Agustín Pániker y Joan Pons, ayer en el Club Diario de Mallorca. Foto: B. Ramon
El escritor Agustín Pániker explicó ayer en el foro de opinión de este periódico el funcionamiento de la sociedad de castas en la India y desmontó la imagen que Occidente mantiene sobre el resto del mundo
Agustín Pániker (Barcelona, 1959) es un descolonizador. Que se entienda el término: lo que el escritor pretende es desarmar a Occidente de los clichés y tópicos que maneja con la India, y, por ende, con todo Oriente. La conferencia sobre las castas indias que pronunció ayer en el club de opinión de este diario fue un granito más de su proyecto personal, materializado en libros como El jainismo e Índika. "Es normal tener estereotipos, pero es terapéutico que salgan a la luz, que los analicemos. Y eso sólo puede hacerse a partir del conocimiento y estudiando al otro", asegura el hijo del filósofo Salvador Pániker.
Occidente piensa que va por delante del resto del mundo, afirma el editor de Kairós, "porque tiene una idea muy determinada del progreso, del éxito social". "Vamos por un zoco de Marrakech y pensamos que estamos en la Edad Media. ¿Por qué lo vemos así? Como hemos colonizado el mundo, comprobamos que nuestros valores se confirman. Pero eso es una trampa, ¿cómo no van a confirmarse si el mundo entero es nuestro?". Esa estrechez de miras es cuestionada con tesón por el escritor.
Dibujado este panorama por Pániker, surge una pregunta: ¿es que no hay unos valores más buenos que otros en el mundo? El pensador insiste en que ése no es el objeto de su estudio y que, por las cosas que dice, a veces le han acusado de "relativista cultural", "una inculpación que siempre nos hacen a los que denunciamos el paradigma vigente". Así, Pániker no renuncia a los valores básicos, a los derechos humanos, pero cree que no hay un único modelo para encararlos. Algo que ejemplifica con el significado de la palabra "libertad". "En la India este vocablo se refiere más a algo así como ´yo no estoy condicionado por mis acciones o mis deseos´. Es una libertad más interna y menos social que la nuestra", explica.
La existencia de las razas se lleva otro dardo de Pániker. "Es un concepto más político que científico. Se lo inventó un médico francés a finales del siglo XVII. Antes, Aristóteles hablaba de genes, pero en un sentido mucho más social que biológico. En el siglo XVIII, el de la Europa liberal, la noción tomó fuerza, y comenzó el expolio de muchos países con la excusa de que nos necesitaban para organizarse porque iban muy atrasados. Y así seguimos hasta ahora, cuando las guerras se declaran enarbolando la bandera de la democracia", declara.
En la sociedad india, explica Pániker, existen los intocables (18% de la población) –entiéndase el término de forma peyorativa–, "los ladrones, los sucios y los promiscuos, que vienen a ser los gitanos en nuestra sociedad", que sufrirán la expulsión de Francia. "Sarkozy los echa porque dice que roban y delinquen, pero no se puede expulsar a un colectivo entero de un país. Si son europeos como nosotros, que vayan a la cárcel y punto. Pero lo que me parece más grave es que los dirigentes políticos tomen estas decisiones porque en el ambiente se nota que cuentan con la aprobación de la ciudadanía y que con ello puedan conseguir votos", apunta.
A pesar de este retrato más bien catastrofista, Pániker es "optimista": "Si Occidente tiene una cosa buena, ésa es la capacidad de autocrítica, nos preocupan nuestros defectos, algo muy positivo para buscar soluciones", añade.
Acerca de la prohibición del burka en espacios públicos, el escritor detecta un error como punto de partida: "El debate se centra en ellas, pero a ellas nadie les ha dado voz. Habla el estado laico francés y algunas comunidades autónomas españolas, hablan los maridos, pero a la mujer musulmana nadie le pregunta nada", observa. El escritor cree que las mujeres del primer mundo extienden sus problemas a los de todas las mujeres del mundo. Cuando hay muchos matices.
"Las feministas en general quieren cargarse la dote de las mujeres indias, pero muchas de ellas ya son contrarias a que ésta desaparezca porque es un dinero que la familia les da y que si no tuvieran su situación económica sería aún mucho más dura. El problema quizás no sea la dote en sí, sino la implantación también de la sociedad de consumo en la India. Lo que quiero decir es que no debemos destruir las otras culturas. Y que debemos intentar dar alas a las feministas locales. Porque en esto del feminismo occidental hay mucho ´maternalismo´", advierte.
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sábado, 25 de septiembre de 2010
´Las feministas occidentales son paternalistas con las orientales´
PALMA,25/09/2010,diariodemallorca.es,M. E. V.
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