Caminando por las emblemáticas calles de Ciudadela, nos encontramos con su entrañable casco antiguo. Callejones con encanto y casas antiguas, fieles a sus orígenes nos transportarán a la vida de los menorquines del siglo XIV. Una de estas calles típicas es Ses Voltes que en uno de sus tramos se abre a la plaza de la catedral.
La Catedral de Santa María fue mandada construir por Alfonso III, que tras conquistar la ciudad a los musulmanes ordena convertir su mezquita mayor en un templo cristiano. Se tardaron sesenta y dos años en ver finalizado el trabajo.
Ubicada en la zona más alta de Ciudadela, la catedral preside la ciudad con sus 22 metros de altura.
El templo, que se asentó sobre una mezquita, conserva de esta época los arcos del minarete, que sirvieron de base a la torre del campanario. A lo largo de los años fue víctima de destrucciones y numerosos saqueos por lo que tuvo que ser restaurado en varias ocasiones. Por este motivo se concentran en él diferentes estilos artísticos que conviven en plena armonía. Su estructura es de una sola nave y aunque se trata de un templo gótico catalán, alberga varias capillas de estilos posteriores.
La capilla del Santísimo se construyó a finales del siglo XVI, pero fue restaurada en el siglo XVIII por lo que pertenece al Neoclásico. En el siglo XVII se construye la capilla de la Almas, de estilo barroco.
La fachada actual es de estilo neoclásico en sustitución de la portada gótica, de la cual sólo se conserva el rosetón superior. Ya en el siglo XX la catedral recibe una restauración integral en la que se la da más protagonismo al espacio y a la luz y es la que actualmente conserva.
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