Jerusalén,01 MAY 2016,elpais.com, JUAN CARLOS SANZ
El pediatra Mohamed Maaz, en su hospital de Alepo el 20 de febrero OMAR ETAKI AFP
La muerte de un médico en el ataque al hospital de Médicos Sin Fronteras deja a miles de niños desprotegidos
Trabajaba por las mañanas en el Hospital Infantil de Alepo y por las tardes atendía las urgencias pediátricas en el centro Al Quds, sostenido por Médicos Sin Fronteras (MSF) en su ciudad natal. El doctor Mohamed Wasim Maaz aún no se había casado a los 36 años. Estaba solo. Su familia se había refugiado tiempo atrás en Turquía. En el último lustro de guerra civil en Siria solo había tenido tiempo para curar las heridas de metralla y enfermedades causadas por la miseria a miles de menores. Nadie podrá reemplazarle en su trabajo.
Sus colegas de profesión le recuerdan apesadumbrados desde el jueves como uno de los mejores pediatras de la ciudad, como a uno de los últimos especialistas infantiles activos en una de las zonas más castigadas por el conflicto. Murió en el bombardeo que destruyó la noche anterior el hospital Al Quds —junto a un odontólogo, tres enfermeros y una veintena de civiles—, situado en la parte de Alepo bajo control de las fuerzas rebeldes al régimen de Bachar el Asad.
Se habían refugiado en el sótano del centro sanitario en los últimos días ante la intensificación de los bombardeos, pero de poco les sirvió contra los misiles de la aviación de combate siria o rusa. Son las únicas que operan sobre los cielos de Alepo. Dos decenas de vecinos fallecieron también al desplomarse las casas colindantes. Fue un crimen de guerra.
El director del Hospital Infantil de Alepo, el doctor Hatem, le rindió este homenaje en su cuenta en Facebook: “Era el mejor. Siempre bromeando con el equipo en tono amistoso. Era un ser humano valiente. Pasábamos más de seis horas juntos cada día…”. Sus amigos y colegas relatan ahora que estaba esperando a que terminara la guerra para casarse. Otro de los médicos con los que Maaz llevaba trabajando desde el inicio de la guerra le describió así en la cadena BBC: “Amaba su país y su ciudad. Le gustaba cuidar a los niños”.
Mirella Hodeib, portavoz de MSF en Beirut, confirmó que el pediatra colaboraba con la ONG humanitaria desde 2013. “Había elegido permanecer en Alepo para ayudar a la población a pesar de todos los riesgos y en unas condiciones extremas”. Apenas deben quedar unos 80 médicos en la zona rebelde de la ciudad, que cuenta con más de 200.000 habitantes. “Casi todos han muerto o se han marchado”, reconocía a France Presse un responsable de MSF en Turquía. Siete de los hospitales que esta organización mantiene en funcionamiento en Siria han sido atacados en lo que va de año, con un resultado de 16 víctimas mortales entre el personal sanitario.
En una carta publicada por la organización Crisis Action, los médicos de Alepo alertan de que los hospitales están “al borde del colapso”. “Las mujeres, los niños, los ancianos están pagando el precio del fracaso de Rusia y Estados Unidos pata mantener la tregua”, denuncian. El conflicto se ha cobrado ya la vida de al menos 13.500 niños y 730 médicos, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos.
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