MURCIA,12.04.2013,laverdad.es,JORGE GARCÍA BADÍA
El presidente de la Comunidad Islámica de Alquerías, Abdelhalim Zaroual, en primer plano, mientras se disponía a rezar ayer en la mezquita de la calle Carmen de Alquerías :: GUILLERMO CARRIÓN/AGM
El presidente de la Comunidad Islámica de Alquerías, Abdelhalim Zaroual, en primer plano, mientras se disponía a rezar ayer en la mezquita de la calle Carmen de Alquerías :: GUILLERMO CARRIÓN/AGM
Denuncian que causa aglomeraciones y que carece de seguridad, y reclaman que sea trasladada a las afueras de la pedanía.
Están durmiendo pared con pared con Alá, pero tal 'convivencia' no parece gustarle a un sector de los vecinos de la calle Nuestra Señora del Carmen de Alquerías. Aglutinado bajo el paraguas de una plataforma, un grupo de vecinos ha reunido 1.220 firmas y ha remitido cuatro escritos al Ayuntamiento de Murcia, a la Junta Municipal y a la Delegación del Gobierno, exigiendo que la mezquita instalada en el número 17 de esa calle «cambie de ubicación».
La polémica campaña de estos vecinos comenzó en julio de 2012, cuando la Comunidad Islámica de Alquerías, culminó las obras de mejora de un garaje, en la calle Nuestra Señora del Carmen, donde habilitó una mezquita para la comunidad musulmana de la pedanía y de las poblaciones limítrofes. La inauguración coincidió con la celebración del Ramadán.
Solo un mes después, en agosto de 2012, los vecinos presentaron uno de sus escritos-protesta, donde denunciaban textualmente que «esta mezquita está situada en una cochera, la cual no reúne los requisitos establecidos por ley, entre los que destacan la poca altitud a la que se sitúa el techo, paredes no insonorizadas, inexistencia de sistemas de ventilación...; además de carecer de la obligatoria salida de emergencias. Por todo lo expuesto, consideramos que ni la calle ni el local descrito son apropiados para recibir a un número importante de personas».
La presión vecinal ha propiciado hasta la fecha inspecciones de la Policía Local de Murcia, incluso de la Guardia Civil, que llegó a apostar agentes de paisano en la zona para comprobar 'in situ' el ambiente que se respiraba en la primera mezquita que se ha habilitado en Alquerías. Lo hicieron, entre otros motivos, para cerciorarse de que en la zona no se ofrecía un culto próximo a las facciones más extremas del Islam.
Pero el problema no es éste, según explica el alcalde pedáneo, Francisco Zamora. «Se trata de una cuestión de seguridad. La mezquita solo tiene una persiana de entrada y salida. Mi principal preocupación es que se produzca algún incidente en el local y no puedan abandonarlo. Los viernes y los fines de semana se reúnen más de cien personas en un espacio de 130 metros cuadrados». A lo que se suma que se trata de una calle estrecha y de un único sentido, que se colapsa con facilidad por la afluencia de fieles. Zamora subraya que «solo queremos que se cambien de ubicación a un local que reúna las condiciones mínimas de seguridad». Y advierte: «No quiero que nos acusen de racistas». Lo cierto, sin embargo, es que vecinas como Regina Juárez aseguran que «la ley de culto es libre, pero ponte tú a hacer lo mismo que ellos en su país».
Es más, la plataforma alerta en sus escritos de que «los vecinos de la calle, sobre todo las personas mayores, sienten cierto temor». También asegura que ya se han «producido dos robos en casas de esta calle».
«Es una cuestión de racismo»
En el locutorio que se ubica justo frente a la mezquita, Laila Sissani asegura que las denuncias vecinales y las peticiones de que se trasladen a otra emplazamiento de la pedanía «son una cuestión de racismo. La gente solo viene quince minutos al día a rezar; no entiendo cómo se pueden quejar del ruido. ¿Qué pasa cuando suenan las campanas de la iglesia y hacen ruido?».
Su hermano, practicante del Islam en la mezquita de la calle Carmen, Abd El Hafid Sissani, defiende que, aunque son cinco los rezos que la comunidad musulmana debe de realizar al cabo del día, «solo viene gente a las seis de la madrugada, a las ocho de la tarde y por la noche. Solo hay mucha gente los viernes, porque celebramos nuestra fiesta -Aljomoaa-, que es como la misa de los católicos de los domingos». Este diario pudo comprobar ayer que a las 14 horas, nadie acudió a rezar porque «la comunidad» estaba trabajando.
Pese a esos argumentos, el debate no cesa entre los vecinos de esta calle. José Carrillo denuncia que «hay mucho bullicio; puede pasar de todo porque donde hay aglomeraciones hay más riesgo. Deben ponerse a las afueras de la pedanía, porque a veces tienes que pedir permiso para pasar». Una opinión totalmente opuesta a la de Luis Enrique Jara, ecuatoriano que reside justo encima del número 17, donde se ubica el 'garaje-mezquita': «No dan problemas; lo que pasa es que no gusta que seamos extranjeros».
Al margen del debate, la insistencia de la plataforma con sus reivindicaciones y la recogida de firmas llevó al Pleno de la Junta Municipal del pasado mes de febrero a elevar un nuevo escrito al Ayuntamiento de Murcia. En el mismo, los firmantes exponían que «son muchas las quejas que realizan los vecinos de la zona y también otros transeúntes, por las dificultades que encuentran al ser una calle estrecha. La presencia de inmigrantes es cada vez más numerosa». También denuncian que hay «obras de mejora», alertando una vez más de que el local «al parecer no reúne condiciones», y solicitan al área de Urbanismo que «sean comprobadas las anomalías».
Multa a los responsables
Así fue. El Consistorio giró una inspección y abrió «un expediente sancionador», en el que se detalla que las reformas realizadas en el garaje «se han hecho sin licencia». La Policía Local concreta en su informe que «las obras no se correspondían con la licencia de obra menor: han retirado tabiques, aseos, ducha, suelo e instalación eléctrica». Todo ello ha supuesto una multa de 1.900 euros, que no ha hecho otra cosa que abrir un nuevo frente en la pedanía con los arrendadores del bajo.
Los propietarios del local, al tener conocimiento ayer de la apertura de un expediente sancionador y del importe de la posible sanción, aseguraron no saber nada del asunto. «Informamos de la mezquita a la Junta Municipal y no puso inconveniente, aunque algunos vecinos nos han dejado de hablar. Pero cada uno es libre de hacer lo que quiera. No molestan a nadie». Eso sí, a la hora de hacer frente a la sanción económica, avanzaron que «la multa la pagarán ellos», en alusión a las dos personas que, en representación de la Unión de Comunidades Islámicas de España, les abonan 200 euros al mes por el local.
Desde el Ayuntamiento han tratado de poner paz entre todas las partes afectadas, recordando que «en este país hay libertad de culto y estos centros, sean de la religión que sean, dedicados al culto, no necesitan licencia de apertura, porque no son entidades con ánimo de lucro».
Un argumento legal pero que no ha rebajado el clima reivindicativo de la plataforma: «En Beniel, la mezquita está a las afueras, en el barrio de Rocasa. No nos oponemos a que recen, pero que lo hagan en el extrarradio. Los políticos no salen a la calle y no conviven con la mezquita».
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