El islam, la tercera confesión con más lugares de culto en Catalunya, seduce cada vez a más autóctonos
Pedro Cano también es Abdelkarim. Pedro, nacido en Alcalá la Real (Jaén) hace 64 años, llegó a Tarragona en 1965. Este vecino de Torreforta, prejubilado que se ha dedicado al sector del transporte, se convirtió al islam hace cinco años, en uno de esos ejemplos cada vez más abundantes de españoles que abrazan la religión de Alá. «Hacía tiempo que me gustaba mucho, me atraía, y me decidí a dar el paso a raíz de mi mujer. Ella es de Marruecos y también es musulmana. Lo quise hacer por ella», cuenta Pedro, un católico que ha asumido ahora su nueva fe: «Hago el Ramadán, voy a rezar por las mañanas, estudio árabe. Estoy feliz. Me gustaría que también se convirtiera mi madre y mis hijos. Incluso estoy preparando las cosas para que, una vez yo no esté, sea enterrado en Marruecos, en la tierra de mi mujer».
El islam, la tercera confesión con más lugares de culto en Catalunya, seduce cada vez a más autóctonos. «Como cualquier otra religión, el Islam está ahí presente, en la sociedad, como un modo de vida, como una creencia que permanece al alcance de cualquiera», admite Mohamed El Idrissi, presidente de la Federación de Asociaciones de Marroquíes en España. «Hay un interés creciente entre los españoles y los europeos. Tenemos que asumirlo con naturalidad. Hay que cuidar mucho aspectos como quién enseña el Islam y cómo se aprende, y eso se consigue mediante una colaboración entre todos», indica Lahcen Boumakhtaf, mediador cultural.
Mohamed Ben Abderrahim, educador e imán del Centro Cultural Islámico de Campclar, también confirma el interés: «Muchos vienen por una cuestión de pareja, de matrimonio, porque su mujer es de Marruecos, por ejemplo. Otros se ven influidos por conceptos como el buen comportamiento de algunos, y ahí perciben una guía. Quizás es gente que nunca ha sido cristiana practicante y ha llegado un momento en el que se han sentido vacíos y se han interesado por el islam». Mohamed El Ghaidouni, presidente de la Unidad de Comunidades Islámicas en Catalunya, añade: «Si alguien opta por una confesión es una cuestión personal. Hay que ayudar para que esta gente no acceda a una lectura del Islam chocante con la realidad social. Tenemos que facilitar el contacto para que aprendan un Islam pacífico y abierto, compatible con los valores del sistema educativo donde esa gente ha crecido».
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