Zona para musulmanes habilitada en el cementerio de Collserola. / RICARD CUGAT
Solo cuatro cementerios catalanes han habilitado espacios para el culto islámico
Medio millón de catalanes profesan esta fe, y el 20% son menores de edad
La comunidad islámica en Catalunya reclama espacios habilitados en los cementerios para que sus fieles puedan ser enterrados tal y como profesa su fe. Si bien en estos momentos la demanda no es muy alta, entidades musulmanas avisan de que en los próximos años serán cientos de personas las que requerirán este derecho. El Ayuntamiento de Barcelona dice estar preparado para asumir la demanda del área metropolitana.
El rito funerario es una parte indisociable de las religiones. Y en el caso del islam, es muy claro. Antes de ser enterrado, los familiares lavan el cuerpo del difunto mientras se recitan partes del Corán. Después, el cadáver debe ser inhumado en el cementerio bajo tierra, sin ataúd, colocado sobre el costado derecho y con el pecho y el rostro enfocando en dirección a la Meca. Algo para lo que ni las leyes ni la mayoría de cementerios que existen en Catalunya no están preparados para acoger.
Solo Manresa (Bages), Calonge (Baix Empordà), Sant Feliu de Guíxols (Baix Empordà) y Barcelona tienen espacios habilitados para enterrar las personas que profesan esta fe. Aunque no pueden garantizar que los musulmanes se entierren sin tumba, sí que tienen zonas para limpiar el cadáver y poder enterrarlo bajo tierra y en dirección a La Meca. No obstante, las comunidades islámicas llevan años reclamando sin éxito espacios en una veintena de ciudades más, como Canovelles, Terrassa, Lleida, Les Borges Blanques y Girona. En septiembre, el pleno municipal de Vic aprobó que en su cementerio se habilite un espacio para enterrar las personas musulmanas empadronadas en la ciudad. Solo Barcelona tiene habilitada en Collserola un área para los musulmanes del resto del territorio catalán.
En el 2014, la dirección general de Afers Religiosos cifró en medio millón el número de musulmanes que viven en Catalunya . Se trata de la segunda religión con más creyentes, después de la católica. Una gran parte de ellos son personas extranjeras que migraron a Catalunya y que tenían pensado ser enterradas en su país de origen. "El 90% de los musulmanes pagan un seguro para luego extraditar su cuerpo", explica el presidente de la Unió de Comunitats Islàmiques de Catalunya, Mohamed el Ghaidouni. Pero esto no significa que lo acaben haciendo. "A medida que las personas se van estableciendo aquí y tienen hijos que son catalanes, no van a usar el seguro, sino que prefieren ser enterrados aquí", pronostica El Ghaindouni. Y es que, cerca de 100.000 musulmanes en Catalunya son menores de edad. "Estos niños son catalanes que van a querer tener a sus padres enterrados aquí, cerca de sus casas", avisa. Y a esta situación habrá que sumarle los españoles que se han convertido a esta fe.
"Los políticos solo hacen cosas cuando todo explota. Nos gustaría que trabajasen más en la planificación, porque de aquí a 10 años la situación será muy distinta y las personas tienen derecho a ser enterradas según su fe", recuerda El Ghaidouni señalando a la Constitución Española y los derechos humanos. En la misma línea se pronuncia la entidad Musulmans Contra la Islamofòbia, que aparte de ampliar espacios pide un cambio en las leyes para que las personas musulmanas puedan ser enterradas sin tumba y en solitario. Y es que una de las cosas que no gusta es que, en el cementerio de Collserola, en Barcelona, el gran espacio del que dispone la comunidad musulmana, los hoyos están hechos para que quepan tres tumbas. "No vamos a menospreciar el trabajo que ha hecho Barcelona, porque es casi el único cementerio que tiene la comunidad islámica, pero nos gustaría tener espacios individuales", se queja el Ghaidouni.
"Estamos dando servicio a una ciudad muy densa y las dimensiones son las que son", responde el director general de Cementiris de Barcelona, Miquel Trepat, aunque añade que el cementerio de Collserola está preparando para "poder dar salida a la demanda en los próximos años". Hace doce años que la ciudad empezó a habilitar espacios para entierros islámicos, y ahora ya cuentan con 125 tumbas de tres compartimentos -de las cuales unas 80 ya están llenas- y 1.600 metros cuadrados más para aumentar la capacidad hasta 100 tumbas más, en función de la demanda. "Con independencia de lo que hagan los otros municipios, tenemos la vocación de poder garantizar espacio a todas las familias que nos lo pidan, residan o no en Barcelona", añade Trepat.
En los últimos años, la Generalitat, desde la dirección general de Afers Religiosos, ha ido recordando a los ayuntamientos que deberían habilitar espacios en los cementerios municipales para garantizar el derecho al entierro a las personas musulmanas. Como mínimo, antes de la destitución del director Enric Vendrell, en el 2018. "A nosotros nos gustaría tener al menos un cementerio islámico en cada provincia", explica el Ghaidouni, aunque tampoco descarta el hecho que se construya único gran cementerio multiconfesional como parece que se está proyectando en Collserola, en Barcelona. Sin embargo, la incógnita seguirá en el aire, porque desde la dirección de Afers Religiosos actual han preferido no hacer declaraciones para este reportaje.
Las incineraciones superan a las inhumaciones
Una tendencia creciente, y que se está extendiendo por toda Europa, es que cada vez haya más cremaciones de cadáveres que inhumaciones. En Barcelona la balanza ya se ha decantado. El 52% de las personas difuntas este 2019 prefirieron ser incineradas, mientras que el 48% optaron por descansar en una sepultura. "Es el cambio más significativos que estamos viendo en el cementerio, no solamente en Barcelona, sino en todo el Estado y el resto de Europa", señala el responsable de Cementiris de Barcelona, Miquel Trepat.
Esta tendencia, según Trepat, no se explica por la crisis económica ni porque las familias prefieren no tener que pagar un nicho. "El coste es más o menos el mismo", señala el responsable municipal. Desde Barcelona lo vinculan más a cuestiones familiares, personales o a la distinta concepción de la muerte y los ritos funerarios que conlleva la sociedad aconfesional.
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