Morelia, Mich,24 Oct 2017,(La Jornada).
El cineasta francés Barbet Schroeder presentó en la 15 entrega del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) su más reciente documental, El venerable W, en el que cuenta la historia del influyente monje budista Ashin Wirathu, en Birmania, quien durante décadas ha liderado una violenta persecución racista contra la minoría musulmana de ese país.
El cinerrealizador señaló: El budismo era la última ilusión que tenía. Mi admiración se desmoronó y ahora no tengo más ilusiones. El comunismo también lo fue alguna vez. Fue una cosa terrible y hay que tratar de sobrevivir y reír en la vida porque si no te vuelves trágico.
En la charla que sostuvo con algunos medios de comunicación, entre ellos La Jornada, Schroeder respondió a la pregunta de por qué seguir estas tragedias: “En el cine y la literatura hay muchas historias que hablan de los malos y los buenos; durante la vida se va descubriendo que esas dos condiciones son indisolubles. El mal es parte de la humanidad y nada cambiará. Como decía Dostoievski: ‘el mal viene con la humanidad, no se puede separar de ella’. Claro, también viene el bien, que es más aceptable y amable. Me considero de los buenos y de los malos”.
A la pregunta de que si cada religión tiene su lado fundamentalista el director de La virgen de los sicarios respondió: Claro, incluso budistas y cristianos han hecho muchas cosas atroces, como Las Cruzadas. Actualmente, en nombre de Buda, en Birmania, se hacen cosas espantosas, como el genocidio en contra de los musulmanes, lo cual es muy extraño porque normalmente se pensaría lo contrario. Hice la nueva película por la necesidad de saber, dejarme sorprender por la realidad y confrontarla para entenderla.
Agregó: Antes de filmar descubrí dos estudios interesantes, uno de la Universidad de Yale y otro de una institución inglesa, en los que se afirma que el genocidio está en progreso en Birmania.
Schroeder aseguró que precisamente eso fue lo que lo impulsó a realizar el documental: Lo hice para entender cómo los monjes budistas estaban acabando con los musulmanes en ese lugar. Estudié seis meses el fenómeno.
Barbet Schroeder durante su charla con los medios en el Festival Internacional de Cine de MoreliaFoto cortesía del certamen
Filmación en la clandestinidad
Contó: Después fui a Birmania, en la clandestinidad, sin que nadie supiera dónde estaba. Fui con otra persona y estuvimos en un lugar en el que se necesitaba ser completamente desconocidos para filmar, como un turista más.
Sin embargo, precisó, luego de un mes, la policía militar se dio cuenta de que estábamos haciendo algunas cosas; tenía fotografías de nosotros grabando sitios musulmanes. Supe que era tiempo de irnos y pensé que alguna vez podría regresar con una visa de periodista, pero me di cuenta de que nunca la obtendría.
El fundamentalismo religioso, consideró el director de Mujer soltera busca, siempre lo hemos vivido. Hemos dado continuidad a algo después de 50 o 60 años de calma.
El también colaborador de las revistas Cahiers du Ciné-ma y L’Air de Paris se refirió a Hollywood. Afirmó: Desde que era joven mi horizonte siempre el cine estadunidense, fue el amor principal de mi vida como cinéfilo. Fuera de esa industria había muy pocos cineastas, como Rosellini, que me interesaban. Ahora mi amor está en hacer las cosas, manejar y entender los nuevas formas de hacer películas.
Schroeder, quien fue asistente de Jean-Luc Godard, ejemplificó: “Tengo una teoría que he desarrollado en los años recientes; ahora todos critican la forma de hacer películas en Hollywood, con muchos efectos especiales o adaptaciones de cómics… pero hay un punto en el que no se puede sostener esta crítica, porque existen un sinfin de elementos en las cintas que son muy interesantes, como en el caso de La mujer maravilla, que es un filme sobre feminismo muy bien hecho, muy bien contado y que funciona muy bien; no se puede reducir a que es superficial”.
Finalmente, se refirió a su relación con el escritor Charles Bukowski, cuando rodó Barfly y The Charles Bukowski tapes. Dijo: Me puse muchas borracheras con él. Leí toda su obra; era tan salvaje como su prosa y tan sensible como su poesía. Entre más bebía tenía más lucidez, lo que yo nunca experimenté en mi vida.
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