Musulmanes, ortodoxos y testigos de Jehová viven estos días ajenos al consumo desmesurado
«Se crean muchas expectativas y hay gente que se siente sola y frustrada estos días»
Como rigen las normas de esta sociedad, cada día más diversa y multicultural, miles de familias afrontan estas Pascuas como unas fechas «sin especial transcendencia», fuera de los excesos y el derroche consumista que prima en la actualidad. Son las otras religiones, aparte de la cristiana-católica, que más fieles congregan en la capital alavesa: los musulmanes, los ortodoxos y los testigos de Jehová. Su manera de entender la fe difiere de una de las celebraciones más tradicionales pero cada vez más globalizadas de España y de todo el mundo. A pesar de ello, la agenda festiva de los últimos días de diciembre y de los primeros de enero les condiciona en cierta medida a pasar unas semanas algo diferentes a las del resto del año.
Musulmanes
«Hemos asumido algunas costumbres españolas»
La ceremonia del té es todo un ritual diario en casa de Fadila Saad. Su primo Sidi Mohamed se encarga de hervir el agua, colocar las tazas y elaborar una característica mezcolanza a base de infusión y aromas. Esta exótica tradición, junto con su extraordinaria hospitalidad, forma parte de la rutina de esta familia saharaui, que hace poco más de un año dejó atrás una árida vida en los campamentos de refugiados de Tinduf para venir a Vitoria.
Desde que llegaron a la capital alavesa se acogieron, en cierta medida, al viejo dicho 'adonde fueres haz lo que vieres'. Por eso, aunque su peculiar hora del té tampoco falla en Pascuas, aprovechan estos días para empaparse de algunos aspectos del espíritu navideño local.
«Ya que ahora vivimos aquí, nos adaptamos a algunas costumbres españolas», asegura Fadila. Su noche del 24 de diciembre no distó mucho de la de muchas otras casas vitorianas, ya que estos inmigrantes también se reunieron con los suyos para disfrutar de una acogedora cena al calor del hogar. «Aprovechamos estos días para reunirnos con los familiares que viven en otras comunidades y estar con los amigos», apostilla.
Sus hijas, Koria y Milka, de cuatro y dos años, respectivamente, son conscientes de la magia y la ilusión que empapan estos días, hasta el punto de que se han empeñado en colocar un árbol de Navidad adornado por ellas mismas. Papá Noel se acordó de ellas ayer y les dejó algún juguete. «Les encanta salir a la calle y observar la animación y las luces que decoran las calles», comenta su madre.
Diciembre es una época tranquila en el hogar de Fadila. Sin embargo, su fe musulmana les obliga a cumplir con el ayuno diario del 22 de agosto al 22 de septiembre, durante el Ramadán. Una costumbre sagrada que siguen a rajatabla, al igual que la mayor parte de la comunidad islámica que reside en la capital alavesa. Su cultura también se deja entrever en las cenas y comidas de estos días, con la prohibición del cerdo y las bebidas alcohólicas. Por este motivo, su menú de Nochebuena se basó principalmente en el cuscús y los zumos de frutas. Tampoco rechazan el mazapán y los polvorones, productos de origen árabe. En la sobremesa, se divierten escuchando música de su tierra, «con canciones de Fidiha, Najem Alal o Mariam Hasan, por ejemplo, y también de artistas como Enrique Inglesias, Shakira o Laura Pausini». Para fin de año tienen pensado reunirse otra vez en casa «y salir un rato a la calle».
Los saharauis suelen pasar el té de una taza a otra en repetidas ocasiones «para que quede espumoso». Por eso, el primer sorbo el más intenso. A sus 29 años, Fadila reconoce que está bien amoldarse a la vida de otro país, aunque sin renunciar a su cultura.
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