El Madrid del siglo XIII, en el que los vecinos musulmanes, los mudéjares, convivían con el poder cristiano, ha salido a la luz con el hallazgo de dos enterramientos islámicos bajo el suelo del Palacio de la Duquesa de Sueca, un descubrimiento "muy relevante" por los pocos restos que se conservan del Madrid medieval.
Estas dos tumbas del siglo XIII estaban, según el Ayuntamiento de Madrid, orientadas hacia el Califato de Córdoba y, junto a ellas, trasladadas al Museo Arqueológico Regional, han aparecido restos de un silo con bóveda y de un sistema de prensado y conservación del vino que datan del siglo XV.
También se ha encontrado el ábside de un recinto sagrado, sin que se haya determinado aún a qué rito pertenece.
Obra de Antonio de Abajo, discípulo de Juan de Villanueva, este palacio del XVIII ha sido desde una escuela para trabajadores de la casa real hasta el domicilio de la duquesa de Sueca, mujer de Godoy, o un cuartel de la Guardia Civil, pero actualmente es célebre porque en la ficción televisiva es la sede del Ministerio del Tiempo.
Cuando culmine la remodelación del inmueble, de 7.200 metros cuadrados, y se abra al público con un uso aún por determinar, estos restos podrán observarse mediante un suelo transparente, como explica a Efe Cleto Barreiro, el arquitecto municipal responsable de la obra.
UN HALLAZGO MUY RELEVANTE.
El hallazgo de estos enterramientos es "muy relevante" porque no se conservan muchos restos en Madrid de la etapa medieval, ya que a partir del siglo XVI la ciudad creció rápidamente al convertirse en la capital de España y dejó atrás su identidad de villa humilde, señala a Efe Eduardo Jiménez, doctor en Historia y profesor de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
Madrid fue una medina islámica entre el siglo IX y el siglo XI, cuando pasó a ser una urbe cristiana. Sin embargo, apenas se ha conservado documentación sobre la presencia musulmana entre el siglo XII, del que data la primera muralla cristiana, y el XV, cuando se acredita la existencia de dos morerías: la vieja, en el interior de la muralla cristiana, y la nueva, extramuros y situada al sur de la plaza Mayor, entonces plaza del Arrabal.
Los enterramientos encontrados ahora podrían indicar que la morería nueva ya existía en el XIII, aunque su ubicación excede las fronteras conocidas en el XV, explica Jiménez. Además, aunque tanto los judíos como los musulmanes tendían a agruparse en barrios, no se puede descartar que estas dos personas fuesen mudéjares que residían en los arrabales cristianos.
UN POSIBLE CEMENTERIO MÚDEJAR EN LA LATINA.
Estas dos tumbas, de las que pervive la "huella" de los cuerpos ya retirados", son parte de los indicios que apuntan a la existencia de un cementerio mudéjar en el barrio de La Latina, donde en 2006 aparecieron más de cuarenta tumbas en la calle Toledo, enterramientos del siglo X al XV, indica Jiménez.
Además, el arqueólogo Manuel Retuerce alude a los testimonios de obreros que en los años cincuenta del pasado siglo trabajaron en la reforma del Mercado de la Cebada. Vieron varias tumbas con cuerpos enterrados "decúbito lateral" (de lado), pero, según Jiménez, "la historia no interesa y se hace la vista gorda".
Los enterramientos hallados ahora en el Palacio de la Duquesa de Sueca podrían apuntar a un segundo cementerio o una necrópolis de gran tamaño, un indicativo de que la población mudéjar en Madrid "no era escasa".
EL PALACIO, DE LA RUINA A RECUPERAR SU ANTIGUO COLORIDO.
El hallazgo de estos restos arqueológicos se ha producido en las obras de reforma de este palacio, expropiado por el Ayuntamiento de Madrid en 1999 y muy deteriorado, debido a que la estructura de madera había sido dañada por insectos xilófagos.
Cuando se complete la reconstrucción del cuerpo este del edificio, el que estaba en peor estado, el consistorio habrá invertido alrededor de 7 millones de euros en rehabilitar el inmueble, protegido con nivel 1.
Edificado sobre una antigua iglesia y el claustro de jesuitas, este palacio cuenta con varios patios de grandes dimensiones, que permiten que en pleno centro de Madrid desaparezca toda la referencia a la ciudad y los ruidos, precisa el arquitecto municipal.
Barreiro señala, asimismo, la simetría "rigurosa" de la fachada, propia de la Ilustración, y el "revoco a la madrileña", con el color "cálice de Colmenar", ya recuperado en la parte reformada y común a muchos de los edificios de la capital.
OTROS RESTOS MEDIEVALES.
Quienes quieran ver los pocos restos conservados del Madrid medieval pueden acudir a la plaza Mohamed I, donde pervive la muralla islámica, junto a la Catedral de la Almudena, o bajar al aparcamiento de la plaza de Oriente, donde se puede observar una atalaya.
Además, en la reforma del Museo de Colecciones Reales se encontraron restos de viviendas y de la medina islámica, que sin embargo no se muestran a la ciudadanía, mientras que los muros cristianos asoman en los sótanos de algunos bares de las Cavas. EFE
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