Una joven rohingya y su madre, recién llegados a Indonesia en una embarcación. Reuters
Con las estremecedoras imágenes de cientos de rohingyas y bangladeshíes hacinados en navíos a la deriva en el Sudeste Asiático recientes, un grupo de alto nivel se reúne desde ayer, y durante tres días, en Oslo. El objetivo de varios premios Nobel de la Paz y de Economía, así como filántropos, ex mandatarios, relatores de la ONU, académicos y activistas, es acercar a Occidente la dramática realidad de la minoría musulmana de Birmania, sistemáticamente perseguida en las últimas décadas, así como buscar soluciones que acaben con tal "genocidio".
De "genocidio de manual" fue como tildó ayer la Premio Nobel de la Paz irlandesa Mairead Maguire, a través de una videoconferencia proyectada en la sede del Comité Noruego del Nobel, pues "una comunidad indígena entera está sistemáticamente siendo erradicada por parte del Gobierno birmano" . A ella se unió el también Nobel de la Paz, José Ramos Horta, quien lideró pacíficamente la independencia de Timor Oriental a finales del siglo pasado. Según éste, "si hoy podemos hablar de la gente más abandonada del mundo, de los más olvidados, éstos son los rohingya de Birmania", explicó desde Nueva York.
El arzobispo ruandés Desmond Tutu, también galardonado con el Nobel de la Paz, apeló a la comunidad internacional: "2015 es un año importante para Birmania tanto por el referéndum de su Constitución como por sus elecciones generales. Aun animando al país a construir las reformas iniciadas, tenemos la responsabilidad de asegurar que el sufrimiento de los rohingya no se pierde", añadió.
Con la poderosa presencia virtual de estos galardonados, a los que se unió el Premio Nobel de Economía indio Amartya Sen, se echó en falta ayer la participación de la también Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi. Pero la política de 69, estandarte de la lucha por la democracia en Birmania, no fue invitada. Y así lo hizo saber el presidente de la asociación que promueve -junto con varias ONGs y dos programas de las universidades de Oxford y Harvard- esta conferencia. "Nunca hubo intención de invitarla", explicó Aase Sand, al frente del Comité Noruego Birmano, una ONG fundada en 1992 a raíz precisamente de que la hija de Aung San, padre de la independencia birmana, recibiera el galardón en 1991.
La política de 69 años, que durante 20 estuvo bajo arresto domiciliario por su ferviente oposición a la Junta Militar, nunca se ha pronunciado abiertamente sobre la situación de los rohingya, una minoría de 1,3 millones de musulmanes en un país de 50 millones, predominantemente budistas. Sus críticos, según informa AP, consideran que elige muy bien sus batallas, y más ahora, en este año en el que los birmanos tienen cita con las urnas.
'Como la Europa nazi'
Ayer también participó por videoconferencia George Soros, el especulador reconvertido en filántropo. Involucrado en la lucha por la democracia en Birmania, explicó en su ponencia que la situación de los rohingya le recordaba a la de los judíos perseguidos por los nazis. El pasado enero realizó su cuarta visita al país, entonces, dijo, "oí los ecos de mi infancia". "Veréis, en 1944, como judío en Budapest, yo también fui un rohingya. Al igual que los guetos judíos creados por los nazis en Europa del Este durante la Segunda Guerra Mundial, Aung Mingalar se ha convertido en el hogar involuntario de miles de familias que alguna vez tuvieron acceso a la salud, la educación y el empleo. Ahora, se ven obligados a permanecer segregados en un estado de privación extrema. Los paralelismos con el genocidio nazi son alarmantes. Afortunadamente, no hemos llegado a una etapa del asesinato en masa", explicó.
Hoy el día se dedicará a puerta cerrada a buscar ideas concretas y propuestas que permitan la restauración de los derechos humanos, nacionalidad y ciudadanía de los rohingya. El jueves, último día de la conferencia, tomarán la palabra un grupo de líderes de esta minoría, acompañados por otros de distintas religiones que tratarán la campana anti musulmana en Birmania, así como otros temas relevantes.
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