Planta de agave americana andina.Edgar Romero / RT
El agave, planta que brinda este néctar, y durante años fue menospreciada, es aprovechada al máximo; su raíz, hojas y tallo sirven para generar diferentes productos. La planta del agave tiene a su alrededor una de las tradiciones más antiguas de la zona del altiplano de Ecuador, una cultura que se ha visto mermada en el país suramericano.
"Todo lo que viene detrás del agave era visto como con menosprecio, por ser de una identidad nativa, indígena", dice Diego Mora, fundador del proyecto Casa Agave de Agave Spirit, uno de los que inició una investigación en torno a esta cultura hace alrededor de 12 años.
Diferentes variedades de agave, frente al museo de la Casa del Agave, en Pomasqui, Quito.Edgar Romero / RT
Ese menosprecio comenzó tras la colonización española en Ecuador y estaba dirigido específicamente al chawarmisqui o, en la lengua originaria kichwa, 'tzawarmishky', el líquido que se obtiene al sacar la savia del agave, el principal producto de esta planta; y el guajango o guarango, el fermento de esa bebida.
"Es una de las bebidas más consumidas dentro de los poblados nativos, no solo del Ecuador, sino de casi toda Latinoamérica, porque esto se produce tanto en México, Guatemala, en Venezuela y acá", enfatiza Mora, señalando que era conocida como "la bebida de la eterna juventud" y "el regalo de los dioses" y, "a pesar de que tenía esa importancia, estuvo a punto de desaparecer por ese menosprecio que tenía".
"La bebida del indio"
Cuenta que la comenzaron a llamar, literalmente, "la bebida del indio, no como algo bueno, sino con toda la carga despectiva". Era la bebida de los campesinos, de los pobres, era símbolo de pobreza. Para ejemplificar, Mora dice que a la par, los nativos también consumían "chicha", un fermento de maíz, que sí era bien visto tras la colonización y hasta la fecha tiene buena reputación.
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