Una mujer porta un niqab en una mezquita de Madrid Jesús G. Feria
La ley podría prohibir su uso en la vía pública
Son las 14:15 del viernes. La mezquita del Centro Cultural Islámico de Madrid –conocida como «la mezquita de la M-30»– está a rebosar. Es el día y la hora en la que los musulmanes acuden en masa a rezar. Hay casi tantas mujeres como hombres, si bien se separan a la entrada en departamentos diferentes. El uso del hiyab, o velo islámico, es mayoritario entre las asistentes. Entre todas, solo una lleva el nicab, el velo que sólo permite ver los ojos. Es algo a lo que se aferran las asociaciones islámicas a la hora de criticar las leyes que podrían regular en nuestro país el uso de prendas como el burka en la vía pública. «Lo vemos ridículo.
Es una prenda preislámica que llevan las afganas. Sólo es una minoría. No es un tema en el que queramos pronunciarnos», afirma a este diario Xantal Genovart, de la Asociación de Mujeres Musulmanes de Cataluña. «Jamás se ha hecho un recuento oficial», apunta Carlos Antolí, abogado de la asociación Watani, que ha puesto recursos contra todos los consistorios que han legislado sobre las prendas islámicas. En todo caso, al abogado sí le consta que puede haber entre «15 y 20 mujeres en Barcelona, 12 o 13 en Lérida... Es imposible saberlo. Pero seguro que no llegan a cien mujeres en toda España».
Sea como fuere, pocas voces se han opuesto a lo largo de esta semana a una hipotética legislación nacional sobre el uso del burka y el nicab. El Govern catalán aprobó esta semana la memoria previa del anteproyecto de ley que prohibirá el uso de piezas de ropa y complementos que oculten el rostro en la vía pública en determinadas ocasiones, como manifestaciones, o al entrar en edificios públicos. Mientras, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, afirmó que el periodo de tramitación de la Ley de Seguridad Ciudadana podría ser un «buen momento, aunque no digo que sea necesario», para que los grupos parlamentarios «alcancen un nivel de consenso» en este sentido. Fuentes de Interior negaron a LA RAZÓN que el Gobierno pretenda legislar en este sentido, sino que el ministro quiso «sugerir esa posibilidad» a los grupos del Congreso.
Asociaciones de mujeres y jueces
Asociaciones de jueces, mujeres y de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado se mostraron esta semana a favor de una posible limitación. Ángeles Jaime de Pablo, vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Juristas Themis, afirmó que el burka es una prenda «incapacitante para las mujeres que lo portan», afirmó esta semana Ángeles Jaime de Pablo, vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Juristas Themis. Mientras, Pablo Llanera, portavoz de la Asociación Profesional de la Magistratura, afirmó que sería «razonable» su regulación y «conforme a una sociedad democrática». Por su parte, Antonio Labrado, portavoz de la Confederación Española de la Policía, afirmó que el burka «imposibilita identificar claramente a una persona».
Con todo, son los vecinos de algunas de las localidades donde se ha regulado el uso del burka los que más se felicitan por una posible prohibición. La mayoría de ellas se encuentran en Cataluña, donde la comunidad musulmana alcanza los 460.000 habitantes. Es el caso de Reus (Tarragona), que recientemente se convirtió en el primer municipio en limitar su uso en la vía pública, alegando motivos de seguridad. O Lérida, ciudad pionera en este sentido. En 2010 prohibió estas prendas en los edificios municipales. El Tribunal Supremo anuló el año pasado la prohibición al considerar que esta norma limitaba un derecho fundamental: el de la libertad religiosa. Pero poco después, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo avaló la prohibición al considerar necesaria la identificación de los individuos para garantizar la seguridad de los ciudadanos. En todo caso, fuentes de los Mossos apuntan a que muchas mujeres están optando por llevar el nicab «con la cara al descubierto y sin guantes, para demostrar adaptación, porque saben que es algo que genera rechazo».
Las «guerreras» de Lérida
«No tendría que existir: vulnera la libertad de las mujeres», afirma a este periódico Carmen Guerrero, presidenta de la Asociación de vecinos de La Bordeta, en Lérida. Junto a Veni Ros, presidenta de la Asociación de vecinos de Cappont, las han bautizado como las «guerreras» por su fuerte postura contra el burka. «En los tiempos que corren, es un atraso. Las que lo llevan han demostrado poca integración. Se mueven en el ámbito de su familia. Casi nunca las ves en el barrio, o comprando. Sólo las ves a media tarde, cuidando de sus hijos...», asegura Ros. «Son muy ermitañas, muy cerradas. Las ves en rarísimas ocasiones. Si viajamos a sus países y tenemos que entrar con velo, también deberían respetar las normas de aquí», dice Guerrero.
«Prohibir el burka les beneficiaría», añade la vecina. «Primero, porque es una forma de machismo», explica. «Y además, porque la gente se sentiría mejor, más segura, porque podrían pasear por las calles y encontrarse con gente con la cara descubierta», dice. Ahora mismo, ambas asociaciones se encuentran inmersas en una «batalla»: según afirman, los musulmanes de Lérida han acaparado un pabellón municipal para sus oraciones y han «abierto negocios» en el lugar. En definitiva, un capítulo más de la difícil convivencia entre dos culturas.
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