La danesa Asmaa Abdol-Hamid se declara feminista, socialista y musulmana. Aspira a ser la primera diputada de Europa que acuda al Parlamento con pañuelo islámico
El país, ANA CARBAJOSA - Brúcelas - 20/05/2007
Asmaa Abdol-Hamid es un pez velado que nada a contracorriente y que a sus 25 años se ha convertido en el símbolo de la defensa del yihab en Europa. Esta joven danesa aspira a ser la primera parlamentaria europea con la cabeza cubierta según dicta el islam, y si su partido, la Lista Unitaria -una coalición de izquierdas rojiverde- no pierde ningún escaño, lo conseguirá dentro de unos meses. El anuncio de su candidatura ha desatado la ira de políticos de derechas, líderes musulmanes y feministas en el país que incendió las calles del mundo árabe con la publicación de las viñetas de Mahoma. Abdol-Hamid, que se declara feminista, socialista y musulmana, no cree en la tan manida teoría huntingtoniana del choque de civilizaciones. Pero piensa que "en Europa hay mucha gente que no entiende o no quiere entender qué es el islam". "El islam en Europa es diferente del de muchos países árabes. Aquí defendemos la libertad de expresión y los derechos humanos", afirma.
"¿Por qué todo el mundo tiene que opinar sobre cómo vivimos los musulmanes?"
La publicación de unos dibujos del profeta Mahoma en el Jyllands-Posten, el diario de mayor difusión en Dinamarca, desencadenó la primera sacudida en un país con un 3% de población musulmana. Abdol-Hamid protagoniza ahora una segunda sacudida que al igual que la crisis de las caricaturas ha traspasado las fronteras del país y ha reavivado el debate en Occidente sobre su relación con el islam y el uso del hiyab.
De origen palestino y nacida en los Emiratos Árabes Unidos, Abdol-Hamid decidió ponerse el velo a los 14 años, ante la sorpresa de sus padres. Poco a poco, todas las mujeres de su familia acabaron optando también por el pañuelo. "Con el hiyab me siento más libre. A muchas mujeres en Europa se las considera un objeto. Yo no quiero que se fijen en mí por ser mujer o por mi aspecto físico; quiero que se tenga en cuenta mi talento".
El xenófobo y ultraderechista Partido Popular danés, formación socia del Gobierno que preside el liberal Anders Fogh Rasmussen, ha anunciado que impedirá la entrada de una mujer con velo al Parlamento y ha comparado el pañuelo con "otros símbolos totalitarios". El Partido Popular, que cosechó grandes apoyos con la crisis de las viñetas, ha sugerido esta misma semana que se prohíba el uso del velo en los centros públicos.
Pero esta joven trabajadora social no entiende por qué su aspiración de llegar hasta el Folketin (Parlamento) con la cabeza tapada ha levantado tanto revuelo y dice ser una firme defensora de los derechos individuales. "Que yo coma carne halal, que lleve velo o cuánto rece es mi problema. Son opciones personales. ¿Por qué en Europa todo el mundo tiene que opinar sobre cómo vivimos los musulmanes?", se pregunta Abdol-Hamid en una entrevista telefónica con este diario. "El problema es que la derecha quiere que la gente tenga miedo al islam", apunta.
A diferencia de otros musulmanes, Abdol-Hamid no tiene nada en contra de la homosexualidad o del aborto: "A mí no me importa con quién duermen los demás, ni como persona ni como política". Y tiene claro que el feminismo es la única vía para alcanzar la igualdad, que dice, Europa tampoco ha logrado. "En Dinamarca todavía queda mucho camino por recorrer. Las mujeres no tenemos los mismos derechos que los hombres. Ellos dominan la política, los medios de comunicación, siguen estando mejor pagados que las mujeres, que encima estamos sometidas a la doble jornada. Hay que apoyar la lucha de las mujeres", sostiene.
Su feminismo sin embargo no lo comparten gran parte de las corrientes feministas más ortodoxas que en Dinamarca han puesto el grito en el cielo porque consideran que Abdol-Hamid simboliza la opresión de la mujer por el hombre. La joven candidata les responde: "Ellas piensan que sólo hay una forma de ser mujer libre. Ellas son las extremistas. Yo tengo derecho a elegir libremente si llevo el velo, y eso es lo que elegido".
Pero a esta joven luchadora también le ha tocado nadar a contracorriente en el mar de la ortodoxia islámica. Líderes musulmanes daneses le han explicado que la política no es un trabajo para mujeres y que lo que tiene que hacer es casarse y quedarse en casa. La candidata hace oídos sordos a estas críticas "que vienen de árabes tradicionales, de inmigrantes de primera generación". "Yo no soy como ellos. Yo pertenezco a esta sociedad, soy danesa y entraré en el Parlamento para hacer de este país un sitio mejor. Los musulmanes europeos somos ciudadanos como los demás, no estamos invitados. No tengo que demostrar que me porto mejor que los demás europeos".
Para Abdol-Hamid, la cuestión religiosa debería permanecer en el ámbito estrictamente privado y sus motivaciones políticas poco tienen que ver con el Islam. "Soy musulmana, creo en Alá, pero eso no tiene nada que ver con mi ideología". Entró en política después de haber trabajado en colegios en barrios empobrecidos de Odense, la ciudad danesa en la que vive. "Ahí me di cuenta de que en Dinamarca no todo el mundo tiene las mismas oportunidades, pero que esto era algo que se podía cambiar". Los inmigrantes se encuentran entre los que, en su opinión, gozan de menos oportunidades que los demás.
El país, ANA CARBAJOSA - Brúcelas - 20/05/2007
Asmaa Abdol-Hamid es un pez velado que nada a contracorriente y que a sus 25 años se ha convertido en el símbolo de la defensa del yihab en Europa. Esta joven danesa aspira a ser la primera parlamentaria europea con la cabeza cubierta según dicta el islam, y si su partido, la Lista Unitaria -una coalición de izquierdas rojiverde- no pierde ningún escaño, lo conseguirá dentro de unos meses. El anuncio de su candidatura ha desatado la ira de políticos de derechas, líderes musulmanes y feministas en el país que incendió las calles del mundo árabe con la publicación de las viñetas de Mahoma. Abdol-Hamid, que se declara feminista, socialista y musulmana, no cree en la tan manida teoría huntingtoniana del choque de civilizaciones. Pero piensa que "en Europa hay mucha gente que no entiende o no quiere entender qué es el islam". "El islam en Europa es diferente del de muchos países árabes. Aquí defendemos la libertad de expresión y los derechos humanos", afirma.
"¿Por qué todo el mundo tiene que opinar sobre cómo vivimos los musulmanes?"
La publicación de unos dibujos del profeta Mahoma en el Jyllands-Posten, el diario de mayor difusión en Dinamarca, desencadenó la primera sacudida en un país con un 3% de población musulmana. Abdol-Hamid protagoniza ahora una segunda sacudida que al igual que la crisis de las caricaturas ha traspasado las fronteras del país y ha reavivado el debate en Occidente sobre su relación con el islam y el uso del hiyab.
De origen palestino y nacida en los Emiratos Árabes Unidos, Abdol-Hamid decidió ponerse el velo a los 14 años, ante la sorpresa de sus padres. Poco a poco, todas las mujeres de su familia acabaron optando también por el pañuelo. "Con el hiyab me siento más libre. A muchas mujeres en Europa se las considera un objeto. Yo no quiero que se fijen en mí por ser mujer o por mi aspecto físico; quiero que se tenga en cuenta mi talento".
El xenófobo y ultraderechista Partido Popular danés, formación socia del Gobierno que preside el liberal Anders Fogh Rasmussen, ha anunciado que impedirá la entrada de una mujer con velo al Parlamento y ha comparado el pañuelo con "otros símbolos totalitarios". El Partido Popular, que cosechó grandes apoyos con la crisis de las viñetas, ha sugerido esta misma semana que se prohíba el uso del velo en los centros públicos.
Pero esta joven trabajadora social no entiende por qué su aspiración de llegar hasta el Folketin (Parlamento) con la cabeza tapada ha levantado tanto revuelo y dice ser una firme defensora de los derechos individuales. "Que yo coma carne halal, que lleve velo o cuánto rece es mi problema. Son opciones personales. ¿Por qué en Europa todo el mundo tiene que opinar sobre cómo vivimos los musulmanes?", se pregunta Abdol-Hamid en una entrevista telefónica con este diario. "El problema es que la derecha quiere que la gente tenga miedo al islam", apunta.
A diferencia de otros musulmanes, Abdol-Hamid no tiene nada en contra de la homosexualidad o del aborto: "A mí no me importa con quién duermen los demás, ni como persona ni como política". Y tiene claro que el feminismo es la única vía para alcanzar la igualdad, que dice, Europa tampoco ha logrado. "En Dinamarca todavía queda mucho camino por recorrer. Las mujeres no tenemos los mismos derechos que los hombres. Ellos dominan la política, los medios de comunicación, siguen estando mejor pagados que las mujeres, que encima estamos sometidas a la doble jornada. Hay que apoyar la lucha de las mujeres", sostiene.
Su feminismo sin embargo no lo comparten gran parte de las corrientes feministas más ortodoxas que en Dinamarca han puesto el grito en el cielo porque consideran que Abdol-Hamid simboliza la opresión de la mujer por el hombre. La joven candidata les responde: "Ellas piensan que sólo hay una forma de ser mujer libre. Ellas son las extremistas. Yo tengo derecho a elegir libremente si llevo el velo, y eso es lo que elegido".
Pero a esta joven luchadora también le ha tocado nadar a contracorriente en el mar de la ortodoxia islámica. Líderes musulmanes daneses le han explicado que la política no es un trabajo para mujeres y que lo que tiene que hacer es casarse y quedarse en casa. La candidata hace oídos sordos a estas críticas "que vienen de árabes tradicionales, de inmigrantes de primera generación". "Yo no soy como ellos. Yo pertenezco a esta sociedad, soy danesa y entraré en el Parlamento para hacer de este país un sitio mejor. Los musulmanes europeos somos ciudadanos como los demás, no estamos invitados. No tengo que demostrar que me porto mejor que los demás europeos".
Para Abdol-Hamid, la cuestión religiosa debería permanecer en el ámbito estrictamente privado y sus motivaciones políticas poco tienen que ver con el Islam. "Soy musulmana, creo en Alá, pero eso no tiene nada que ver con mi ideología". Entró en política después de haber trabajado en colegios en barrios empobrecidos de Odense, la ciudad danesa en la que vive. "Ahí me di cuenta de que en Dinamarca no todo el mundo tiene las mismas oportunidades, pero que esto era algo que se podía cambiar". Los inmigrantes se encuentran entre los que, en su opinión, gozan de menos oportunidades que los demás.
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