lunes, 21 de mayo de 2007

EL DESARROLLO DE LA ASTRONOMÍA CIENTÍFICA EN LENGUA ÁRABE DESDE EL SIGLO IX AL XI - 3

Como dije anteriormente, fueron construidos dos observatorios por orden de al-Ma'mûn, uno en Bagdad y otro en Damasco. En astronomía y en el resto de las disciplinas, la investigación científica comenzó de inmediato con las traducciones del griego al árabe y los tratados con los resultados de estas investigaciones se compusieron a partir de la primera mitad del siglo IX. La astronomía griega era geocéntrica, es decir que en ella se consideraba a la tierra como centro absolutamente estable del mundo y que el resto de los astros giraban a su derredor. Los árabes seguirán manteniendo esta tradición, y habrá que esperar a Copérnico, en el siglo XVI, para que comience a ser contemplado el movimiento de la tierra, tanto sobre sí misma como alrededor del sol.

Una de las primeras obras de astronomía teórica de la tradición de Ptolomeo, es el "Tratado del año solar"2 que, atribuido falsamente a Thâbit b. Qurra y compuesto después del 832 y antes del 850, trata de descubrir la duración del año solar, base de todas las constantes astronómicas. Ptolomeo, en el libro tercero del Almagesto, había propuesto una explicación geocéntrica del movimiento del sol y había compuesto unas tablas que permitían calcular su posición.

Entre el 830 y el 832, los astrónomos de al-Ma'mûn confrontan sus propias observaciones de la posición del sol con las posiciones calculadas a partir de los esquemas propuestos por Ptolomeo, unos 700 años antes aproximadamente, y constataron un importante desfase. Ante esta situación pueden imaginarse dos actitudes posibles: o bien mantener la antigua teoría "poniendo los relojes en hora", es decir añadiendo a todas las tablas el valor del desfase que se había constatado, o bien cuestionar la misma teoría solar y volver a construir unas tablas en función de los resultados teóricos así adquiridos. Prevaleció esta segunda actitud y el "Tratado del año solar" critica violentamente a Ptolomeo, diseca su razonamiento manteniendo su método geocéntrico, y llega a poner a punto una teoría nueva que pone en movimiento el apogeo de la órbita solar, contrariamente a lo que se encontraba en el Almagesto. De esta forma, la duración del año solar calculada era mucho más exacta que la de Ptolomeo. He aquí, pues, un actitud que se generalizó muy rápidamente respecto a los textos científicos griegos: tomarlos como base de trabajo para construir una obra original.

Acabamos de ver un ejemplo de tratado "teórico", pero muy pronto van a aparecer problemas de astronomía "práctica". Efectivamente, a partir de finales del siglo VIII y con el desarrollo de las ciencias exactas en el contexto concreto de una sociedad musulmana por organizar en el marco del vasto imperio abasida, a los sabios de las distintas disciplinas se les pidió la solución de cierto número de problemas de orden práctico, con una incidencia social o religiosa.

Así fue como los astrónomos, por ejemplo, tuvieron que responder a las demandas de los astrólogos, cuyo papel social oficial era importante; las tablas astronómicas para el cálculo de la posición de los astros se harán, en parte, con este objeto. Pero, principalmente, el trabajo de los astrónomos contribuyó a resolver los problemas prácticos del calendario, de los horarios y de la orientación en la tierra y el mar. Todos estos temas fueron el origen de importantes desarrollos teóricos que sobrepasaron con mucho el marco estricto de los problemas prácticos en cuestión: la gnomonica y la ciencia de la hora, la cuestión de la "qibla" para la determinación de la dirección hacia la Meca a partir de un lugar dado, el cálculo de la visibilidad del creciente lunar, la geografía matemática y el cálculo de la latitud y de la longitud de un lugar, la ciencia náutica para la orientación en el mar... Detengámonos un momento sobre la cuestión del calendario.

En el mundo árabe, como ya sabemos, el calendario oficial es el lunar. Recordemos que el año uno de la hégira comenzó el viernes 16 de julio del 622, que el año lunar está compuesto por doce meses de 29 ó 30 días, que el cambio de fecha tiene lugar con la puesta de sol, y que el paso de un mes a otro se produce con la visión de la primera franja de la luna creciente en el horizonte justo antes de la puesta de sol. Ptolomeo transmitió un valor muy exacto de la duración media del mes lunar, 29 días y un poco más de media hora (unos 44 minutos aproximadamente); lo cual daba como resultado un año lunar de doce meses de 354,367 días, por término medio. Este valor se verificó y se tomó desde el siglo IX por los astrónomos árabes que pusieron a punto un ciclo de 30 años para construir un calendario oficial, en el que se alternaban meses de 29 y 30 días, y en el que once de los años de este ciclo tenían un día de más añadido al último mes (que normalmente tenía 29 días); eran los años 2, 5, 7, 10, 13, 16, 18, 21, 24, 26, y 29 de este ciclo.

La correspondencia astronómica se respetaba respecto a su duración a largo plazo, pero la visibilidad del primer creciente lunar en el horizonte, en la tarde del día 29, siempre implicaba el cambio de mes en el lugar en que se efectuaba dicha observación, aunque esto pueda llevar acarreado la diferencia de una unidad en el número de días del mes, entre un extremo y otro del mundo musulmán. Si bien la visibilidad efectiva del creciente lunar es una cosa que en principio se exige en la ley religiosa, la cuestión que se les planteaba a los astrónomos era la posibilidad de prever mediante el cálculo, la visibilidad del creciente lunar, en un lugar determinado, en la tarde del día 29 del mes, cualquiera que fuera el dato del calendario oficial. Este problema es de difícil solución debido al número de los parámetros en cuestión -coordenadas celestes del sol y de la luna, velocidad aparente de estas "dos luminarias", latitud del lugar, luminosidad del cielo en el horizonte, etc.- y, como muchos astrónomos lo abordaron, trajo consigo unos desarrollos teóricos muy importantes sobre la visibilidad de los astros en el horizonte inmediatamente después de la puesta del sol.

En Bagdad, para llevar a buen término estas investigaciones era necesaria la creación de una tradición de investigación científica en lengua árabe en todos los campos de las ciencias exactas y, entre ellos, en el de la astronomía. Esta última disciplina hacía varios siglos que ya no estaba viva en la cuenca mediterránea ya que no se habían registrado más que algunas observaciones aisladas entre el siglo II y el VIII y, por lo general, los sucesores de Ptolomeo en lengua griega no fueron más que simples comentadores.

Había pues una discontinuidad en esta tradición y cuando se trató de revivificarla en Bagdad, bajo el mandato de al-Ma'mûn, las fuentes escritas de trabajo eran evidentemente griegas, pero era preciso volver a encontrar las bases y métodos que convenían para esta disciplina y, por lo tanto, volver a crearlos. El resultado presenta una mejora muy sensible de su modelo heleno, dependiendo todo el desarrollo ulterior de la astronomía árabe de este punto de partida, del que pueden subrayarse tres características3:

a) La gran importancia otorgada a la relación teoría - observación conducirá a la creación de grandes observatorios con un programa de observaciones continuas, a partir de los dos primeros de Bagdad y Damasco, y a la evolución hacia modelos geométricos que cada vez reflejen mejor el movimiento de los astros en un marco geocéntrico.

b) El fundamento matemático de la astronomía se desarrollará muy fuertemente, lo que junto con el brillante desarrollo de las diferentes disciplinas matemáticas árabes, constituirá uno de los pilares del progreso científico de toda la escuela oriental de la astronomía árabe, reduciendo cada vez más la parte no despreciable del empirísmo que se encontraba en los trabajos de Ptolomeo.

c) Se realzará la relación conflictual entre la astronomía "matemática", que trata de dar cuenta de la forma más racional y precisa posible del movimiento de los astros, de forma teórica, y la astronomía "física", que tiene por objeto el encontrar cual es la organización concreta del universo, en el marco de los principios cosmológicos basados principalmente en los escritos de Aristóteles. Esta preocupación la encontramos ya en los escritos de Ptolomeo, pero los astrónomos árabes hicieron de este conflicto uno de los motores del progreso de la investigación astronómica, junto con los dos puntos precedentes4.

Esta actitud será constante y, en el siglo XI, Ibn al-Haytham (muerto alrededor de 1040) hizo balance de los dos siglos de investigación que le habían precedido constatando las dificultades a las que se enfrentaba la astronomía, que hasta entonces seguía en el marco de lo que había sido propuesto por Ptolomeo. Todo este trabajo lo compendia en una obra que lleva por título "Dudas sobre Ptolomeo" (al-shukûk alâ Batlamiyûs)5.

En ella, sólo se limita a enumerar un listado de todo lo que aparece como contradictorio o inexacto en los razonamientos de este ilustre predecesor, sin proponer soluciones, pero mostrando todas las imposibilidades a las que se encaraba la investigación astronómica, que hasta entonces permanecía dentro del marco trazado por Ptolomeo. De esta forma, corrobora que hay que encontrar nuevas bases de trabajo que ya no estarán centradas en los trabajos de este gran astrónomo griego.

Regis Morelon: Investigador del CNRS

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