Frauke Petry comparece tras su reunión con representantes del Consejo de los Musulmanes (Sean Gallup / Getty)
La reunión con el Consejo de los Musulmanes de Alemania dura menos de una hora
La emergente derecha populista alemana dio por roto este lunes el diálogo con representantes del colectivo musulmán y agudizó sin tapujos su línea islamófoba, acorde con la del ultranacionalista FPÖ en la vecina Austria.
La reunión entre las cúpulas de Alternativa para Alemania (AfD) y del Consejo de los Musulmanes del país, convocada a iniciativa de estos últimos para tender puentes de diálogo, tuvo menos de una hora de vida y terminó abruptamente entre reproches mutuos.
Para Frauke Petry, líder de AfD, no tenía sentido seguir con la tentativa mientras el Consejo no se retractara de una declaración en la que situaba a AfD como "cercana al Tercer Reich" de Adolf Hitler.
El presidente del Consejo, Aiman Mazyek, se ratificó por su parte en calificar de "inaceptable" el pronunciamiento programático de AfD, aprobado en su reciente congreso federal, según el cual "el Islam no forma parte de Alemania".
Frauke Petry saluda a Aiman Mazyek al inicio de su reunión (Kay Nietfeld / AP)
La anunciada comparecencia conjunta no tuvo lugar, sino que cada uno expuso en paralelo y por separado su parecer tras el fin prematuro del teórico diálogo cuya convocatoria, en un céntrico hotel de Berlín, había desatado un gran despliegue mediático.
Las únicas frases positivas que se escucharon de Petry fueron en dirección al FPÖ austríaco, partido que para la mediática líder de AfD evidencia que Europa ha entrado "en una nueva era política" que ha dejado atrás el bipartidismo tradicional.
Que la lucha por la presidencia austríaca se dirimiera entre el candidato de ese partido Norbert Hofer y el alternativo Alexander van der Bellen anuncia un "fin del consenso" o alternancia -en palabras de Petry- entre los grandes partidos tradicionales.
Van der Bellen ha ganado las elecciones presidenciales celebradas el domingo en Austria con el 50,3% de los votos, anunció hoy el ministro del Interior de ese país, Wolfgang Sobotka.
La líder de AfD declinó definir a su formación como "hermanada" al FPÖ, ante las diferencias internas en la formación alemana, cuya ala más radical se alinea con el Frente Nacional francés, mientras que la neoliberal rehuye tales cercanías.
Al menos en lo que concierne a su postura frente al islam, no hay diferencias apreciables con el partido austríaco y comparte con éste el lenguaje del miedo, con advertencias sobre los presuntos propósitos de los musulmanes de importar a Europa el radicalismo islámico.
Petry insistió ante los medios en que su partido no es islamófobo, sino que respeta los derechos "de los musulmanes dispuestos a integrarse y a aceptar las leyes alemanas", para a continuación defender los postulados de AfD, partidaria de prohibir símbolos islámicos, incluidos los minaretes o el velo islámico.
Representantes del Consejo Musulmán de Alemania (Tobias Schwarz / AFP)
A su juicio, el Consejo Musulmán -una de las grandes organizaciones de ese colectivo en Alemania- no representa a la mayoría moderada de los cuatro millones de musulmanes del país, sino a su ala más radical, partidaria de la sharía y por tanto contraria a los principios constitucionales.
Puestos a recriminar, Petry aseguró que el Consejo ni siquiera había convocado la reunión de diálogo por el conducto correcto -una invitación a su partido- sino a través de los medios.
Mientras Petry hablaba en el vestíbulo del hotel, de pie y ante decenas de micrófonos, Mazyek aseveró desde la sala inicialmente prevista para una comparecencia conjunta que con el AfD se ha establecido en Alemania, por primera vez desde el nazismo, un partido que supone una "amenaza contra la libertad de religión y culto" en el país.
AfD es una fuerza emergente en Alemania, fundada en 2013 y que en las elecciones generales de ese año quedó a las puertas de entrar en el Bundestag (Parlamento federal) al obtener unas décimas menos del 5% de los votos, el mínimo necesario para tener escaños.
Sí logró, en cambio, acceder al Parlamento Europeo -donde tiene dos eurodiputados- y cuenta actualmente representación en ocho cámaras regionales, del total de 16 estados federados o Länder del país. En los comicios regionales celebrados el pasado marzo en tres estados federados logró resultados espectaculares -más del 24%, en Sajonia-Anhalt- y los sondeos le vaticinan entre un 12 y un 15% de los votos, de celebrarse ahora elecciones generales.
El líder de Alternativa para Alemania en Sajonia-Anhalt, André Poggenburg, considerado uno de los representantes del ala más radical de la formación populista de derechas, fue reelegido este domingo en el cargo.
En un congreso extraordinario del partido a nivel regional celebrado en la localidad de Eisleben, Poggenburg obtuvo 110 votos, frente a los 52 de su contrincante, el líder de la formación en la ciudad de Wittenberg, Dirk Hoffmann.
Poggenburg había anunciado, tras su elección como nuevo presidente del grupo parlamentario de la AfD en la cámara regional, que abandonaba la presidencia del partido a nivel regional.
Más tarde declaró que no descartaba una nueva candidatura si no se presentaba al cargo un aspirante idóneo, tras lo cual Hoffmann anunció su disposición a medirse con Poggenburg por el cargo. “Hemos emprendido exactamente la dirección correcta”, dijo el líder regional de la AfD al defender su rumbo durante el congreso extraordinario, y señaló que en Sajonia-Anhalt la formación es percibida como fundamental y crítica con el sistema.
La que fuera en su día una pequeña representación en ese Estado federado de la formación populista ha ganado en influencia sobre el partido a nivel federal, aseguró Poggenburg, que como representante del ala más radical tiene en la líder de la AfD, Frauke Petry, más moderada y al mismo tiempo la más mediática entre los miembros de la cúpula, su principal adversario a nivel interno.
AfD debe su actual empuje al rechazo a la llegada de refugiados, pero a diferencia de sus correligionarios austríacos -formación con experiencia en gobiernos de coalición en el país alpino- no tiene una estructura o programa sólido, sino que es mero aglutinante del voto de protesta de derechas, en múltiples direcciones.
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