El establishment político catalán se despertaba el lunes estupefacto. ¿Qué había ocurrido en el corazón de Cataluña? ¿Cómo era posible que «Plataforma per Catalunya», hasta entonces un insignificante partido xenófobo, se hubiera colado como segunda o tercera fuerza en los ayuntamientos de Vic, El Vendrell, Manlleu o Cervera con un discurso antiinmigración populista, simple y racista?
De inmediato, las direcciones de PSC, CiU, PP, ERC e ICV prohibían taxativamente a todos sus ediles pactar con esta formación, constituida en Vic en 2001 y liderada por el ultraderechista Josep Anglada, un aprendiz de Le Pen que en sus años mozos se declaró seguidor de Blas Piñar y que, para infiltrarse en la Cataluña profunda, no ha tenido ningún reparo en asumir ciertas dosis de parafernalia catalanista.
Pero, por más sorprendidos que se mostraran los líderes de los partidos tradicionales por esta espectacular irrupción, estaban avisados. Alcaldes y concejales de todo el arco parlamentario llevan años reclamando a sus respectivas formaciones implicación, propuestas y respuestas para evitar que la inmigración -especialmente la de origen magrebí- se convierta en un problema social que altere la convivencia.
El ex presidente de la Generalitat Jordi Pujol y el por entonces alcalde de Cornellà de Llobregat, José Montilla, compartían esta inquietud y su discurso era calificado de alarmista, cuando no xenófobo. La clase dirigente subestimó las advertencias que llegaban del mundo local, desatendió los problemas sociales derivados de la llegada masiva de inmigrantes y se pasó toda una legislatura mirando hacia otro lado, hacia un horizonte teñido exclusivamente de debate estatutario.
Plataforma per Catalunya (PxC) consiguió el pasado domingo 12.000 votos y 17 concejales en toda Cataluña, frente a los cuatro regidores obtenidos en las municipales de 2003. El partido de Anglada, que presentó 43 candidaturas, ha logrado irrumpir con fuerza en importantes localidades de la Cataluña interior con un censo de inmigrantes que ronda ya el cuarenta por ciento de la población. Además de las localidades antes citadas, la plataforma xenófoba ha conseguido representantes en Manresa, Roda de Ter, Tárrega, Olot y Sant Martí de Riucorb.
ERC recurre a la ley de Partidos
Es cierto que en esta campaña CiU y PP han abanderado el discurso sobre la inmigración, pero en zonas muy sensibles el daño ya estaba hecho y 12.000 catalanes que no encontraban respuestas en los partidos tradicionales se decantaron por una opción radical que relaciona directamente inmigración y delincuencia y que sostiene que la llegada de extranjeros amenaza la cohesión social, ya que las administraciones les premian con ayudas y privilegios en detrimento de la población autóctona.
Obsesionado con la inmigración musulmana, en el programa electoral de Anglada -que concurrió como cabeza de lista en Vic- se afirma textualmente que su partido dará «preferencia a la gente autóctona en las ayudas sociales» y no otorgará «ninguna subvención de dinero público, ni cesión de terrenos municipales para construir mezquitas y cementerios» . Además, se compromete a controlar los comercios regentados por inmigrantes.
La trayectoria de algunos miembros de PxC no deja lugar a dudas sobre el carácter xenófobo del partido. El cabeza de lista y concejal de Cervera, Mateu Figuerola, fue condenado a pagar una multa de 25 euros por intentar prender fuego a la mezquita de la localidad. Otro concejal de El Vendrell tuvo que pagar una multa de 400 euros por llamar «moro» a un dirigente local del PSC, de origen magrebí.
La dirección de ERC pidió ayer al Gobierno que valore si la ley de Partidos es aplicable a PxC, dado que esta formación «incita al odio racial».
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