INTRODUCCION
En cualquier parte del mundo y desde la más remota antigüedad, el hombre se ha servido de símbolos en materia de religión porque ilustran mejor la idea a expresar.
Cuando uno se somete a alguien se prosterna ante él para demostrar su humildad ante aquel que se quiere reconocer como jefe. Peor, ¿qué hacer respecto a Dios que, existiendo, se mantiene invisible? La gente de la época de la Ignorancia elegía uno de los atributos divinos y lo representaba mediante un símbolo. Así, para los Magos, el Fuego simboliza la omnipotencia divina, al no resistir nada ante él. Para los hindúes brahmanistas, la vaca (con su leche, su carne, su piel e incluso sus excrementos como combustible) representa la absoluta benevolencia divina, o el hombre con cuatro brazos, que quiere decir que si el hombre es capaz de tantas cosas con solo dos brazos, Dios debe tener por lo menos cuatro, lo mismo que un hombre con cabeza de elefante simboliza la omnisciencia, etc.
El Islam, religión inspirada, no podía imitar a idolatras ignorantes que llegan a tomar incluso a su propia creación por su Creador.
Aquí se realiza un esfuerzo para intentar explicar los símbolos inspirados que se hallan en la Religión Islámica, como corresponde a la Última de las Religiones.
Muhammad Hamidullah.
LOS SIMBOLOS EN EL ISLAM.
Por Muhammad Hamidullah.
Para el culto de un Dios único, transcendente e inmanente, el Islam se ha contentado con nociones abstractas, bajo la forma de gestos y recitación de palabras, siendo casi inexistente el uso de los objetos concretos. La única excepción parece concernir a los elementos preislàmicos -atribuidos por el Profeta Muhammad (ese es su nombre exacto y no Mahoma) a los Profetas anteriores a él- que han sido conservados en el Islam, principalmente en la peregrinación. El presente estudio tratara de ocuparse a la vez de ambos: de los objetos y de los gestos simbólicos.
I. EL EDIFICIO RELIGIOSO.
El Profeta Muhammad dijo: "El edificio del Islam lleva consigo la fe en un Dios único (a modo de tejado) y cuatro pilares (que lo sostienen), a saber: la oración, el ayuno, el impuesto-zakat y la peregrinación…" Estudiémoslos uno por uno.
1. Fe: Dios.
Dios, nuestro Creador, ha elegido permanecer invisible para nosotros. No obstante, el hombre piensa en El tanto por la meditación como por los actos de culto. Mas que en el momento de esta meditación, es en el de los actos de adoración cuando el hombre siente la necesidad de representar de algún modo la presencia de este Ser Necesario pero Invisible. De aquí vienen los ídolos, con figuras imaginarias y fantásticas, ya sean los de los pieles rojas americanos o los de los indios brahmanistas. El Islam ha elegido también un objeto concreto, pero que no tiene necesidad alguna de figura: este es la Casa. La casa implica la presencia del propietario y de su habitante, sin que sea necesario verle a este: esta allí en todo su Poder y su Majestad. Si el musulmán se prosterna ante la "Casa" de Dios, todo el mundo comprende automáticamente que el objeto de la prosternacion y adoración no es el edificio de la casa: el objeto de estos actos de culto es el Habitante de esta Casa. Este es el mayor, e incluso el principal, de los símbolos empleados en el Islam. Volveremos a hablar de el otra vez mas a propósito de la peregrinación.
Para los filósofos musulmanes, Dios es un ser necesario (wajib al wujud). Al estar Dios mas allá de toda percepción física, el hombre ha sentido frecuentemente la necesidad de representárselo por un objeto de su fabricación, al menos para las necesidades del debutante en la vida espiritual, abandonándolo en el apogeo de su evolución. Se diría que el Islam ha comenzado allí donde otros han terminado. Las mezquitas son un "desierto" en el que no se sirve de ningún objeto en absoluto, icono o de otro tipo.
Por un lado se afirmara que Dios, que es uno, tiene múltiples atributos. Es la misma persona la que es omnipotente, omnipresente, omnisciente, creadora, que oye, que ve, que juzga, que resucita, etc.
Por otro lado, desde el principio los místicos musulmanes mencionaron la siguiente parábola: Un grupo de ciegos no había visto nunca un elefante. Un día, cuando se les señalo la presencia de tal animal en su aldea, acudieron a su encuentro y comenzaron a tocarle: uno toco su trompa, otro su pierna, un tercero su oreja, otro sus defensas y así sucesivamente. Posteriormente, intercambiaron sus impresiones. Uno dijo: "El elefante es como un pilar curvado" (la trompa). Otro dijo: "No, es como una columna derecha" (la pierna). El tercero afirmo: "No, es como un ala extendida" (la oreja). El cuarto aseguro: "No, es como una piedra pulimentada" (los colmillos)… Ninguno mentía, pero nadie sabia tampoco toda la verdad sobre el elefante que estaba fuera de su alcance. Si se sustituye al elefante por Dios y a los ciegos por los hombres que lo buscan, uno se da cuenta de porque los distintos individuos llegan con sinceridad a conclusiones diferentes respecto a un Dios común; es necesario respetarse mutuamente. El Corán (5: 48) evocara esta necesidad: "A cada uno de vosotros le hemos señalado una vía y un camino; si Dios hubiera querido, en verdad, habría hecho de vosotros una sola comunidad. Pero no. Para probaros en lo que os da, rivalizad en las buenas obras; hacia Dios es el regreso para todos, luego El os informara de aquello en lo que divergíais ". De aquí probablemente, el Credo islámico, donde se dice: "Creo en Dios y en sus Profetas", y no solamente "en su Profeta Muhammad".
2. El Corán: Kalam-Allah, Palabra de Dios.
El hombre ama a su Creador quien no solamente es su Señor sino también el que le da todo. Y, según el Corán (3: 31; 5: 54), Dios también nos ama. Uno de sus nombres es "Amor" (Wadud. Cf. Corán, 11: 90; 85: 44). Respecto al Profeta, aseguro en un hadiz que Dios nos ama cien veces mas de lo que una madre ama a su bebe.
El hombre ama a Dios y, naturalmente, quiere ir hacia Él. Pero, al haber elegido El ser invisible, ¿cómo hacerlo? No es que Dios no exista, sino que estamos ciegos. La intensidad del amor de este ciego hace que Dios, el Bienamado, acuda El mismo en ayuda del hombre para guiarlo en su camino hacia Él. ¿Cómo guiar a un ciego sino por la palabra? La distancia que nos separa de Él es, naturalmente, inmensa, y además, ¿quién puede conocer este camino si no es el mismo Dios? Así pues, Él es quien nos guía con sus indicaciones: avanza, gira a la derecha, gira a la izquierda, sube, baja, haz esto, no hagas aquello, y así sucesivamente.
En el Corán es donde Dios nos ha dado estas instrucciones indicándonos ese camino. Por eso se le llama Kalam-Allah, Palabra de Dios, con mandamientos y prohibiciones para nuestro comportamiento durante la vida.
Como el trayecto es largo y hasta el infinito, será necesario que el hombre se tome la molestia de viajar. Y los místicos musulmanes lo llaman viaje, tariqat (camino) y susk (marcha).
Y como en todos los largos viajes conocidos por el hombre, en este también habrá etapas para detenerse y procurarse un dormitorio y un lecho, para antes de reemprender el camino del día siguiente. No nos extrañemos en absoluto de que el Corán, que nos indica el itinerario de este viaje hacia Dios, este dividido en siete manzils y ciento catorce suras, cada una de las cuales tiene un numero variable de ayat. Ahora bien, cualquier diccionario árabe nos dirá que manzil significa la etapa diaria para detenerse. La palabra sura viene del vocablo "sur", la muralla; así pues, un cuarto rodeado por un muro. La palabra ayat, que significa versículo del Corán, viene del verbo "awa" / "ya'wi", es decir, irse a acostar, así pues, el lecho. ¿Qué mejor división del contenido del Corán que las etapas, los dormitorios y los lechos?
Se ha dividido el Corán en siete manzil para que el musulmán lo recite entero en una semana, en siete días. La cifra siete simboliza lo ilimitado y cuando el hombre quiso calcularlo, lo dividió en semanas de siete días, y las semanas se suceden hasta el infinito. Del mismo modo, el viaje místico hacia el infinito deberá tener un numero ilimitado de etapas. Este enamorado de Dios que es el hombre piadoso, continuara su viaje durante toda su vida, y cuando entregue su ultimo aliento, el Bienamado Dios, objeto de este amor y de este viaje, quemara las etapas y lo recibirá ante Él.
He aquí lo que implican los términos ayat, sura y manzil para la recitación perpetua del Corán y de su contenido.
3. El Mas Allá.
El Islam cree en el Mas Allá, invisible, a donde todos hemos de ir y del que nadie regresa. También cree en el Ultimo Juicio, en el Paraíso y en el Infierno. ¿Cómo describir este Mas Allá sino por símbolos?
Dios juega con una balanza. Las buenas obras del individuo serán puestas en un plato de la balanza y las malas en el otro, y el plato que más pese decidirá la suerte del interesado. Se deja ver que en este mundo de imágenes, los actos humanos toman la forma de algo que tiene peso.
Las alegrías y placeres del Paraíso, así como los tormentos y horrores del Infierno, exigirán otras imágenes demasiado numerosas para hablar de ellas con detenimiento aquí y ahora. Todo ello como persuasión del bien y disuasión del mal.
En cualquier parte del mundo y desde la más remota antigüedad, el hombre se ha servido de símbolos en materia de religión porque ilustran mejor la idea a expresar.
Cuando uno se somete a alguien se prosterna ante él para demostrar su humildad ante aquel que se quiere reconocer como jefe. Peor, ¿qué hacer respecto a Dios que, existiendo, se mantiene invisible? La gente de la época de la Ignorancia elegía uno de los atributos divinos y lo representaba mediante un símbolo. Así, para los Magos, el Fuego simboliza la omnipotencia divina, al no resistir nada ante él. Para los hindúes brahmanistas, la vaca (con su leche, su carne, su piel e incluso sus excrementos como combustible) representa la absoluta benevolencia divina, o el hombre con cuatro brazos, que quiere decir que si el hombre es capaz de tantas cosas con solo dos brazos, Dios debe tener por lo menos cuatro, lo mismo que un hombre con cabeza de elefante simboliza la omnisciencia, etc.
El Islam, religión inspirada, no podía imitar a idolatras ignorantes que llegan a tomar incluso a su propia creación por su Creador.
Aquí se realiza un esfuerzo para intentar explicar los símbolos inspirados que se hallan en la Religión Islámica, como corresponde a la Última de las Religiones.
Muhammad Hamidullah.
LOS SIMBOLOS EN EL ISLAM.
Por Muhammad Hamidullah.
Para el culto de un Dios único, transcendente e inmanente, el Islam se ha contentado con nociones abstractas, bajo la forma de gestos y recitación de palabras, siendo casi inexistente el uso de los objetos concretos. La única excepción parece concernir a los elementos preislàmicos -atribuidos por el Profeta Muhammad (ese es su nombre exacto y no Mahoma) a los Profetas anteriores a él- que han sido conservados en el Islam, principalmente en la peregrinación. El presente estudio tratara de ocuparse a la vez de ambos: de los objetos y de los gestos simbólicos.
I. EL EDIFICIO RELIGIOSO.
El Profeta Muhammad dijo: "El edificio del Islam lleva consigo la fe en un Dios único (a modo de tejado) y cuatro pilares (que lo sostienen), a saber: la oración, el ayuno, el impuesto-zakat y la peregrinación…" Estudiémoslos uno por uno.
1. Fe: Dios.
Dios, nuestro Creador, ha elegido permanecer invisible para nosotros. No obstante, el hombre piensa en El tanto por la meditación como por los actos de culto. Mas que en el momento de esta meditación, es en el de los actos de adoración cuando el hombre siente la necesidad de representar de algún modo la presencia de este Ser Necesario pero Invisible. De aquí vienen los ídolos, con figuras imaginarias y fantásticas, ya sean los de los pieles rojas americanos o los de los indios brahmanistas. El Islam ha elegido también un objeto concreto, pero que no tiene necesidad alguna de figura: este es la Casa. La casa implica la presencia del propietario y de su habitante, sin que sea necesario verle a este: esta allí en todo su Poder y su Majestad. Si el musulmán se prosterna ante la "Casa" de Dios, todo el mundo comprende automáticamente que el objeto de la prosternacion y adoración no es el edificio de la casa: el objeto de estos actos de culto es el Habitante de esta Casa. Este es el mayor, e incluso el principal, de los símbolos empleados en el Islam. Volveremos a hablar de el otra vez mas a propósito de la peregrinación.
Para los filósofos musulmanes, Dios es un ser necesario (wajib al wujud). Al estar Dios mas allá de toda percepción física, el hombre ha sentido frecuentemente la necesidad de representárselo por un objeto de su fabricación, al menos para las necesidades del debutante en la vida espiritual, abandonándolo en el apogeo de su evolución. Se diría que el Islam ha comenzado allí donde otros han terminado. Las mezquitas son un "desierto" en el que no se sirve de ningún objeto en absoluto, icono o de otro tipo.
Por un lado se afirmara que Dios, que es uno, tiene múltiples atributos. Es la misma persona la que es omnipotente, omnipresente, omnisciente, creadora, que oye, que ve, que juzga, que resucita, etc.
Por otro lado, desde el principio los místicos musulmanes mencionaron la siguiente parábola: Un grupo de ciegos no había visto nunca un elefante. Un día, cuando se les señalo la presencia de tal animal en su aldea, acudieron a su encuentro y comenzaron a tocarle: uno toco su trompa, otro su pierna, un tercero su oreja, otro sus defensas y así sucesivamente. Posteriormente, intercambiaron sus impresiones. Uno dijo: "El elefante es como un pilar curvado" (la trompa). Otro dijo: "No, es como una columna derecha" (la pierna). El tercero afirmo: "No, es como un ala extendida" (la oreja). El cuarto aseguro: "No, es como una piedra pulimentada" (los colmillos)… Ninguno mentía, pero nadie sabia tampoco toda la verdad sobre el elefante que estaba fuera de su alcance. Si se sustituye al elefante por Dios y a los ciegos por los hombres que lo buscan, uno se da cuenta de porque los distintos individuos llegan con sinceridad a conclusiones diferentes respecto a un Dios común; es necesario respetarse mutuamente. El Corán (5: 48) evocara esta necesidad: "A cada uno de vosotros le hemos señalado una vía y un camino; si Dios hubiera querido, en verdad, habría hecho de vosotros una sola comunidad. Pero no. Para probaros en lo que os da, rivalizad en las buenas obras; hacia Dios es el regreso para todos, luego El os informara de aquello en lo que divergíais ". De aquí probablemente, el Credo islámico, donde se dice: "Creo en Dios y en sus Profetas", y no solamente "en su Profeta Muhammad".
2. El Corán: Kalam-Allah, Palabra de Dios.
El hombre ama a su Creador quien no solamente es su Señor sino también el que le da todo. Y, según el Corán (3: 31; 5: 54), Dios también nos ama. Uno de sus nombres es "Amor" (Wadud. Cf. Corán, 11: 90; 85: 44). Respecto al Profeta, aseguro en un hadiz que Dios nos ama cien veces mas de lo que una madre ama a su bebe.
El hombre ama a Dios y, naturalmente, quiere ir hacia Él. Pero, al haber elegido El ser invisible, ¿cómo hacerlo? No es que Dios no exista, sino que estamos ciegos. La intensidad del amor de este ciego hace que Dios, el Bienamado, acuda El mismo en ayuda del hombre para guiarlo en su camino hacia Él. ¿Cómo guiar a un ciego sino por la palabra? La distancia que nos separa de Él es, naturalmente, inmensa, y además, ¿quién puede conocer este camino si no es el mismo Dios? Así pues, Él es quien nos guía con sus indicaciones: avanza, gira a la derecha, gira a la izquierda, sube, baja, haz esto, no hagas aquello, y así sucesivamente.
En el Corán es donde Dios nos ha dado estas instrucciones indicándonos ese camino. Por eso se le llama Kalam-Allah, Palabra de Dios, con mandamientos y prohibiciones para nuestro comportamiento durante la vida.
Como el trayecto es largo y hasta el infinito, será necesario que el hombre se tome la molestia de viajar. Y los místicos musulmanes lo llaman viaje, tariqat (camino) y susk (marcha).
Y como en todos los largos viajes conocidos por el hombre, en este también habrá etapas para detenerse y procurarse un dormitorio y un lecho, para antes de reemprender el camino del día siguiente. No nos extrañemos en absoluto de que el Corán, que nos indica el itinerario de este viaje hacia Dios, este dividido en siete manzils y ciento catorce suras, cada una de las cuales tiene un numero variable de ayat. Ahora bien, cualquier diccionario árabe nos dirá que manzil significa la etapa diaria para detenerse. La palabra sura viene del vocablo "sur", la muralla; así pues, un cuarto rodeado por un muro. La palabra ayat, que significa versículo del Corán, viene del verbo "awa" / "ya'wi", es decir, irse a acostar, así pues, el lecho. ¿Qué mejor división del contenido del Corán que las etapas, los dormitorios y los lechos?
Se ha dividido el Corán en siete manzil para que el musulmán lo recite entero en una semana, en siete días. La cifra siete simboliza lo ilimitado y cuando el hombre quiso calcularlo, lo dividió en semanas de siete días, y las semanas se suceden hasta el infinito. Del mismo modo, el viaje místico hacia el infinito deberá tener un numero ilimitado de etapas. Este enamorado de Dios que es el hombre piadoso, continuara su viaje durante toda su vida, y cuando entregue su ultimo aliento, el Bienamado Dios, objeto de este amor y de este viaje, quemara las etapas y lo recibirá ante Él.
He aquí lo que implican los términos ayat, sura y manzil para la recitación perpetua del Corán y de su contenido.
3. El Mas Allá.
El Islam cree en el Mas Allá, invisible, a donde todos hemos de ir y del que nadie regresa. También cree en el Ultimo Juicio, en el Paraíso y en el Infierno. ¿Cómo describir este Mas Allá sino por símbolos?
Dios juega con una balanza. Las buenas obras del individuo serán puestas en un plato de la balanza y las malas en el otro, y el plato que más pese decidirá la suerte del interesado. Se deja ver que en este mundo de imágenes, los actos humanos toman la forma de algo que tiene peso.
Las alegrías y placeres del Paraíso, así como los tormentos y horrores del Infierno, exigirán otras imágenes demasiado numerosas para hablar de ellas con detenimiento aquí y ahora. Todo ello como persuasión del bien y disuasión del mal.
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