viernes, 16 de noviembre de 2007

Grecia: el aumento del peso musulmán crea nuevos retos

Mientras finaliza la construcción de la gran mezquita que abrirá sus puertas entre 2009 y 2010, Atenas ha inaugurado el primer centro de plegarias para la comunidad islámica. A pesar de la buena integración de los musulmanes en el entramado socio-político del país, la potencial proliferación del radicalismo constituye un peligro latente.

Atenas, 15 noviembre 2007, Equilibri.net, Angelita La Spada

Controvertidos minaretes

Puerta de ingreso de Europa, el país helénico está geográficamente ubicado en el punto de encuentro y, en algunas ocasiones conflicto, entre el Viejo Continente cristiano y el Medio Oriente musulmán. Las principales comunidades islámicas griegas se localizan al norte del país, en la región de la Tracia occidental, entre Turquía y Bulgaria. Estas comunidades aunan a 110.000 miembros, que conforman casi el 1% de la población helénica y un cuarto de los habitantes de la Tracia occidental. Esta zona está considerada como de gran importancia estratégica por dos factores: el primero está vinculado a la cuestión turca, ya que de vez en cuando afloran conflictos nacionalistas y religiosos entre los habitantes musulmanes y cristianos; el segundo, está conectado a la enorme potencialidad de crecimiento de la región, debido a los enormes proyectos de infraestructuras como el oleoducto de 280 km. que tendría capacidad para transportar 800.000 barriles diarios de crudo ruso desde el puerto búlgaro de Burgas a una terminal petrolífera en los alrededores de la ciudad griega de Alessandropoli, en el Egeo.

La comunidad musulmana de la Tracia está bien integrada en el entramado socio-político del país; sin embargo, la radicalización de esta parte de la población representa un peligro real. Desde finales de los años noventa, los servicios de inteligencia griegos expresan su preocupación por las enormes cantidades de dinero que los saudíes envían a la minoría musulmana helénica para sus actividades asistenciales religiosas. Sin embargo, a pesar de que en la Tracia aún no se han detectado signos de segregación musulmana, tal y como ha sucedido en otros países europeos. En Atenas, la presencia de áreas heterogéneas a nivel étnico y racial evita la creación de una especie de escudo protector de seguridad, favoreciendo la expansión de ideas fundamentalistas.

Tras el año 2000 ha surgido en Atenas una nueva e inestable base islámica, con decenas de mezquitas en apartamentos, garajes y almacenes. Cinco de ellas han sido identificadas por la SCA ateniense (Serious Crimes Agency) como lugares en los que se reúnen elementos fundamentalistas. Desde hace algunos meses, Atenas cuenta oficialmente con su primer Centro Árabe-helénico para la cultura y civilización, en la zona meridional de la capital. 170 años después de la caída del Imperio Otomano, miles de fieles musulmanes podrán oficiar sus ritos en un recinto de 1.800 m2 que anteriormente estaba ocupado por una industria textil. El complejo, financiado por los saudíes, puede acoger a 1.000 fieles, funcionando al mismo tiempo de centro cultural y de escuela de lengua árabe. De hecho, la apertura del Centro es la solución temporal a toda una serie de conflictos entre la comunidad musulmana y las autoridades helénicas por la construcción de una auténtica mezquita en la capital griega. El excesivo retraso de la realización de este lugar de culto está vinculado a la profunda oposición por parte de la Iglesia Ortodoxa y de ciudadanos que asocian las mezquitas a cuatro siglos de dominación del Imperio Otomano y de la rivalidad política con Turquía. Según un sondeo realizado sobre 1.500 ciudadanos de la capital, más de la mitad de los 5 millones de residentes atenienses son contrarios a la construcción de una mezquita para la gran comunidad de inmigrantes musulmanes (500.000).

Ya antes de los Juegos Olímpicos de 2004, el Gobierno socialista había decidido autorizar la construcción de un centro cultural islámico y de una mezquita en la zona de Peania, en las cercanías del Aeropuerto Internacional de Atenas. Sin embargo las autoridades locales congelaron el proyecto tras la oposición de la Iglesia de Grecia, que se mostraba favorable a la creación de la mezquita, pero mostraba sus reticencias a la realización de un centro cultural. El año pasado el Gobierno helénico, tras una propuesta de la Iglesia de Grecia contraria a la reapertura de una mezquita otomana en Monastiraki Square en Atenas, dio luz verde a la construcción de una mezquita en la zona no residencial de Eleonas (o Elaionas), cerca de Omonia, en el centro de Atenas, para el 2010.

Diversas amenazas

Grecia, a diferencia de otros países (no sólo europeos) que permanecen sujetos a las amenazas islamistas y de Al-Qaeda, todavía no ha tenido que hacer frente al terrorismo yihadista. El país helénico, junto con al-Andalus (España musulmana), ha sido señalado por los Hermanos Musulmanes como uno de los lugares que debe ser reconquistado para la creación de un califato panislámico. Dejando de lado este aspecto, Grecia no ha registrado casos vinculados a actividades de redes yihadistas.

El único episodio de terrorismo se produjo en enero de este año, cuando la embajada de Estados Unidos en Atenas sufrió un atentado, al ser alcanzada por un misil antitanque Rpg-18 de fabricación rusa. El acto fue reivindicado por Lucha Revolucionaria (EA, Epanastatikos Agonas), un grupo terrorista local de extrema izquierda responsable de seis atentados. Esto se produce tras una serie de episodios terroristas entre 2005 y 2006, que denotaban el nacimiento de nuevos grupos o bien la modificación de los ya existentes. En el pasado, no han faltado los ataques a objetivos occidentales en la República helénica. Históricamente, estas redes incluían organizaciones árabes que actuaban contra objetivos americanos y grupos armenios o kurdos que actuaban contra objetivos turcos. Diversos ataques terroristas han sido reivindicados por miembros del PKK kurdo, afiliados a la organización palestina 15 de Mayo, el grupo Abu Nidal, Septiembre Negro y grupos chiíes libaneses.

La cooperación entre grupos locales y extranjeros incluye el adiestramiento en tácticas de guerrilla, uso de explosivos, técnicas de improvisación en el uso de armas, planificación de ataques, además del apoyo logístico y financiero. A pesar de que no se detectan signos claros de actividad política terrorista vinculada a redes internacionales, no se puede negar que Grecia es una zona de tránsito, enclave de rutas migratorias. Miles de personas procedentes de Oriente Medio y Asia Central llegan a través del país helénico a Europa Occidental. El fenómeno de la inmigración ilegal podría derivar en amenazas de radicalismo islámico. A lo largo de los años, organizaciones criminales de origen balcánico y medioriental, han desarrollado redes de contacto y amplias competencias en el tráfico de drogas, inmigración ilegal y falsificación de documentos de identidad. Grupos de terroristas y de crimen organizado trabajan conjuntamente. Estos vínculos se han visto reforzados por el hecho de que los terroristas utilizan a menudo las mismas rutas de tráfico de drogas, armas o actividades similares que emplean los traficantes. En el 2005, por ejemplo, un hombre de nacionalidad marroquí, Anwar Mazrar, fue arrestado en la frontera turco-helénica mientras intentaba entrar en Grecia en un autobús que unía Estambul y Tesalónica. Mazrar -buscado por las autoridades francesas y marroquíes-, fue acusado de pertenencia a una organización fundamentalista, brazo armado de al-Qaeda, situada en Marrruecos. Además, el sujeto estaba en posesión de documentos falsos, un problema que se ha agravado durante los últimos cinco años, tal y como demuestran las frecuentes detenciones, en países europeos, de fundamentalistas árabes con pasaporte griego falso. Numerosos árabes “helenizados” han sido arrestados en Gran Bretaña, Portugal, Francia y Países Bajos. Un dato interesante: entre el 10 y el 15% de los arrestados eran sospechosos de pertenecer a organizaciones extremistas islámicas.

Conclusiones

La apertura en Atenas de la primera mezquita convierte en oficial la presencia islámica en el corazón de Grecia. Esto demuestra la necesidad del país de hacer frente, junto con otros países de la Unión Europea, a las posibles amenazas de actividades de adoctrinamiento y propaganda fundamentalista. El riesgo de radicalización existiría si una mezquita wahhabita sirviese como centro para la expansión de la literatura extremista, además de para la recaudación de fondos y la difusión de vídeos en los que se honra a combatientes yihadistas.

Traducción de Diana Quintero Rodríguez

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