Militantes hindúes celebran la decisión del Supremo, el sábado en Ahmedabad. SAM PANTHAKY AFP
El Supremo falla en favor de la comunidad religiosa mayoritaria en India y cierra así uno de los episodios más sangrientos de la historia reciente del país.
El Tribunal Supremo de India ha ordenado este sábado la creación de una fundación para construir un templo en honor a la deidad hindú Ram sobre las ruinas de una mezquita en Ayodhya. El templo musulmán, de 460 años de edad, fue destruido por una turba de radicales hindúes en 1992. El esperado veredicto, adoptado de forma unánime, pone fin a un litigio que ha enfrentado a las comunidades hindú y musulmana de India desde hace más de dos décadas. La decisión de la corte incluye también la concesión de un terreno donde crear un lugar de rezo musulmán. La histórica decisión supone la victoria del nacionalismo hindú del Gobierno del primer ministro Narendra Modi casi 100 días después de que su Ejecutivo retirase por sorpresa el estatus autonómico especial de Cachemira, otra de las tradicionales demandas del hinduismo político.
En respuesta “a una disputa tan antigua como la propia idea de India”, el veredicto concluye que “la fe y creencias hindúes establecían el nacimiento de Ram en el lugar en el que se construyó la mezquita Babri”, edificada sobre restos “que no eran islámicos”; según las pruebas documentales y orales. Así, el Supremo daba la razón a los litigantes hindúes, a quienes se les concede la totalidad del terreno para que un patronato construya un templo dedicado a esta deidad, reencarnación humana del dios Vishnu. La corte máxima del país, por otra parte, insta a las autoridades regionales o nacionales a que concedan el doble de espacio en un terreno alternativo para la creación de una mezquita que reemplace a la derribada hace más de dos décadas.
Entre fuertes medidas de seguridad desplegadas en Uttar Pradesh, región donde encuentra Ayodhya, el veredicto del Supremo es uno de los más controvertidos de la historia de India, ya que se refiere al episodio reciente más sangriento entre las dos mayorías religiosas del país. En 1992, hindúes radicales demolieron la mezquita existente en Ayodhya desde el siglo XVI, violando un fallo del Supremo. Aquello dio lugar a una espiral de violencia que causó más de 2.000 muertos y otros tantos desplazados —la mayoría, musulmanes— y que recordó a las masacres sucedidas tras la partición del subcontinente en 1947, origen de India y Pakistán, vecinos y enemigos irreconciliables. Años después, en 2010, el Tribunal Superior de Allahabad dividía el terreno en tres partes, fallo anulado hoy por la sentencia del Supremo favorable a la mayoría hindú de India.
La decisión final sobre esta disputa ha sido recibida con festejos por parte de grupos hindúes congregados frente al Supremo, mientras que los representantes de la comunidad musulmana dicen respetar la decisión aunque no estén de acuerdo. En Ayodhya no se han registrado incidentes aunque varios centenares de personas fueron arrestadas ayer en previsión de posibles altercados. “Este veredicto no debería verse como la victoria o la derrota de nadie”, escribió en Twitter el primer ministro Modi poco después de conocerse la decisión del tribunal: “Que la paz y la armonía prevalezcan”.
Pese a la equidistancia del líder indio, el fallo se entiende como una victoria de su partido, el conservador y nacionalista hindú Bharatiya Janata Party (BJP), que ha hecho campaña en favor de la construcción del templo a Ram desde hace años. Este no era el único compromiso ideológico-religioso del programa del partido que arrasó en los comicios nacionales de mayo. Hace tres meses, el partido frente al Ejecutivo central también cumplía una de sus promesas históricas —y base fundacional— al revocar unilateralmente la autonomía especial de la disputada Cachemira.
Única región india de mayoría musulmana y fronteriza con Pakistán, el Estado de Jammu y Cachemira tenía prebendas constitucionales ideadas para fomentar la inclusión de los musulmanes, el 14% de los 1.300 millones de habitantes, en una nación secular de mayoría hindú. Sin embargo, miembros del BJP insisten desde hace años en crear asentamientos hindúes en el valle de Cachemira.
“El país se mueve hacia su conversión en una nación hindú”, dijo al conocer la decisión judicial Asaduddin Owaisi; influyente político musulmán de la oposición. Además del veredicto en favor del templo hindú y la disolución de Cachemira, los críticos subrayan el alineamiento del Gobierno con el hinduismo político (Hindutva), contrario a la visión secular de India y al resto de grupos religiosos no hindúes. Desde la llegada al poder del actual Ejecutivo, en 2014, activistas de derechos humanos denuncian más agresiones contra la minoría musulmana a raíz de las políticas de protección de vacas impuestas en los estados del norte del país.
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