París,23/10/2017,abc.es, JUAN PEDRO QUIÑONERO
A los dos meses del bautizo, el caso del niño Yihad comenzó a plantear problemas, en la guardería, el pueblo y la región. Hasta que una denuncia planteó el caso ante la fiscalía del Tribunal de Toulouse, que ha decidido abrir una instrucción preliminar
La justicia ha decidido instruir el caso de los padres, franceses musulmanes, que decidieron dar a un hijo, nacido a primeros de agosto, el nombre de Yihad.
La pareja de franceses de religión musulmana vive en Léguevin (8.892 habitantes, el 2014), en el departamento de Haute-Garonne, entre Toulouse y Auch, las dos grandes ciudades de la región occitana. Y la alcaldía de su pueblo no puso obstáculos al nombre de pila de Yihad.
A los dos meses del bautizo, el caso del niño Yihad comenzó a plantear problemas, en la guardería, el pueblo y la región. Hasta que una denuncia planteó el caso ante la fiscalía del Tribunal de Toulouse, que ha decidido abrir una instrucción preliminar.
Según una circular gubernamental de 2011 (durante la presidencia de Nicolas Sarkozy), la administración francesa puede rechazar el nombre que unos padres desean dar a su hijo, estimando que tal nombre de pila «podría ser contrario a los intereses del niño».
De entrada, el fiscal del Tribunal de Toulouse ha decidido comenzar a instruir y transmitir el caso a un juez especializado en asuntos familiares.
«Yo soy una bomba»
El 2009, otro niño nacido en Sorgues (Vaucluse) también fue llamado Yihad por su padres. Y el caso no provocó escándalo hasta el 2012, cuando el niño apareció en su escuela con una camiseta que decía «Yo soy una bomba», en el pecho, acompañada de esta frase, en la espalda: «Yihad, nacido el 11 de septiembre». La justicia terminó enterrando el asunto, sin condenar a los padres y familiares.
Tras las matanzas de los últimos años, desde el 2015, en Francia, en particular, el caso del nuevo niño, francés, de familia musulmana, llamado Yihad, cobra una dimensión inédita, inquietante. Los padres han comenzando por justificarse, afirmando que, para ellos, la palabra árabe / musulmana yihad significa «abnegación”, “esfuerzo hacia el camino de Dios». Desde esa óptica, se trata de un problema «filológico» que se confunde con los orígenes y expansión marcial del islam.
Entre los teólogos musulmanas, yihad es, al mismo tiempo, un «deber», una “obligación” de carácter “piadoso”, que muchos patriarcas del islam de todos los tiempos han considerados como una “obligación marcial”, que Ibn Jaldún / Abenjaldún, historiador, geógrafo, sociólogo, economista y filósofo, definía de este modo: “En la comunidad musulmana, la yihad es un deber religioso, debido a la universalidad de la misión (musulmana) y (la obligación) de convertir a todo el mundo al Islam ya sea por persuasión o por la fuerza”.
Tras el magnicidio del 11-S, en Nueva York, esa visión imperial y subversiva de la yihad, «guerra santa», es la que ha prevalecido como amenaza inquietante en la nueva escena mundial.
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