domingo, 10 de junio de 2018

Ramadán bajo el Puig de Missa

Santa Eulària,10.06.2018,diariodeibiza.es,Josep Àngel Costa


Un grupo de personas aguarda la hora del rezo sentados en la alfombra de oración, dividida por arcos que representan el ´mihrab´.J.A.C.

Cerca de trescientas personas participan en un encuentro para dar a conocer la comunidad musulmana de Santa Eulària

Encuentro interreligioso. El mes de ayuno del ramadán finaliza el 14 de junio, pero ayer la comunidad musulmana de Santa Eulària convocó una cena festiva para fomentar su integración junto a representantes del pueblo como el alcalde, el párroco o el comandante de la Guardia Civil. También sirvió para presentar a la nueva cónsul de Marruecos, que destacó el papel de su país para defender un Islam moderado y aperturista.

Pese a que lleva desde las seis y media de la mañana sin probar bocado ni sorber ni un solo trago de agua, Anouar Abu irradia energía mientras reparte las vituallas entre las mesas del patio del colegio Sant Ciriac, a los pies del Puig de Missa. «La fe te saca una tercera o cuarta fuerza, porque nuestro cerebro no piensa en comer y así también podemos ponernos en la piel de los pobres que no tienen nada, al menos durante un mes», explica este cocinero, jefe de partida del hotel Gran Sol. También ayuda que sienten esta fiesta como una cita histórica de la comunidad musulmana de Santa Eulària, como añade Marzhoui: «Esperamos a unas 300 personas: al alcalde, el comandante de la Guardia Civil, al párroco de Santa Eulària y a cualquier persona que quiera unirse».

Una de las invitadas más puntuales, aunque también ejercerá de anfitriona, es la nueva cónsul de Marruecos, Nezha Attahar, que llegó el pasado mes de octubre al cargo tras 17 años de carrera diplomática en Italia. Todavía se sorprende al descubrir que el léxico italiano al que recurre cuando duda en español es idéntico al catalán local. «Es muy fácil adaptarse, porque Italia, España y Marruecos somos mediterráneos».

Attahar no duda en defender el papel de la mujer en el mundo musulmán, al menos en la corriente oficial del Islam «moderado y abierto de Marruecos», como destaca al presentarse al alcalde, Vicent Marí. «La embajadora en España también es mujer y trabajamos para corregir estos prejuicios, pero también para prevenir que haya musulmanes que hagan una interpretación falsa del islam y se vean afectados por las ideas radicales de imanes de otros países que no siguen un Islam abierto y moderado».

Dentro de esta labor de prevención de corrientes extremistas que emprendió el reino alauita con sus compatriotas en Europa se encuentran las visitas de imanes de la Fundación Hassan II un centro de formación oficial contrario al oscurantismo ideológico de corrientes salafistas. Es el caso del ulema Abdellah Ait Oualbir, que ha venido a pasar el ramadán a Santa Eulària y que dirigirá la oración de la puesta sol.

«El islam es un camino espiritual y nosotros creemos que es el mejor, pero si alguien no lo elige, seguimos queriendo lo mejor para él y para todo el mundo», destaca el ibicenco Salahuddin Costa. «El problema está en las ideas falsas que convierten al Islam en una ideología y no en el camino espiritual que representa la corriente tradicional».

Contra el radicalismo

En este sentido, Costa recuerda que las corrientes radicales son desviaciones recientes. De hecho, el wahabismo impulsado desde Arabia Saudí no surgió hasta el siglo XVIII y su extensión fue propiciada «por el imperialismo británico para acabar con el Imperio Otomano, que fue el último califato, el divide et impera».

Romper el ayuno

A las nueve menos cuarto el repique de campanas del vecino Puig de Missa coincide con la llegada masiva de personas al encuentro para romper el ayuno, muchas de ellas con ollas y bandejas repletas de comida que reparten sobre las mesas que harán las funciones de bufet. El resto ya están ordenadas con cubiertos, aguas, zumos, botellas de leche y platos con dátiles y huevos duros que servirán para romper el ayuno, al que seguirá el rezo y luego una opípara cena con cuscús, tajín de pollo, harira (la sopa que los marroquíes toman a diario tras el ayuno) y todo tipo de picoteo.

Entre las mesas y la entrada del patio del colegio se reparten alfombras de gran tamaño decoradas con pilares de herradura que forman casillas de medio metro cuadrado. Muchos hombres se descalzan y aguardan sentados sobre la estera, mientras que las mujeres se sientan en las mesas más alejadas, casi todos de aspecto magrebí. «La mayoría venimos del norte de Marruecos, de Tánger, Tetuán y Arcila», explica Aziz Hauari, el presidente de la comunidad musulmana de Santa Eulària. Poco antes de la puesta de sol, cuando ya se han reunido más de dos centenares de personas, Hauari preside la mesa en la que da la bienvenida a todos los asistentes y presenta al alcalde –que saluda con un « bones tardes i salam malecum»– y la nueva cónsul.

«Mejor una mujer»

«A mí me ilusiona que sea una mujer, porque no aceptará cosas que sí haría un hombre, que siempre mira más por sus intereses», valora Mohamed Badouni, un joven de 29 años encargado técnico de una empresa de ingeniería. «Los hombres son más corruptibles y por eso creo que ellas pueden hacer mejor el trabajo y es lo que está pasando en todo Marruecos». «Mi mujer lleva pañuelo, pero porque ella quiere, si le pidiera que se lo quitase, me abandonaría», indica.

Tras el breve aperitivo para romper el ayuno, la fiesta se detiene para el ritual del rezo y se reemprende cuando los fieles se dirigen a las mesas a disfrutar de una opípara cena y dejan desiertas las alfombras con la disposición geométrica que forman las columnas y los arcos de herradura. Salahuddin Costa se ríe al ser preguntado por si tienen algún significado simbólico. «Sólo sirven para que cada persona ocupe un espacio y sepa que el arco está orientado a la Meca, el Islam es muy práctico».

Lo ejemplifica con un chiste: «Un judío, un cristiano y un musulmán están de viaje juntos y, después de cenar, ven que sólo les queda un trozo de tarta para desayunar al día siguiente. Piensan en dividirla en tres trozos, pero se dan cuenta de que serán muy pequeños y deciden que es mejor jugárselo a suertes: el que tenga el sueño más espiritual se desayunará la tarta. Al día siguiente, el judío cuenta, confiado, que se le apareció Moisés y estuvieron toda la noche subiendo y bajando el Monte Sinaí. 'Bah, esto no es nada', replicó el cristiano, que relató cómo se le apareció Jesucristo y subieron y bajaron al cielo durante toda la noche. '¿Y tú que has soñado?', le preguntan al musulmán. 'Me despertó el profeta y me preguntó porqué dormía, si vosotros estabais en el Monte Sinaí y en el cielo, así que me hizo levantar y me ordenó comerme la tarta».


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