Frauke Petry, presidenta de AfD, hablar con su compañero de partido, Marcus Pretzell, durante el congreso que la formación celebra en Stuttgart. Reuters
La AfD, la ultraderecha alemana, consagra el odio a esta religión en su primer programa electoral y promete prohibir todos sus símbolos
«El islam no forma parte de Alemania». Es el título de uno de los artículos aprobados ayer en el programa electoral de Alternativa para Alemania (AfD). Con una importante mayoría, los 2.400 militantes del partido congregados este fin de semana en Stuttgart dictaminaron que el islam no debe reconocerse dentro del marco de la Constitución alemana y que símbolos como los minaretes, las llamadas a la oración del almoacín, los burkas y el velo en las escuelas «deben ser prohibidos». Asimismo, los participantes en el congreso, mayoritariamente masculina, acordaron que los imanes sólo podrán enseñar en universidades oficiales y en lengua alemana.
Estos preceptos del programa básico, que declaran una guerra abierta a la religión islámica, son los más impactantes promulgados por un partido oficial en toda la historia de la República Federal alemana. La eurodiputada Beatrix von Storch, autora de la frase «el islam es una ideología más que una religión», tuvo que puntualizar que la intención no era «expulsar a todos los musulmanes». Lo hizo para calmar a las voces más radicales, que abogaban por una prohibición completa a la inmigración musulmana en un país en que el 5% de la población tiene creencias islámicas. Los debates en torno a este punto se prolongaron a lo largo del día y la inmigración fue el tema que centró las acaloradas discusiones en la segunda jornada. Para uno de los participantes, «el islam es pura política», mientras que otro de ellos asoció esta religión con «la ‘sharía’, los atentados con bombas y los matrimonios forzosos». En un tono más moderado, Ernst-August Roettger, un delegado de la ciudad de Lüneburg, propuso iniciar un diálogo con comunidades locales de musulmanes, lo que fue recibido con un sonoro abucheo de la audiencia.
Una inmigración «controlada» que siga el modelo canadiense es el patrón que convenció a la mayor parte de los miembros presentes, en un 59% frente al 40%, si bien la mayoría de los miembros se oponen al asilo de refugiados políticos. «Si abandonan su religión, puede haber excepciones», puntualizó el candidato presidencial de AfD, Albrecht Glaser.
Otro de los temas clave para determinar la futura línea política de este partido que nació con un principio eurófobo es la relación de Alemania con la Unión Europea. La líder de AfD, Frauke Petry, expresó la voluntad de reducir la influencia de Bruselas como primer paso antes de hablar de desvinculación germana de los 28. Asimismo, una gran mayoría de los militantes se opuso firmemente a una adhesión turca a la UE.
Por su parte, las Juventudes de la AfD propusieron endurecer la ley del aborto. No se adoptó ninguna decisión final a este respecto, excepto la aprobación de un mayor apoyo financiero para las embarazadas y las familias. A pesar de este abanico de controvertidos artículos y de un programa que compromete los principios básicos alemanes, el partido más contrario a la política de Angela Merkel se ha negado siempre a que lo relacionen con organizaciones radicales o xenófobas. Para materializar esta declaración, durante el congreso se decidió por una pequeña mayoría disolver su federación en Sarre por su proximidad a las milicias extremistas de ultraderecha.
La AfD ha logrado todo un récord en Alemania: escalar diez puntos en popularidad en tan sólo unos meses. «Hace un año, nos daban por muertos», fueron las palabras elegidas por Petry en la apertura de la asamblea, frente a una gran pancarta azul que versaba: «Valor. Verdad. Alemania». En verano de 2015, sólo tres de cada 100 ciudadanos se identificaban con el partido, pero en las encuestas publicadas ayer por el diario «Bild», ya ha logrado un índice de aceptación del 13%, lo que lo sitúa como la tercera fuerza política del país, desbancando a Los Verdes y forjándose como una amenaza creciente de Merkel.
Filtrados los datos de 2.000 militantes
Los nombres, direcciones y teléfonos de 2.000 militantes de la AfD que acudieron al congreso de Stuttgart fueron ayer filtrados y publicados en una página web de izquierdas, lo que ha causado un gran revuelo en el partido. Jörg Meuthen, uno de los dos líderes de la AfD, apeló ayer a la Justicia, reclamando al Gobierno que se muestre «igual de firme con las páginas web de la extrema izquierda que con las de la ultraderecha». El político cree que se ha producido una intromisión de «hackers» en su sistema informático privado. La presidenta, Frauke Petry, habló de la «discriminación» sufrida por algunos de los miembros de su formación tras tras su adhesión. «Algunos han recibido amenazas por carta o a través de las redes sociales», denunció.
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