El cambio de ahora altera el sueño. GETTY IMAGES
No dormir la siesta durante unos días y conservar los hábitos alimenticios, entre las prácticas recomendadas
El cambio de hora que se producirá en la madrugada del sábado al domingo puede generar "leves" alteraciones en el sueño, los hábitos alimenticios y el estado de ánimo, aumentando el cansancio, la irritabilidad o la falta de concentración en algunas personas.
El horario de verano comenzará en la madrugada del sábado al domingo, cuando habrá que adelantar una hora las manecillas del reloj, de manera que a las 02.00 serán las 03.00, con lo que se perderá una hora de sueño, pero se ganará luz solar.
Una directiva europea regula el cambio de hora con el objetivo de ahorrar energía, aunque diversos colectivos sociales rechazan esta modificación y reclaman que España mantenga el horario que le corresponde por su posición geográfica.
Desde el punto de vista de la salud, esta variación de la hora tiene un impacto "mínimo" en el organismo, aunque hay "una respuesta individual", ya que algunas personas la llevan muy bien y otras no, explica a Efe el doctor Salvador Tranche, vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SemFyc).
El cambio horario puede implicar "ligeros" trastornos en el sueño, los hábitos alimenticios y el estado de ánimo, que pueden aumentar el cansancio, la irritabilidad o la falta de concentración, aunque estos problemas remiten en el plazo de tres o cuatro días, subraya.
Los niños y los mayores son los grupos de población más sensibles a estas alteraciones debido a que tienen unos horarios establecidos de comidas y de sueño.
Los lactantes pueden experimentar alteraciones en su alimentación, mientras que los niños en edad escolar pueden tener mayores dificultades para despertarse.
Los mayores de 50 años, que con frecuencia tienen problemas para conciliar el sueño y se despiertan más temprano, pueden tardar más tiempo en adaptarse al nuevo horario.
Entre otros consejos para minimizar estos efectos, el doctor Tranche recomienda acostarse un poco antes tres o cuatro días antes del cambio de hora, no dormir la siesta durante unos días, no variar los hábitos alimenticios, practicar ejercicio físico moderado y evitar el consumo de alcohol.
Varios trabajos han estudiado si el cambio de hora ha tenido relación con un aumento de los infartos de miocardio o de enfermedades cerebrovasculares o ha tenido algún efecto en las personas que sufren cuadros de ansiedad o depresión, pero los resultados han sido "contradictorios", precisa.
El vicepresidente de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), José Polo, resta importancia a los "desajustes" que se producen en el organismo y que están relacionados con la luminosidad y con los cambios en los ciclos de sueño y vigilia.
Polo aconseja acudir al médico en el caso de se produzca alguna alteración importante en el sueño o en el estado de ánimo, aunque reconoce que no hay un incremento de las consultas por el cambio de hora. "Hay gente que en primavera se encuentra más eufórica debido al aumento de la luminosidad, mientras que el otoño está relacionado con la tristeza y la depresión", asegura.
Destaca la importancia de afrontar el nuevo horario de manera paulatina y rechaza "cualquier cambio brusco de los ciclos vitales, que están relacionados con la luminosidad", por lo que se muestra partidario de adoptar la hora solar.
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