lunes, 9 de mayo de 2016

Interior vigila en La Rioja 440 puntos con riesgo de radicalización yihadista

La Rioja,07 mayo 2016,larioja.com, PÍO GARCÍA


La comunidad riojana es la segunda con mayor número de focos conflictivos por habitante, según desvela el libro 'La España de Alá'

La lucha contra el yihadismo obliga a las instituciones a desplegar todas sus capacidades de inteligencia. No se trata solo de pillar al terrorista con las manos en la masa -a poder ser antes de que consume una matanza-, sino de mantener una vigilancia continua sobre aquellos puntos (lugares, personas) en los que se pueden originar procesos de radicalización. El periodista Ignacio Cembrero, buen conocedor de los movimientos islamistas (fue durante muchos años corresponsal en Marruecos del diario El País), acaba de publicar La España de Alá (La Esfera de los Libros), un volumen en el que analiza la situación de los dos millones de musulmanes que viven en territorio español. Entre sus novedades, incorpora un mapa confidencial, elaborado por el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), dependiente del Ministerio del Interior, en el que se identifican, tomando como base las secciones censales del INE, los puntos en los que pueden producirse «procesos de radicalización yihadista».

Ojo a la orilla sur del Mediterráneo

En La Rioja hay controlados 440 focos. «Para evaluar la amenaza de cada uno de ellos -explica Cembrero-, Interior introduce en una coctelera algorítmica información pública (número de inmigrantes y mezquitas, nacionalidades, edades, detenciones, datos socioeconómicos, incidentes islamófobos) y otra más reservada (valoración del sermón del imán, corrientes islámicas dominantes en el lugar, informes de los servicios de inteligencia)». Este mapa sirve de guía al Ministerio del Interior para identificar hasta el detalle a los grupos o individuos que se encuentran en riesgo evidente de caer en la radicalización.

En este terreno, también La Rioja aparece como una tierra de transición entre la parte atlántica de la península y el arco mediterráneo, donde se concentran los mayores niveles de riesgo. «Muchos especialistas consideran que los principales focos salafistas en Europa están en Bélgica y en Cataluña -observa Cembrero-, pero las mezquitas y los oratorios están bastante controlados. El salafista (que defiende una corriente rigorista y medievalizante del islam) no es propiamente un terrorista, pero en muchas ocasiones estos mensajes suponen la antesala del terrorismo». Sorprende, en cualquier caso, que La Rioja sea la segunda comunidad autónoma en número de puntos conflictivos por habitante (1,37 puntos por cada mil), solo por detrás de Murcia (6,33) y ligeramente por encima de Cataluña (1,31).

Cembrero advierte, no obstante, que no se debe confundir el número de focos de posible radicalización con la probabilidad de sufrir un atentado. «Lo malo es que ahora surgen muchos pretendidos expertos que aseguran que puede haber un ataque islamista en cualquier lugar y cualquier día. Eso es falso. Lo que los terroristas buscan es la mayor difusión posible, el mayor impacto mundial, y eso, en España, lo conseguirían en Barcelona o quizá en esos lugares de Cádiz o de Sevilla frecuentados por los soldados americanos de las bases..., pero no, por ejemplo, en la plaza mayor de Badajoz».

Pese a la existencia de estos focos y a la organización de congresos salafistas en Cataluña o en el País Vasco, Cembrero aclara que el nivel de conflicto en España tiene poco que ver con el que se observa en países como Francia, Bélgica o el Reino Unido, donde el descontento prende en los inmigrantes de segunda y tercera generación. Ni el multiculturalismo ni la absorción parecen haber funcionado. España está a tiempo de ensayar otra vía. «En el caso español no ha habido un plan -expone Cembrero-, se ha dejado que fuera el mercado de trabajo el que facilitara la integración, pero lo mismo ha sucedido en Bélgica y ya se ve que no ha ido bien». Cembrero apunta varias ideas: evitar los guetos (barrios o calles de mayoría islámica), fomentar la educación e intentar que haya figuras musulmanas en todos los ámbitos (ciencia, periodismo, política) que sean conocidas y admiradas y sirvan como referentes para su población. Finalmente, desliza la conveniencia de introducir el Islam en los colegios: «Debemos fomentar un Islam europeo y español. Y si no se imparte en las escuelas, los alumnos acabarán buscándolo en las mezquitas y ahí será otra cosa».

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