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Los fieles enfrentados al actual presidente de la comunidad optaron por ponerse a rezar en plena calle . Alberto Rodrigo
Un grupo acudió a rezar el sábado y encontró la cerradura cambiada y el cartel de clausura. Culpan al presidente de aferrarse al cargo y este replica que no son miembros del colectivo
El único lugar de culto musulmán en la zona sur y una de las pocas mezquitas de la capital burgalesa está cerrada desde el sábado, por los problemas económicos y las divisiones internas de la Comunidad Islámica Arrahma, que abrió el local en verano de 2010.
Un grupo de fieles acusa al actual presidente,Yasser Gamal, de aferrarse al cargo aun a costa de disolver el colectivo y no querer escuchar a la asamblea general ni convocar elecciones. Aquel replica que solo quieren buscarle problemas, además de negar su pertenencia a la comunidad, porque ni están inscritos ni pagan cuotas. En cualquier caso, esta ha sido disuelta ya, con un acta ante notario el 19 de abril, según Gamal, quien reconoce que acudió con la Policía a cambiar la cerradura.
El grupo de fieles discrepantes, entre los que se encuentra el exsecretario de Arrahma, Mohamed Chograni- acudió el sábado a mediodía para orar a la mezquita, ubicada en el número 3 de la calle Hermanos Machado (al final de la calle Madrid) y se encontró con la cerradura cambiada y un cartel que avisaba, en árabe y en castellano, de que el local iba a ser desmontado y reformado para ser devuelto a su dueño el 1 de mayo.
Los fieles pasaron de la incredulidad y el disgusto inicial a ponerse a rezar en la calle, para cumplir así con su obligación como musulmanes. Además de perder el lugar de culto, aseguran que esta medida influirá negativamente en la educación de sus hijos, puesto que la mezquita también era empleada para encuentros con cristianos, lo que ayudaba a la integración de los menores.
Chograni sostiene que aún sigue siendo secretario, porque la asamblea general no ha aceptado su dimisión. El presidente asegura que sí lo ha hecho, en la mismas reunión en la que acordó poner fin a la actividad, y que quienes ahora protestan no tienen ni voz ni voto en Arrahma.«Hay que diferenciar entre la mezquita, a la que puede ir cualquiera a rezar porque es la casa de dios, y la comunidad, donde tienes que inscribirte y pagar cuota mensual para estar en la asamblea o presentarte a las elecciones», detalla.
Gamal justifica el fin de Arrahma en los problemas económicos que atraviesa, en parte motivados por la sentencia que les condena a pagar más de 800 euros por las cuotas de la Seguridad Social de un imán que estuvo varios meses en Burgos. Sus opositores niegan esas dificultades económicas.
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