Patrimonio del Consell asegura que comunicó los desperfectos a Cort hace "mucho tiempo" y que el conjunto "cada vez se deteriora más"
La muralla islámica que forma conjunto con la torre en el Baluard de Sant Pere se deshace. Literalmente. El tipo de material y técnica utilizados en aquella época, el tapial, requiere un mantenimiento constante para evitar su degradación. El problema, explicó ayer la directora insular de Patrimonio, Kika Coll, es que el Ayuntamiento no ha hecho las obras de reparación que se le indicaron hace más de dos años. Preguntado al respecto, Cort asegura que el área de Infraestructuras está avisado y que se actuará.
Parte de la muralla de origen musulmán se está desparramando sobre la terraza contigua, que la une a la torre musulmana, ambos declarados BIC y situados al final de la calle Pólvora. La tierra utilizada en la construcción de este muro se ha quedado amontonada, como se puede comprobar en la fotografía.
La responsabilidad del mantenimiento de estos elementos protegidos es del Ayuntamiento, como reconoció el anterior regidor de Patrimonio, Llorenç Carrió, quien aseguró que ya tenían constancia de estos daños y que la concejalía de Infraestructuras "está avisada".
Hace exactamente tres años que ARCA denunció el desprendimiento del muro medieval y se puso en contacto con el Ayuntamiento y con Patrimonio del Consell para que pusieran remedio a los graves desperfectos. Ayer, Kika Coll, confirmó que los daños se comprobaron en diferentes visitas al Baluard hace más de dos años. La directora insular descargó ayer la responsabilidad del mantenimiento de este bien protegido en el Ayuntamiento, ya que por parte del Consell se había hecho un seguimiento de esta denuncia y se había comunicado a Cort qué medidas debía tomar.
Coll remarcó que los desperfectos se remontan a años atrás y que el Ayuntamiento los tiene que reparar porque este conjunto histórico "cada vez se deteriora más".
La torre musulmana del Baluard de Sant Pere se reparó por última vez en 2010, tras años permaneciendo cerrada al público debido a los ataques vandálicos que sufrió en 2002. En ese momento, Govern y Ayuntamiento se pusieron de acuerdo para reparar los daños, con un presupuesto de 47.000 euros.
Unos años antes, en 1998, se había rehabilitado este conjunto de restos arqueológicos del Puig de Sant Pere, un proyecto dirigido por la arquitecta Joana Roca y con el que quedaron al descubierto elementos arquitectónicos de gran valor. La torre musulmana se abrió al público en mayo de 1999, aunque pocos años después quedó cerrada.
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