El “Gran Salto Adelante” fue una campaña de medidas económico-político-sociales del presidente Mao Zetong en la República Popular China entre 1958 y 1961 que buscaba dejar atrás la tradicional economía agraria e iniciar la rápida industrialización y colectivización. Todavía están en eso y Xi Jinping, el actual presidente, no escatima esfuerzo en contribuir al “Salto Adelante” a su manera.
Para controlar China Xi busca controlar su historia… lo que tiene como credo en las recientes celebraciones del 70 aniversario de los sangrientos “triunfos” de Mao Zetong. Para eso ha hecho publicar libros, películas, programas de televisión y museos a fin de destacar una China dinámica y unida bajo el partido comunista que él lideriza y, para mostrarlo, acaba de estar en la histórica provincia central de Xiniang a fin de celebrar la fundación de la República Popular China y recordar los 130.000 originarios de esta área que dieron su vida por la causa. Como dice C. Buckley, de Bloomberg Politics: “en la ocasión ni siquiera hizo referencia al millón de campesinos que perecieron de hambre en Xiniang como consecuencia de las reformas de Mao y su penosa secuela.”
Xi busca regresar a lo que él llama los “genes rojos,” o un tradicionalismo recalcitrante de una China dizque pujante que se origina en un pasado sin duda peluqueado que sirve de razón de un presente cada vez más “promisorio” con miras a un futuro todavía mejor que siga el dogma comunista de monopolio político y económico. Ensoñación que él cultiva devotamente. Se trata de un “mensaje patriótico” que descarta cualquier referencia a los costos humanos tempranos, a los de la Plaza Tiananmen, a los campos de concentración y muerte paulatina a la que hoy están sometidos millones de chinos por haber mostrado desacuerdo con los principios oficiales sobre todo en regiones rurales donde habita la mayor parte de la población de la que Xi dice. ”Esta tierra roja fue ganada a un alto precio y pagada con la sangre de cientos de millones de nuestros antepasados revolucionarios… Los último 70 años han sido de inusitado progreso económico y tecnológico.”
Claro que no sorprende que las recapitulaciones de logros de Xi, que se hacen con bombo y platillo desde hace tiempo, descarten sistemáticamente los traumas históricos como la hambruna que mató a decenas de millones entre 1958 y 1960 en todo el país; y omitan totalmente las promesas de “un gran adelanto” en la producción de alimentos que no se logró. La verdad es que si hoy se tomara en cuenta empíricamente y se hablase de ello, ayudaría a que semejante tragedia no se repitiese pero para eso lo peor es escubrirla en las referencias históricas oficiales del momento. Xi también encubre el que la economía china hoy crezca anualmente al 6,3 % siendo la cifra más baja de los últimos 30 años. Según el WP, en el occidente de China, la demolición de mezquitas y la mecanizada excabación de cementerios es constante.
Por lo menos un millón de musulmanes han sido confinados en campos de concentración donde el Corán está prohibido, los imanes son encandenados y los jóvenes son forzados a renunciar al islam. La que más está sufriendo es la etnia musulmana uigur que vive en el noroeste de China, una de las 56 etnias de China reconocidas y toleradas por el gobierno hasta hace poco. Pero el régimen de Xi busca eliminarla y reemplazar su deísmo con ¡Lealtad al Partido! Lealtad que Xi busca también en Hong Kong… porque teme el contagio político que acaso llegue a la China continental.
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