escritora Najat el Hachmi, fotografiada ayer en Andorra. Foto: EDUARD COMELLAS

Barcelona, 1 de febrero de 2008, El periódico.

Uno de los actos que el Institut Ramon Llull programó durante la reciente Feria del Libro de Fráncfort se llamaba De la llengua materna a la llengua literària, una mesa redonda con escritores que, pese a haber nacido en otros países, han escogido el catalán como lengua literaria. Y, sobre todo, tienen una obra de calidad. La mesa reunió a Agnès Agoboton (nacida en Benín), Simona Skrabec (Eslovenia), Matthew Tree (Gran Bretaña) y Monika Zgustova (República checa). Semanas antes, en Berlín, algunos de ellos habían participado ya en un encuentro de Catalanística celebrado en el Instituto Cervantes, junto a Patricia Gabancho (Argentina) y Najat el Hachmi (Marruecos, de origen bereber).

La nómina es relevante, pero en la mayoría de los casos es el resultado de atracciones culturales únicas y azares biográficos. El ejemplo de Najat el Hachmi, en cambio, constituye otra línea más novedosa: llegó a Catalunya hace dos décadas, siendo una niña de ocho años. Su familia se instaló en Vic y ella creció estudiando en catalán. Su elección de la lengua literaria, pues, no representa un cambio sobrevenido, sino que obedece a criterios naturales y cotidianos --probablemente es la que siente como propia y mejor se le da--. Hace un par de años, cuando publicó su primer libro, Jo també sóc catalana (Columna), recordaba en una entrevista: "Uno de los hechos que me marcaron más de pequeña fue el atentado ocurrido en el cuartel de la Guardia Civil de Vic, donde murieron dos compañeras de clase. Una de ellas era mi mejor amiga".

Poco a poco, la vida cotidiana en su entorno magrebí y la confrontación con sus raíces se han convertido para ella en tema literario. Carme Rubio, profesora del Instituto Jaume Balmes de Vic, lo tiene muy claro: "Más allá de sus orígenes, Najat mostró desde joven una mirada personal y, sobre todo, madera de escritora, con todas las aristas y ángulos que esto implica". Carme Rubio recuerda que Najat el Hachmi ganó a los 17 años el concurso literario Antoni Pous, en el que participaban alumnos de la mayoría de institutos de Osona. Su narración, "de un nivel literario y una madurez sorprendentes" según la profesora, narraba la violación de una mujer en Marruecos y los conflictos sociales que el hecho le acarrea.

Por lo que la autora contó en la rueda de prensa de ayer, la novela que ha ganado el premio, L'últim patriarca, incide en esta mirada lúcida sobre el conflicto cultural entre padres e hijos inmigrantes. "No te puedes pasar la vida pensando en el país de los padres", dijo la escritora en otra entrevista reciente. Esta mirada crítica es compartida por escritoras como la británica Monica Ali, que en Brick Lane trató el conflicto de la comunidad hindú en Londres, la francesa de padres argelinos Faïza Guène o la turco-alemana Emine Sevgi Ozdamar, entre muchas otras.

El caso de Najat el Hachmi no es único. Junto con Laïla Karrouch, autora de unas memorias bondadosas (De Nador a Vic), forma parte de la generación de inmigrantes que llegaron a Catalunya muy jóvenes, o bien que ya nacieron aquí, y escriben en catalán. (En este sentido, quizá no es casual que ambas crecieran en Vic, ciudad pionera en el sistema educativo de distribución de los inmigrantes en diversas escuelas.) La experiencia del cambio y la vida entre dos culturas, como muy bien ha remarcado Salman Rushdie en más de una ocasión, es una cantera de historias de la que se nutren algunos escritores. Sin embargo, en términos literarios, la peripecia vital es un valor añadido: sólo el escritor verdadero sabrá extraer las mejores piedras de la cantera e infundirles carácter.

Este Premio Ramon Llull viene a confirmar que Najat el Hachmi ha recorrido ya una parte del camino. Todo apunta a que su cantera está bien nutrida. Ahora los amantes de las modas literarias y los editores de la competencia querrán verla como una abanderada de la nueva literatura catalana, un modelo a seguir, y se pelearán por encontrar a nuestra Zadie Smith en los barrios de inmigrantes de la Cataluña interior. Quizá Najat responda a este modelo, por qué no, pero dejemos que sea sobre todo una escritora y punto, una narradora. Que no es poco.

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