lunes, 7 de diciembre de 2009

Pintadas racistas en la Mezquita del Mantelete

Melilla, 07/12/2009,el Faro,Enrique Delgado.


En la mañana del día de La Constitución, tanto la fachada de la Mezquita del Mantelete como la entrada a la galería del Baluarte de San José bajo aparecieron cubiertos de pintadas racistas y fascistas, con leyendas como “Viva Franco”, “Moros No”, “Una, Grande y Libre” y “leña al moro”.

La acción sólo puede atribuirse en principio a grupos vinculados a la ‘ultraderecha’, ya que se ha escogido el día de la celebración Constitucional para llevarla a cabo y se ha impregnado de los tintes racistas que suelen ser la característica ideológica más relevante de este tipo de grupos.

El que se hayan realizado también las pintadas sobre una mezquita, constituye el primer ataque a un edificio religioso en Melilla en varios años. Este hecho demuestra que la provocación urdida por este grupo lleva una doble dirección, por un lado muestra el rechazo a las bases de convivencia que supuso el texto Constitucional y por otro busca la confrontación con la comunidad musulmana de

Melilla

Las bases de convivencia sobre las que se asienta Melilla pueden ser fácilmente alteradas si se tolera lo más mínimo cualquier acción relacionada con este tipo de grupos, por ello urge que nuestra clase política se decida de una vez a retirar, antes de que acabe el año, la estatua de Franco, por su simbología inconcebible e incompatible con la Constitución.

En esta misma semana, todos los grupos de la Asamblea de Melilla debería aprobar una moción para retirar la estatua de Franco de nuestras calles, porque, a pesar de la mentira de que se trata de un monumento dedicado al comandante africanista, la realidad es que a estas alturas es también un monumento dedicado al dictador y que una cosa no se puede separar de otra.

El mantenimiento de esa estatua en nuestras calles envía a los grupos “ultras” el mensaje subliminal de que Melilla todavía tiene algún vínculo o deuda moral con el dictador y favorece no sólo este tipo de acciones, sino que también programas como “El Follonero” puedan poner en ridículo la imagen de nuestra ciudad, al consentir y tolerar la presencia de “ese escombro” en un zona principal y monumental.

Para que nadie asuma el coste político o electoral de su retirada, ésta debe hacerse y llevarse acabo con la total unanimidad de los miembros de la Asamblea de Melilla. Si asumimos que debió retirarse en su debido momento y que nadie de los que hoy compone la Asamblea de Melilla estaba en el Ayuntamiento cuando se instaló en 1978, deben ser todos los grupos y miembros actuales los que asuman y decidan su retirada.

Tampoco escapa al análisis y posible origen de esta acción, las recientes declaraciones de Abderrahman Benyaya advirtiendo de una posible guerra de religión en Melilla y haciendo anatema de un posible enfrentamiento entre facciones islámicas.

Las luchas de poder en el seno de la Comisión Islámica no pueden trasladarse a la opinión pública, muy sensible a este tipo de temas.

No se puede alarmar a la población melillense ni hacerla creer que pueden vivirse en Melilla enfrentamientos parecidos a los que sostienen Chiíes y Sunníes en Iraq y otros países de Oriente. Esos discurso de radicalismo religioso están fuera de los márgenes de convivencia establecidos en nuestra ciudad.

La utilización de la religión con fines partidistas, tal cual sucede también en la comunidad cristiana, enciende siempre incendios que acaban devorando a quienes los promueven.

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