Colombo,17/11/2019,EFE, Reuters y AP, Federico Cué Barberena
Un grupo de personas hace fila para votar durante las elecciones presidenciales en Colombo, Sri Lanka, el 16 de noviembre de 2019. Dinuka Liyanawatte / Reuters
En los primeros comicios tras los atentados del domingo de Pascua, la seguridad se convirtió en la principal preocupación de los votantes, que valoraron entre un miembro de la influyente familia Rajapaksa y el oficialista Sajith Premadasa.
Con las heridas abiertas tras los ataques del domingo de Pascua, millones de srilanqueses acudieron a las urnas para elegir un nuevo presidente en una jornada que también estuvo manchada por unos disparos contra un convoy de musulmanes que se dirigían a votar.
La masacre del 21 de abril, que dejó más de 250 muertos, trasladó la seguridad al centro de las preocupaciones ciudadanas de la nación isleña, aún afectada por la serie de ataques contra hoteles y templos que resintieron una economía dependiente del turismo.
Con 35 candidatos a la presidencia, la carrera electoral, en la previa, parecía reservada para dos grandes favoritos: el exsecretario de Defensa, Gotabaya Rajapaksa, miembro de una influyente familia política de Sri Lanka y antiguo supervisor de la derrota militar de los separatistas tamiles hace 10 años; y el ministro de Vivienda, Sajith Premadasa, que representa al oficialismo. El actual presidente, Maithripala Sirisena, no logró los apoyos necesarios para buscar la reelección.
Rajapaksa centró su campaña en la seguridad nacional y su propuesta generó buena aceptación en la mayoría étnica, los budistas cingaleses, atemorizados tras los atentados, cuya autoría fue reclamada por el autodenominado grupo Estado Islámico. Sin embargo, su ascenso también despertó temores entre las minorías étnicas, preocupadas por una eventual línea dura en su contra.
Por su parte, Premadasa lanzó promesas de viviendas gratuitas, uniformes escolares para estudiantes y toallas sanitarias para mujeres, abordando un tema tabú en los países del sur de Asia, pero que generó un acercamiento de las mujeres a sus mitines. Si bien comenzó la campaña bastante atrás de Rajapaksa, los últimos sondeos mostraron una carrera cerrada entre ambos candidatos.
La organización independiente de observación Acción del Pueblo para Elecciones Libres y Justas (PAFFREL) estimó “una participación de 80 u 85%” de los 16 millones de votantes habilitados, quienes podían elegir hasta tres candidatos en orden de preferencia.
El conteo de los sufragios inició poco después del cierre de los colegios electorales, pero los primeros resultados se podrían dar a conocer a partir de este domingo 17 de noviembre.
Un ataque contra votantes musulmanes ensombreció los comicios
La jornada electoral no estuvo exenta de episodios de violencia, que ensombrecieron la alta participación ciudadana. El hecho más grave se dio cuando un grupo de votantes musulmanes de la remota aldea de Thanthirimale, a 190 kilómetros de la capital Colombo, fue atacada con balas y piedras por un grupo de hombres no identificados.
Ninguno de los votantes, que se dirigían a los colegios más próximos en el distrito vecino de Mannar, resultó herido, pero el ataque demostró que “hay un esfuerzo concertado para mantener a los musulmanes alejados de las urnas”, según declaró Ratnajeevan Hoole, miembro de la Comisión Electoral, a la agencia AP.
Shreen Saroor, un activista que trabaja con musulmanes desplazados, destacó que los ciudadanos pudieron llegar a los centros de votación y el ataque solo los alentó a votar más decididos.
Un reporte de la organización no gubernamental Centro para Monitorización de Violencia Electoral (CMEV) registró 196 incidencias durante los comicios, 61 reportados como actos de intimidación a votantes y 67 como campaña ilegal en diferentes puntos del país.
No obstante, el presidente de la Comisión Electoral, Mahinda Deshappriya, dijo que “no hubo incidentes graves de violencia” durante las elecciones.
Los ataques del Domingo de Pascua y el posible ascenso de Rajapaksa reavivan temores de violencia contra las minorías
La población musulmana de Sri Lanka, que representa casi el 10 por ciento de los 22 millones de habitantes del país, asegura ser foco de hostilidades tras los ataques del domingo de Pascua, cuya autoría fue adjudicada a militantes locales que juraron lealtad al autodenominado grupo Estado Islámico. De hecho, propiedades de musulmanes fueron atacadas en los días posteriores a los atentados.
A ese contexto de tensión, que generó la ruptura de la armonía entre la mayoría budista (69,3% de la población y mayormente de etnia cingalesa) y las minorías hindú (15,5% y principalmente tamil), musulmana (7,6%) y cristiana (7,5%), se suma el potencial ascenso al poder de Gotabaya Rajapaksa.
El exministro de Defensa y hermano del expresidente Mahinda Rajapaksa fue uno de los responsables de la campaña lanzada en 2009 para derrotar a los rebeldes Tigres Tamiles y poner fin a la larga guerra civil de la nación. La minoría hindú tamil aún reclama justicia por las violaciones de derechos humanos cometidas durante esa época.
A los Rajapaksa se los acusa de perseguir a los críticos y supervisar los llamados “escuadrones de furgonetas blancas” que secuestraron, torturaron e, incluso, hicieron desaparecer a periodistas, activistas y civiles sospechosos de tener vínculos con los Tigres Tamiles. También son apuntados por presuntamente tolerar la violación y los asesinatos extrajudiciales y de atacar deliberadamente a civiles y hospitales durante la guerra.
Premadasa y sus partidarios han recordado que, durante su gobierno, los hermanos Rajapaksa mantuvieron leyes de emergencia aún después del final de la guerra civil, reduciendo las libertades civiles y advirtieron que un posible regreso al poder podría significar la adopción de una línea dura contra las minorías.
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