El serbobosnio Karadzic, condenado a 40 años por crímenes contra la humanidad. Radovan Karadzic comparece ante el Tribunal Internacional. MICHAEL KOOREN REUTERS Quality
El Tribunal de La Haya considera al expresidente responsable también del sitio de Sarajevo
Radovan Karadzic, ex líder político serbobosnio, ha sido condenado a 40 años de cárcel por genocidio y crímenes de guerra y contra la humanidad por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY). El fallo le considera responsable político del genocidio de la ciudad de Srebrenica, donde en 1995 fueron asesinados 8.000 varones musulmanes, por haber intentado destruirlos como pueblo. También le condenan por el sitio de Sarajevo, capital bosnia, donde hubo unos 12.000 muertos entre 1992 y 1996. La sentencia llega 21 años después de la guerra de Bosnia, que entre 1992 y 1995 causó más de 100.000 muertes. Karadzic recurrirá la condena.
La sala que ha procesado a Karadzic, considera probado que elaboró un plan para “crear un clima de inseguridad que hizo la vida imposible en Srebrenica y provocó una catástrofe humanitaria, para luego ordenar a las tropas serbobosnias que tomaran la ciudad”. El general Ratko Mladic, presentado por el Tribunal como el brazo ejecutor de las decisiones de Karadzic, anunció durante la operación militar (llevada a cabo en julio de 1995) que los varones entre 16 y 70 años “serían examinados y las mujeres separadas de los hombres; estos, a su vez, debían dividirse en grupos para distinguir entre soldados bosnios y civiles”. La situación era tal, que los musulmanes bosnios “fueron obligados a marcharse y empezó a verse claro que la idea de eliminarlos formaba parte del mencionado plan preconcebido”. Es la limpieza étnica, que la fiscalía atribuye al antiguo político en su pliego acusatorio.
Una mujer camina por el memorial por Srebrenica, en Potocari. Amel Emric AP
La sentencia ha examinado a fondo lo ocurrido en los distintos municipios bosnios durante la guerra (1992-1995) y concluye que Karadzic “creó estructuras políticas, militares, policiales y paramilitares, para expulsar de suelo bosnio a la población no serbia —es decir croatas y musulmanes bosnios— y reclamar su territorio como propio”. Solo intentó controlar a los milicianos “cuando ya habían logrado sus objetivos, que eran sus propias órdenes”. Por otra parte, indican los jueces, dio la sensación de que condonaba los delitos cometidos, “al no perseguirlos, y negando lo ocurrido en los municipios bosnios, o bien dando explicaciones erróneas a sabiendas”. Incluso si no tuvo la intención de provocar masacres, “sabía cuál era la situación, la animosidad interétnica y el clima de impunidad en que operaban los soldados serbios que ejecutaban el plan común de crear una tierra solo para ellos”. Uno de los cargos de genocidio, supuestamente perpetrado en uno de estos enclaves, ha sido retirado, pero ello no afecta al conjunto de la sentencia.
El exmandatario responde de 11 cargos, por genocidio y crímenes de guerra y contra la humanidad
Hijo de un zapatero y una granjera y nacido en Montenegro en 1945, Karadzic, de 70 años, fue un alumno aventajado y estudió psiquiatría en la universidad. Poeta aficionado llegó a publicar su obra y recibió premios. A la política llegó en los años ochenta de la mano del Partido Democrático Serbio, empeñado en crear una república propia en Bosnia (República Srpska). Solo había una forma de lograrlo, según ha asegurado la fiscalía del TPIY a lo largo del proceso: echar a los bosnios y croatas, en especial los de credo musulmán que allí vivían. Karadzic no se manchó las manos. Como ahora señala la sentencia, fue el responsable de que su ideario político se aplicara a toda costa sobre el terreno. Cuando los acuerdos de Dayton pusieron fin a la guerra, desapareció.
Capturado en Belgrado en 2008 tras una huida de 13 años, Karadzic se hacía llamar Dragan Dabic, tenía la documentación en regla y ejercía la medicina alternativa en una clínica privada. Para dificultar su identificación, había cambiado su aspecto atildado por una barba y cabellos muy largos. Una vez en La Haya, sede del Tribunal, el antiguo político ha ido cambiando de estrategia. Al principio, intentó paralizar el proceso negándose a colaborar. Slobodan Milosevic, el expresidente serbio acusado asimismo del genocidio de Srebrenica hizo otro tanto, pero el suyo se cerró el falso. Murió de un ataque cardiaco en 2006 sin que pudiera dictarse sentencia.
A partir de 2009, Karadzic reapareció bien vestido y afeitado y confió “en tener un juicio justo”. Ejerciendo su propia defensa, pidió inmediatamente una prórroga de 10 meses “para ordenar el material y afrontar la situación en las mismas condiciones que la fiscalía”. Los jueces rechazaron su solicitud y le impusieron un abogado de oficio para que le ayudara. Desde entonces, y sobre todo con la llegada de los testigos de la fiscalía, el antiguo político se defendió con grandes declaraciones.
Fotografía de archivo que muestra a Karadzic en 1994, en 2008, cuando fue capturado, y ese mismo año, cuando compareció en La Haya. AFP
“La causa de los serbios de Bosnia era justa y sagrada”, dijo, en 2010, para explicar que corrían el peligro de ser destruidos por la población musulmana. “Todo lo que hicieron los serbobosnios fue defenderse, pero se interpretó como un crimen”. Igual que Milosevic, aprovechó el estrado para apelar “al sufrimiento serbio, que dura 500 años”. En su opinión, es víctima de una conspiración internacional porque “jamás tuve la intención, idea, y mucho menos el plan, de expulsar a musulmanes y croatas de los territorios serbios de Bosnia”. El único plan era “salvarse del acoso de los primeros, dispuestos a apropiarse de nuestras cabeza, bienes y territorios”. Para eludir su presunta responsabilidad por lo ocurrido en Srebrenica, Karadzic hizo gala de su reconocida elocuencia. “No supe de lo ocurrido hasta llegar a La Haya”, aseguró, para sorpresa general. En 2007, el Tribunal Internacional de Justicia de la ONU concluyó que la matanza de 8.000 varones musulmanes constituía un genocidio y señaló como responsable directa del mismo a Serbia, “por no impedirlo”. Karadzic estaba en aquellos momentos en Belgrado ejerciendo de curandero.
A la vista de que su estrategia no cuajaba, negó a partir de ese momento que hubiera pruebas para condenarle por el peor de los delitos contemplados por la justicia internacional. “Es un caso fabricado en mi contra. No existe una sola prueba que demuestre mi participación en ese genocidio y el terror desatado en Bosnia contra musulmanes y croatas. Lo que han hecho los fiscales es sentar en el banquillo, conmigo, a todo el pueblo serbio que solo quería protegerse”. Los fiscales, por el contrario, le consideran el motor de la limpieza étnica, “porque se jactó de que borraría de Bosnia a los habitantes musulmanes y croatas con la excusa de que ellos pretendían crear una república islámica”. Ratko Mladic, general a cargo del Ejército serbio durante el mandato de Karadzic, responde por los mismos crímenes ante el TPIY. Mladic fue el presunto brazo ejecutor de las órdenes de su jefe político.
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