¿Eres partidario de prohibir el velo en las aulas?
La sanción a una alumna musulmana del nuevo colegio de Arteixo por llevar velo en clase ha abierto un complejo debate en la sociedad gallega. No es un asunto baladí, y buena prueba de ello es que la misma polémica ha surgido ya en otras ciudades no solo de España, sino de otros muchos países europeos. El hecho de que Arteixo sea el municipio que alberga la mayor comunidad musulmana de Galicia justificaría por sí solo que haya brotado precisamente ahí.
Desgraciadamente, el debate, de por sí complejo, se ha visto envuelto en estereotipos e imposturas que en nada ayudan a resolverlo. Desde posiciones progresistas, que claman habitualmente por la exclusión de los símbolos religiosos de las aulas de centros públicos, muestran tolerancia con el hiyab en las clases; desde las conservadoras, que defienden la presencia de los crucifijos en los colegios y la asignatura de religión, suelen argumentar que la norma del consejo escolar ha de prevalecer por encima de todo, de modo que debe respetarse la prohibición del centro de llevar la cabeza cubierta, ya sea con una visera o con un pañuelo, con independencia de sus connotaciones. Unos y otros tienen parte de razón, pero sólo parte.
El significado de llevar velo ha cambiado con el paso del tiempo. Llevar hiyab fue tradicionalmente un símbolo inequívoco de adscripción religiosa. Ahora, en cambio, hay también quien lo utiliza como signo de apego y respeto a una tradición cultural, sin connotación religiosa alguna, o incluso hay quien lo luce como simple moda. Los movimientos feministas islámicos aducen que llevar velo supone una "feminización de la religión". Querrían demostrar que en su religión también se puede conseguir la igualación de sexos. Para el intelectual francés de origen argelino Sami Naïr la libertad e igualdad moderna no tienen nada que ver con la fe, de ahí que propugne separar el Estado y los credos. Naïr aboga por prohibir el velo en escuelas y otros lugares donde se ofrezcan servicios públicos, ya que lo considera un símbolo de afirmación religiosa. En el caso que nos ocupa no cabe lugar a dudas de cuál es la motivación última, pues los padres han explicitado que la niña lo hace por motivos religiosos.
Los docentes gallegos reclaman con toda lógica una reglamentación clara a la que poder atenerse. Desgraciadamente, tal solución, caso de llegar, lo haría demasiado tarde para la niña ahora envuelta en la polémica. Francia, que optó en 2004 por prohibir todo símbolo o indumentaria religiosa en las escuelas, tardó quince años en regularlo desde que tuvo que afrontar el primer caso similar al de Arteixo.
España no es un país laico, sino aconfesional, lo que permite la exhibición de este tipo de indumentarias con connotaciones religiosas en los espacios públicos. De acuerdo con la actual ley de libertad religiosa de 1980, el derecho a profesar una creencia incluye el derecho a manifestarse o vestirse de acuerdo a la misma, siempre y cuando no se vulneren otros derechos fundamentales de los demás ni se altere el orden público. Pero España estaba muy lejos entonces del multiculturalismo actual.
De ahí que la inconcreción de la ley de libertad religiosa en este tipo de aspectos, a los que la sociedad española era entonces ajena, propicie su colisión con otras normas. Y, aunque sean de menor rango, el conflicto está servido. Es lo que sucede con las que ha fijado el consello escolar del centro de Arteixo. Sin margen para la ambigüedad, dice así: "No se permitirán boinas, viseras, pañuelos en la cabeza, ni otras prendas que la cubran". Si se vulnera esa norma, ¿en qué lugar quedan los derechos de los padres que han matriculado allí a sus hijos porque comparten esa disposición? ¿Es que acaso cabe pensar que tal norma es casual en un colegio recién inaugurado en la localidad con mayor porcentaje de población musulmana de Galicia?
El colegio insiste en hacer cumplir el reglamento escolar. La Xunta lo respalda y remite la solución a la futura ley de convivencia, cuyo borrador presentó en enero. Los padres de la niña, por su parte, sostienen que no se puede equiparar el pañuelo con una gorra pues el primero obedece a un motivo religioso y el segundo a una cuestión estética, y piden que la Administración facilite a la niña una plaza en el Ponte dos Brozos, otro colegio de la misma localidad donde sí permiten acudir a clase con hiyab.
Así pues, lo único claro es que la solución reglamentista o legal, como queramos llamarla, tardará, y que por el medio hay una niña cuya educación debe estar por encima de todo. Entre otras cosas para que, formada en el respeto y la tolerancia, el día de mañana, cuando sea mayor de edad, pueda decidir en verdad libremente. Es evidente que ahora, a sus once años, no lo está haciendo. Por tanto, aplíquese el sentido común. Dadas las circunstancias, la solución no parece que haya que ir a buscarla muy lejos. De hecho está en el mismo Arteixo.
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
La sanción a una alumna musulmana del nuevo colegio de Arteixo por llevar velo en clase ha abierto un complejo debate en la sociedad gallega. No es un asunto baladí, y buena prueba de ello es que la misma polémica ha surgido ya en otras ciudades no solo de España, sino de otros muchos países europeos. El hecho de que Arteixo sea el municipio que alberga la mayor comunidad musulmana de Galicia justificaría por sí solo que haya brotado precisamente ahí.
Desgraciadamente, el debate, de por sí complejo, se ha visto envuelto en estereotipos e imposturas que en nada ayudan a resolverlo. Desde posiciones progresistas, que claman habitualmente por la exclusión de los símbolos religiosos de las aulas de centros públicos, muestran tolerancia con el hiyab en las clases; desde las conservadoras, que defienden la presencia de los crucifijos en los colegios y la asignatura de religión, suelen argumentar que la norma del consejo escolar ha de prevalecer por encima de todo, de modo que debe respetarse la prohibición del centro de llevar la cabeza cubierta, ya sea con una visera o con un pañuelo, con independencia de sus connotaciones. Unos y otros tienen parte de razón, pero sólo parte.
El significado de llevar velo ha cambiado con el paso del tiempo. Llevar hiyab fue tradicionalmente un símbolo inequívoco de adscripción religiosa. Ahora, en cambio, hay también quien lo utiliza como signo de apego y respeto a una tradición cultural, sin connotación religiosa alguna, o incluso hay quien lo luce como simple moda. Los movimientos feministas islámicos aducen que llevar velo supone una "feminización de la religión". Querrían demostrar que en su religión también se puede conseguir la igualación de sexos. Para el intelectual francés de origen argelino Sami Naïr la libertad e igualdad moderna no tienen nada que ver con la fe, de ahí que propugne separar el Estado y los credos. Naïr aboga por prohibir el velo en escuelas y otros lugares donde se ofrezcan servicios públicos, ya que lo considera un símbolo de afirmación religiosa. En el caso que nos ocupa no cabe lugar a dudas de cuál es la motivación última, pues los padres han explicitado que la niña lo hace por motivos religiosos.
Los docentes gallegos reclaman con toda lógica una reglamentación clara a la que poder atenerse. Desgraciadamente, tal solución, caso de llegar, lo haría demasiado tarde para la niña ahora envuelta en la polémica. Francia, que optó en 2004 por prohibir todo símbolo o indumentaria religiosa en las escuelas, tardó quince años en regularlo desde que tuvo que afrontar el primer caso similar al de Arteixo.
España no es un país laico, sino aconfesional, lo que permite la exhibición de este tipo de indumentarias con connotaciones religiosas en los espacios públicos. De acuerdo con la actual ley de libertad religiosa de 1980, el derecho a profesar una creencia incluye el derecho a manifestarse o vestirse de acuerdo a la misma, siempre y cuando no se vulneren otros derechos fundamentales de los demás ni se altere el orden público. Pero España estaba muy lejos entonces del multiculturalismo actual.
De ahí que la inconcreción de la ley de libertad religiosa en este tipo de aspectos, a los que la sociedad española era entonces ajena, propicie su colisión con otras normas. Y, aunque sean de menor rango, el conflicto está servido. Es lo que sucede con las que ha fijado el consello escolar del centro de Arteixo. Sin margen para la ambigüedad, dice así: "No se permitirán boinas, viseras, pañuelos en la cabeza, ni otras prendas que la cubran". Si se vulnera esa norma, ¿en qué lugar quedan los derechos de los padres que han matriculado allí a sus hijos porque comparten esa disposición? ¿Es que acaso cabe pensar que tal norma es casual en un colegio recién inaugurado en la localidad con mayor porcentaje de población musulmana de Galicia?
El colegio insiste en hacer cumplir el reglamento escolar. La Xunta lo respalda y remite la solución a la futura ley de convivencia, cuyo borrador presentó en enero. Los padres de la niña, por su parte, sostienen que no se puede equiparar el pañuelo con una gorra pues el primero obedece a un motivo religioso y el segundo a una cuestión estética, y piden que la Administración facilite a la niña una plaza en el Ponte dos Brozos, otro colegio de la misma localidad donde sí permiten acudir a clase con hiyab.
Así pues, lo único claro es que la solución reglamentista o legal, como queramos llamarla, tardará, y que por el medio hay una niña cuya educación debe estar por encima de todo. Entre otras cosas para que, formada en el respeto y la tolerancia, el día de mañana, cuando sea mayor de edad, pueda decidir en verdad libremente. Es evidente que ahora, a sus once años, no lo está haciendo. Por tanto, aplíquese el sentido común. Dadas las circunstancias, la solución no parece que haya que ir a buscarla muy lejos. De hecho está en el mismo Arteixo.
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