Un centenar de reclusos musulmanes asisten en prisión a la primera Fiesta del Cordero que se celebra entre rejas en España
«Es verdad, hay cordero, no era sólo palabrería», comenta un interno escéptico Said sólo tiene 21 años pero sus experiencias son las de un viejo con una habilidad especial para meterse en problemas. Es unos de los 109 presos marroquíes que están encerrados en la prisión granadina de Albolote . En su mirada hay tristeza y derrota, pero también ira. «Di que en está cárcel hay muchos inocentes», repite una y otra vez en un tono que unas veces se parece a una orden y otras, a una súplica.
Siendo un niño pasó de los bajos fondos de Casablanca (Marruecos) a los bajos del camión que le trajo a España por primera vez. Una vida a ras de suelo. Un colocón de pegamento le ayudó a mantenerse adherido a la carrocería. A fin de cuentas, para eso sirve la cola: para pegar cualquier material. Incluso la carne humana.
Por aquel entonces, y a pesar de su corta edad, ya era un tipo duro. La miseria curte. En los centros de acogida de Andalucía aprendió un oficio: iba para carpintero. Pero cumplió los 18, volvió a Marruecos y se metió en un feo asunto de drogas. Ya se sabe: la tentación del dinero abundante y fácil. Lo detuvieron con dos paquetes de hachís cerca de Tarifa. «Era poco», asegura con un gesto doliente que busca comprensión y compasión. Le cayeron siete años de presidio. Así que igual no era tan poco, comenta el periodista. A Said se le escapa una sonrisa pícara. Aún le queda un lustro para salir del 'talego', pero se las sabe todas. Y no se cree nada. Cuando le dijeron que este año iba a celebrarse la tradicional Fiesta del Sacrificio -la 'Navidad' de los musulmanes- dentro del penal provincial de Albolote, reaccionó con escepticismo. «¿Pero habrá cordero o es sólo palabrería?».
Ayer era el día y Said, todos los 'saids' del centro penitenciario de Granada, tuvieron que admitir que no era un camelo. «Es verdad. Hay cordero, no era palabrería».
Nueva luz
Era la primera vez que una cárcel española permitía y acogía la conmemoración de 'Aid el Adha', en recuerdo del cordero que el patriarca Abraham degolló como ofrenda a Dios en lugar de su propio hijo. Un modesto hito histórico que arroja nueva luz sobre conceptos tan manidos como mestizaje o globalización. «Lo que intentamos es que estos compatriotas sientan que no están solos, que su pueblo y su gobierno están cerca de ellos. No importa lo que hayan hecho ni la situación en la que están: siguen siendo marroquíes y no podemos abandonarlos», razonaba Sabah Aoufi, de la Asociación de Mujeres Inmigrantes 8 de Marzo por la Convivencia y la Interculturalidad, la ONG de la que partió una idea que, de inmediato, abrazaron con entusiasmo las autoridades del reino aluita. De hecho, fue el estado norteafricano el que pagó la carne de cordero que ayer se consumió en el polideportivo de la prisión de Albolote, lugar elegido para la celebración de la Fiesta del Sacrificio entre rejas (también estuvo presente el cónsul de Marruecos en Almería).
Seguridad
Por obvias razones de seguridad y también de sanidad, los animales no se 'ejecutaron' en el recinto carcelario. Eso sí y aunque la matanza se hiciera en el exterior, los corderos fueron yugulados como manda el rito: tras ser colgados con la cabeza mirando a la Meca.
La otra parte, la dirección de la prisión, tampoco puso objeciones. «En un principio, la asociación pidió permiso para hacer la fiesta sólo con las mujeres marroquíes internas, pero sólo había tres o cuatro. Así que se amplió la iniciativa a todos los reclusos marroquíes. Por nuestra parte, ningún problema. Es igual que cuando nosotros celebramos la Fiesta de la Merced. -según el credo católico, la patrona de los presidios y de la redención de penas-», indicó Nahum Álvarez, director del centro penitenciario de Albolote.
Entre los algo más de 1.600 presos de la cárcel de Albolote hay personas de varias confesiones. En este sentido, los reclusos que lo deseen pueden pedir consejo espiritual a un sacerdote católico, un pastor evangelista o, por poner un ejemplo peculiar, a un predicador rumano que pertenece a una rama del catolicismo ortodoxo que le permite contraer matrimonio. De hecho, él está casado.
Lo que no hay en Albolote son imanes (su presencia no es imprescindible en los rezos y ceremonias). La oración previa a la degustación de cordero estuvo dirigida por un preso musulmán que pronunció un intenso sermón en lengua árabe. Sus correligionarios escucharon en silencio y, en algún caso, con indiferencia mal disimulada, con el ateísmo sobrevenido que suelen acompañar a las vidas forjadas a palos. No era difícil adivinar lo que pensaban: 'si mastico, creo'.
Lo demás es palabrería.
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
Siendo un niño pasó de los bajos fondos de Casablanca (Marruecos) a los bajos del camión que le trajo a España por primera vez. Una vida a ras de suelo. Un colocón de pegamento le ayudó a mantenerse adherido a la carrocería. A fin de cuentas, para eso sirve la cola: para pegar cualquier material. Incluso la carne humana.
Por aquel entonces, y a pesar de su corta edad, ya era un tipo duro. La miseria curte. En los centros de acogida de Andalucía aprendió un oficio: iba para carpintero. Pero cumplió los 18, volvió a Marruecos y se metió en un feo asunto de drogas. Ya se sabe: la tentación del dinero abundante y fácil. Lo detuvieron con dos paquetes de hachís cerca de Tarifa. «Era poco», asegura con un gesto doliente que busca comprensión y compasión. Le cayeron siete años de presidio. Así que igual no era tan poco, comenta el periodista. A Said se le escapa una sonrisa pícara. Aún le queda un lustro para salir del 'talego', pero se las sabe todas. Y no se cree nada. Cuando le dijeron que este año iba a celebrarse la tradicional Fiesta del Sacrificio -la 'Navidad' de los musulmanes- dentro del penal provincial de Albolote, reaccionó con escepticismo. «¿Pero habrá cordero o es sólo palabrería?».
Ayer era el día y Said, todos los 'saids' del centro penitenciario de Granada, tuvieron que admitir que no era un camelo. «Es verdad. Hay cordero, no era palabrería».
Nueva luz
Era la primera vez que una cárcel española permitía y acogía la conmemoración de 'Aid el Adha', en recuerdo del cordero que el patriarca Abraham degolló como ofrenda a Dios en lugar de su propio hijo. Un modesto hito histórico que arroja nueva luz sobre conceptos tan manidos como mestizaje o globalización. «Lo que intentamos es que estos compatriotas sientan que no están solos, que su pueblo y su gobierno están cerca de ellos. No importa lo que hayan hecho ni la situación en la que están: siguen siendo marroquíes y no podemos abandonarlos», razonaba Sabah Aoufi, de la Asociación de Mujeres Inmigrantes 8 de Marzo por la Convivencia y la Interculturalidad, la ONG de la que partió una idea que, de inmediato, abrazaron con entusiasmo las autoridades del reino aluita. De hecho, fue el estado norteafricano el que pagó la carne de cordero que ayer se consumió en el polideportivo de la prisión de Albolote, lugar elegido para la celebración de la Fiesta del Sacrificio entre rejas (también estuvo presente el cónsul de Marruecos en Almería).
Seguridad
Por obvias razones de seguridad y también de sanidad, los animales no se 'ejecutaron' en el recinto carcelario. Eso sí y aunque la matanza se hiciera en el exterior, los corderos fueron yugulados como manda el rito: tras ser colgados con la cabeza mirando a la Meca.
La otra parte, la dirección de la prisión, tampoco puso objeciones. «En un principio, la asociación pidió permiso para hacer la fiesta sólo con las mujeres marroquíes internas, pero sólo había tres o cuatro. Así que se amplió la iniciativa a todos los reclusos marroquíes. Por nuestra parte, ningún problema. Es igual que cuando nosotros celebramos la Fiesta de la Merced. -según el credo católico, la patrona de los presidios y de la redención de penas-», indicó Nahum Álvarez, director del centro penitenciario de Albolote.
Entre los algo más de 1.600 presos de la cárcel de Albolote hay personas de varias confesiones. En este sentido, los reclusos que lo deseen pueden pedir consejo espiritual a un sacerdote católico, un pastor evangelista o, por poner un ejemplo peculiar, a un predicador rumano que pertenece a una rama del catolicismo ortodoxo que le permite contraer matrimonio. De hecho, él está casado.
Lo que no hay en Albolote son imanes (su presencia no es imprescindible en los rezos y ceremonias). La oración previa a la degustación de cordero estuvo dirigida por un preso musulmán que pronunció un intenso sermón en lengua árabe. Sus correligionarios escucharon en silencio y, en algún caso, con indiferencia mal disimulada, con el ateísmo sobrevenido que suelen acompañar a las vidas forjadas a palos. No era difícil adivinar lo que pensaban: 'si mastico, creo'.
Lo demás es palabrería.
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