Euskadi,20/05/2017,eldiario.es, Iker Rioja Andueza
El imam de Annour, en el rezo previo a la charla de la Ertzaintza I.R.
Los ertzainas han recorrido ya en los últimos meses media docena de mezquitas vascas con sus folletos en árabe, euskara y castellano donde enumeran consejos para prevenir que “las organizaciones terroristas” Al Qaeda y Daesh “manipulen a los jóvenes musulmanes”
La Ertzaintza lanza en las mezquitas mensajes de convivencia y contra la radicalidad e invita a los musulmanes a comunicar cualquier sospecha a la Policía para reconducir la situación con los propios imanes
No parece una mezquita, sino una nave más del polígono industrial de Betoño de Vitoria, a las afueras de la capital vasca. El oratorio Annour (‘claridad’ en árabe) se esconde tras dos puertas de garaje, una para varones y otra para mujeres. Son exactamente las 14.08 horas del viernes, el día grande de los musulmanes como el sábado lo es para los judíos y el domingo para los cristianos.
Una decena de filas de hombres orientados a la Meca y perfectamente alineados y coordinados se agachan, se arrodillan y se vuelven a levantar al ritmo de los repetidos ‘Al·lahu-àkbar’ (‘Alá es grande’) del imam. El suelo, por comodidad, está enmoquetado. Ellas, se supone, repiten el ritual, aunque quedan ocultas tras una lona oscura. Mientras, en el vestíbulo, dos agentes de la Inteligencia de la Ertzaintza con traje, corbata e insignia del cuerpo en la solapa se quitan los zapatos en señal de respeto. Están en el templo para compartir con esa comunidad musulmana un mensaje de prevención de la radicalidad en un contexto de alerta global por la amenaza del yihadismo.
“Arratsalde on. Buenas tardes. As-salamu alaykum. Somos policías y trabajamos en la Ertzaintza, en la Oficina Central de Inteligencia. Somos la Policía de la gente que vive en Euskadi, por lo tanto, también vuestra Policía”, se presenta C. Este agente es analista de la unidad antiyihadista de la Policía vasca, una brigada reforzada en los últimos años por la nueva situación internacional y por la menor necesidad de efectivos para la lucha contra ETA y su entorno. El funcionario puntualiza que “no hay ningún problema” en que los feligreses, casi un centenar, le graben (alguno la hace con un móvil) y, de hecho, este viernes está acompañado por un periodista y tres compañeras que se han tenido que cubrir con un velo.
Uno de los ertzainas, descalzo en la mezquita I.R.
C. y su compañero P. han recorrido ya en los últimos meses media docena de mezquitas vascas con sus folletos verdosos escritos en árabe, euskara y castellano y que enumeran consejos para prevenir que “las organizaciones terroristas” Al Qaeda y Daesh “manipulen a los jóvenes musulmanes”. Bilbao, San Sebastián, Tolosa, Barakaldo (un importante centro salafista) y ahora Vitoria ha sido su ruta. Es un programa policial pionero en España y complementario a otras medidas derivadas de la alerta terrorista 4 de 5 vigente desde hace casi dos años y que ha supuesto, en el caso vasco, más vigilancia de infraestructuras críticas, patrullas con armas largas e incluso la creación de una nueva unidad de intervención rápida en las ciudades y grandes eventos (PRI).
Un buzón policial contra la radicalización
“La radicalidad no se produce en las mezquitas. El musulmán que viene a la mezquita es un buen musulmán y las mezquitas no tienen que darnos miedo. Hay que abrir las mezquitas y mostrar que dentro no pasa nada”, apuntan de saque los ertzainas ante la atenta mirada de los asistentes, que han cambiado el árabe del sermón del imam por el castellano pausado de C. Según el agente, las comunidades religiosas pueden convertirse incluso en un activo para la convivencia. Contra la radicalidad, dice el folleto policial, hay que “seguir las directrices de los imames de las mezquitas y buscar consejo en ellos”. Antes de la charla de la Ertzaintza, el predicador de Annour había contado que si el islam no permite maltratar a los animales menos aún da pie a la violencia contra las personas.
La Policía autonómica, que en Euskadi comparte con las Fuerzas de Seguridad del Estado las competencias en materia antiterrorista, ha puesto en marcha un buzón para que los propios musulmanes informen de posibles casos de radicalización. “Si conocéis a alguien en vuestro entorno que entra en Internet y veis que lo están manipulando, enviadnos un correo”, les anima C.
“No es un método policial, no vamos a detenerlos. Hay imanes con los que tenemos confianza y que les pueden quitar esas cosas de la cabeza, transmitirles otro mensaje. Es una vía religiosa para apartarlos de ese camino antes de que salgan con un cuchillo a cortarle el cuello a alguien”, cuenta el policía a la sala, que avisa de falsos predicadores que se localizan en Google tan rápido como un libro de Amazon o la información meteorológica. “No os estamos engañando, de verdad”, repiten los funcionarios sobre la utilidad del buzón ebieuskadi@gmail.com.
El Departamento de Seguridad asegura que ya ha recibido por esta vía algunos datos de interés que han dado pie a investigaciones concretas. Sus resultados son confidenciales, como la mayoría de asuntos que rodean a la Inteligencia de la Ertzaintza. Los ertzainas explican al periodista tras la charla que ésta es “una forma más de detectar procesos de radicalización en fases incipientes”.
El calzado de los feligreses, esperando en la entrada de la mezquita I.R.
Sobre sus colaboradores en la propia comunidad musulmana, los agentes explican: “Nos dirigimos a imanes que tienen buena reputación y buen historial”. Según la Ertzaintza, “hay que tener cautela con imames residentes en algunos países orientales que no conocen la realidad europea”.
En el Islam no hay autoridad centralizada, un pontífice. Las escuelas islámicas son infinitas y esas diferencias explican muchos de los conflictos geopolíticos del mundo. En Euskadi, con 50.000 musulmanes aproximadamente, esa división interna se reproduce al milímetro. Hay templos vinculados al credo moderado y monárquico de Marruecos pero también algunos pocos siguen las creencias de los opositores ilegalizados. Y existen mezquitas controladas por argelinos. O por la comunidad paquistaní. Sorprendería conocer que, pese a los pocos chiíes que residen en suelo vasco (ni el 10% de los musulmanes), Irán financia la difusión de esta escuela, como también Arabia Saudí hace proselitismo a través de imanes que viajan por toda Europa. Es el consejo de administración de cada mezquita, en función de los grupos que la controlan, el que contrata al imam.
Ahmed Zanoutti, como responsable de Annour, tiene claro qué valores busca para los predicadores de su templo: “Paz y amor”. “Si alguien tiene un papel crucial [contra la violencia] son las mezquitas. El discurso radical está fuera de lugar”, explica. Zanoutti, que ejerce también de portavoz de la comunidad islámica de Vitoria, agradece la presencia de los policías y lo ve como una oportunidad de continuar buscando la “convivencia”. Este lunes, anuncia satisfecho, ha vuelto a invitar a los vecinos del barrio vitoriano de Salburua a una jornada de puertas abiertas en el templo en vísperas del Ramadán. Coincide con los ertzainas: una mezquita “no da miedo”.
Carne 'halal' en los comedores escolares
Los asistentes al rezo y a la charla posterior salen satisfechos con lo escuchado, al menos los que conversan con el periodista. Uno de los presentes, un muchacho joven, plantea a los ertzainas de viva voz que impulsen también la cultura de la convivencia en los colegios, para que este mensaje cale desde los primeros años. Otro explica en privado que él conoce perfectamente lo que es sentirse “marginado” a pesar de haber vivido toda su vida en España y asegura que es fantástico poder colaborar para prevenir la radicalización de los chavales de su generación de modo que esa desafección no se convierta en algo peor.
Explica C. que estas charlas están permitiendo no sólo hablar de yihadismo, sino además dar cauce a otras reivindicaciones "justas" de la comunidad islámica. Cita dos, impulsar la comida 'halal' (carne no de cerdo y sacrificada según los ritos del Corán) en los comedores escolares y evitar conflictos por el uso del 'hiyab' en escuelas o locales públicos.
Las buenas vibraciones del encuentro sólo quedan rotas cuando uno de los presentes, en voz alta, plantea que se cree una “justicia islámica” propia y exclusiva para musulmanes en casos, por ejemplo, de “maltrato”. ¿Se refería a una Policía de la ‘sharia’ como se ha visto en algunos lugares de Europa y sólo ocasionalmente en España? “La ley es la ley y es igual para todos”, zanjan los policías sin dar mayor importancia al exabrupto.
Son las 15.08. Toca ponerse los zapatos. La Ertzaintza mantendrá sus protocolos antiterroristas y continuará “monitorizando” sistemáticamente las redes sociales y los foros de Internet para cazar tanto a quienes adoctrinan como a quienes enaltecen el terrorismo. Pero volverá también a las mezquitas para “conversar” con musulmanes. Los presentes despiden a C. y P. con aplausos y un ‘Al·lahu-àkbar’. Zanoutti les promete una comida para su siguiente visita.
¿Escuchan música 'nasheed' con temática violenta?
Los folletos que la Ertzaintza reparte en las mezquitas para que los propios musulmanes avisen de posibles casos de radicalización recogen una serie de "indicadores" que pueden "sugerir" que un joven esté pensando en dar el salto para convertirse en un terrorista. Según la Policía vasca, hay que analizar si "empiezan a no respetar a los padres", "si pasan muchas horas en Internet y visitan páginas radicales", si "obligan" a su entorno a practicar "hábitos islámicos no habituales", si "hablan repetidamente" de la opresión que sufren los musulmanes en Occidente o si "escuchan música 'nasheed' de temática violenta". La música 'nasheed' no incorpora instrumentos porque aparentemente son 'haram' según el Corán ('halal' es lo permitido, 'haram' lo prohibido). A partir de ahí, la Ertzaintza plantea "recomendaciones" que van desde "tener cautela" con determinados imanes hasta "no fiarse de personas que hacen llamamientos para ir a zonas de conflicto" como Siria. En general, hay que "desconfiar de desconocidos de Internet que sugieren o animan a combatir" y de "personas que pasan el día hablando sobre guerra, chiísmo, opresión o la necesidad de ir a zonas de conflicto".
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