En la Cumbre de la ONU sobre Ayuda Humanitaria de Estambul también participarán líderes religiosos que coinciden en la lucha contra el terrorismo.
Según reza la sabiduría popular, la fe mueve montañas. Pero a partir de ahora, también tendrá que servir como impulso para el progreso de países en vías de desarrollo y ayudar a la integración de los refugiados, evitando que se conviertan en caldo de cultivo del terrorismo islamista. Así lo pretenden las grandes entidades donantes y los jefes de Gobierno que participaránn en la Cumbre sobre Ayuda Humanitaria de Estambul el 23 de mayo. Entre ellos, también la canciller alemana Angela Merkel. Un encuentro impulsado por el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, que considera que “la humanidad está ante la mayor catástrofe humanitaria desde la II Guerra Mundial”.
Pacificadores y agitadores
En el primer puesto de la orden del día, la religión tiene un papel predominante, y se ha invitado a representantes de diferentes comunidades religiosas para contar cómo trabajan para superar las distintas situaciones de crisis. Entre el selecto grupo, también participa Gerd Müller, ministro alemán de Desarrollo. Antes de la cita, Müller destacó que “los líderes religiosos tienen gran reputación en muchos países”, y que “hay que usar ese potencial sin perder de vista que la religión también se instrumentaliza a veces para la violencia y el terrorismo”.
Gerd Müller, ministro alemán de Desarrollo.
Junto a otras grandes figuras de la ayuda humanitaria internacional, Müller espera poder usar el potencial religioso a favor de la paz y el desarrollo. “Las comunidades religiosas trabajan mucho en temas como salud, educación, alimentación y el abastecimiento de refugiados” aclaró el ministro.
Cerca del 80% de la población mundial se considera religiosa y “en muchos de estos temas solo se puede avanzar trabajando con la religión”, explicó Müller. Con su iniciativa de puertas abiertas, el ministro aprovecha para visitar también las organizaciones musulmanas de ayuda. “Al Gobierno alemán le gusta que estemos aquí”, dice Nuri Köseli, portavoz de Islamic Relief Deutschland. Esta asociación es una de los grandes donantes de Islamic Relief Worldwide, federación supranacional que en 40 países a través de sus satélites y cuenta con socios como la UE, la ONU o los gobiernos británico y sueco.
Instituciones religiosas ejemplares
Uno de los ejemplos más significativos sobre cooperación con líderes religiosos en regiones en crisis es la lucha contra el ébola en el oeste de África. Representantes musulmanes y cristianos consiguieron que la población cambiase sus ritos funerarios con argumentos religiosos, algo que ni los funcionarios ni los representantes de la ONU había podido hacer. Tanto sacerdotes como imanes explicaron que para despedir al fallecido no era necesario tocarlo, frenando así el avance de la epidemia y reduciendo la tasa de infección. “Si los líderes religiosos hubiesen sido consultados desde el principios se habrían salvado muchas vidas”, aclaraba el estudio Keeping the Faith, un informe que se volverá a discutir en Estambul.
Sobre la cooperación con líderes religiosos, el ministerio de Cooperación alemán ya es experto después de colaborar 40 años con asociaciones de ayuda como Brot für die Welt o Misereor, instituciones que reciben cada año 200 millones de euros para sus proyectos. Pero también hay otras asociaciones protagonistas en cuanto a ayuda humanitaria como Aga Khan Development Network, organización internacional que cuenta con 80.000 socios y un presupuesto de 635 millones de dólares y está dirigida por el líder de los nizaríes-ismaelitas, corriente chiita dentro del islam.
Pero pese a los esfuerzos de diálogo, en la cumbre también se intuyen las divisiones entre las diferentes comunidades religiosas. Por ejemplo, no fue invitada la organización Islamic Relief Organisation, de Arabia Saudita, una institución que, aunque se dedique a organizar ayuda humanitaria, financia también la construcción de mezquitas y ante la ONU es sospechosa de financiar el radicalismo islámico.
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