Tortosa ofrece cursos de natación a jóvenes inmigrantes después de haber detectado que la mayoría no ha aprendido a mantenerse a flote
Tortosa, 2008-08-06,La Vanguardia, ESTEVE GIRALT -
No saber nadar en ciudades como Tortosa (Baix Ebre), junto al río Ebro, con sus canales y con el mar a pocos kilómetros, entraña sus riesgos. Accidentes y tragedias están muchas veces relacionados con jóvenes que murieron ahogados porque antes no aprendieron a nadar, como ha sucedido este verano en Tortosa o Lleida. El Ayuntamiento de Tortosa, sabedor que casi la mitad de inmigrantes jóvenes o adolescentes, no sabe nadar, ha abierto este verano por primera vez un campus dirigido especialmente a este colectivo con clases de natación.
“Nos preocupa mucho, es un medio de supervivencia. El índice de siniestralidad en el agua está creciendo entre la población inmigrada”, razona Carme Llopis, técnica municipal de políticas de inmigración.
El plan piloto puesto en marcha se ha dirigido a jóvenes de 14 a 19 años que llegaron a Tortosa hace pocos meses o poco más de un año, siguiendo a un familiar, habitualmente el padre, que antes emigró a Catalunya. Son inmigrantes que tienen el permiso de residencia, gracias a la política de reagrupamiento, pero que se encuentran con la dificultad inicial del idioma, los estudios y el trabajo. La mayoría son marroquíes, aunque también hay algún pakistaní, sudamericanos y subsaharianos. La idea surgió después de comprobar que en las tardes de verano, muchos de estos jóvenes inmigrantes se encontraban de forma espontánea en el campo municipal de fútbol. Un 25% de la población de Tortosa es inmigrante, una de las tasas más altas de Catalunya. “El fútbol no tiene fronteras”, destaca Llopis.
Y el fútbol ha servido para captar a los jóvenes, atraerlos hasta una actividad reglada como un campus y finalmente lograr que aprendan a nadar. “Son chicos que no se apuntarían nunca a un cursillo de natación, muchos por vergüenza, pero ahora han visto que es una cuestión de supervivencia”, destaca Àlex Curto, el monitor que coordina el campus. Del fútbol pasan a la natación y a otros deportes, como el balonmano o el baloncesto. El campus sirve también para poder derivar a alguno de los inmigrantes hacia los clubs de la ciudad.
A principios de julio, cuando empezó el campus, algunos de los jóvenes inmigrantes, por vergüenza, desconfianza o temor, se negaron de entrada a tirarse al agua. Hubo quien el primer día no quiso ni cambiarse. “Antes de empezar el curso, casi la mitad se hubiera ahogado en el agua, el resto sabía flotar y alguno nadar”, recuerda el monitor. Un mes después, algunos se defienden y empiezan a disfrutar del agua. “Ahora no salen de la piscina”, cuenta Curto. El Ayuntamiento ha contratado a un profesor de natación, licenciado en INEF para trabajar con los jóvenes y lograr que pierdan el miedo. Ante las dificultades idiomáticas, especialmente en inmigrantes que llevan apenas unos meses en el país, algunos jóvenes paisanos actúan de intermediarios.
En este primer campus, experiencia piloto y pionera, se han podido apuntar 35 jóvenes inmigrantes, desbordando las previsiones iniciales y dejando a otros en lista de espera. El Ayuntamiento no esperaba tal éxito, ni que los jóvenes asistieran con tanta regularidad a las clases, tres veces por semana en sesiones de dos horas, ni con tanta buena predisposición. La idea es que cada verano se pueda enseñar a nadar a un contingente más amplio de inmigrantes.
El campus, que finalizará el próximo 31 de agosto, persigue también otros objetivos, natación aparte. El deporte es una buena manera de conocer a los recién llegados y ubicarles, facilitando así su integración, para derivarles después hacia un curso de formación o de inserción laboral. “El deporte es una herramienta integradora, lo hemos unido con el área de los servicios sociales”, destaca Xavier Nadal, gerente del Patronat Municipal d´Esports de Tortosa. El Consistorio ha detectado que muchos de los jóvenes reagrupados, que están fuera de la edad de educación obligatoria y no tienen permiso de trabajo, están en una situación de riesgo de exclusión social.
Muy satisfecho con la experiencia, el concejal de Deportes, Pere Panisello, destaca la voluntad de reforzar esta actividad, que forma parte de un plan de actividades dirigido a la diversidad cultural. El campus incluye talleres de psicomotricidad para adaptar a los inmigrantes a la práctica de deportes que desconocían, como sucede.
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No saber nadar en ciudades como Tortosa (Baix Ebre), junto al río Ebro, con sus canales y con el mar a pocos kilómetros, entraña sus riesgos. Accidentes y tragedias están muchas veces relacionados con jóvenes que murieron ahogados porque antes no aprendieron a nadar, como ha sucedido este verano en Tortosa o Lleida. El Ayuntamiento de Tortosa, sabedor que casi la mitad de inmigrantes jóvenes o adolescentes, no sabe nadar, ha abierto este verano por primera vez un campus dirigido especialmente a este colectivo con clases de natación.
“Nos preocupa mucho, es un medio de supervivencia. El índice de siniestralidad en el agua está creciendo entre la población inmigrada”, razona Carme Llopis, técnica municipal de políticas de inmigración.
El plan piloto puesto en marcha se ha dirigido a jóvenes de 14 a 19 años que llegaron a Tortosa hace pocos meses o poco más de un año, siguiendo a un familiar, habitualmente el padre, que antes emigró a Catalunya. Son inmigrantes que tienen el permiso de residencia, gracias a la política de reagrupamiento, pero que se encuentran con la dificultad inicial del idioma, los estudios y el trabajo. La mayoría son marroquíes, aunque también hay algún pakistaní, sudamericanos y subsaharianos. La idea surgió después de comprobar que en las tardes de verano, muchos de estos jóvenes inmigrantes se encontraban de forma espontánea en el campo municipal de fútbol. Un 25% de la población de Tortosa es inmigrante, una de las tasas más altas de Catalunya. “El fútbol no tiene fronteras”, destaca Llopis.
Y el fútbol ha servido para captar a los jóvenes, atraerlos hasta una actividad reglada como un campus y finalmente lograr que aprendan a nadar. “Son chicos que no se apuntarían nunca a un cursillo de natación, muchos por vergüenza, pero ahora han visto que es una cuestión de supervivencia”, destaca Àlex Curto, el monitor que coordina el campus. Del fútbol pasan a la natación y a otros deportes, como el balonmano o el baloncesto. El campus sirve también para poder derivar a alguno de los inmigrantes hacia los clubs de la ciudad.
A principios de julio, cuando empezó el campus, algunos de los jóvenes inmigrantes, por vergüenza, desconfianza o temor, se negaron de entrada a tirarse al agua. Hubo quien el primer día no quiso ni cambiarse. “Antes de empezar el curso, casi la mitad se hubiera ahogado en el agua, el resto sabía flotar y alguno nadar”, recuerda el monitor. Un mes después, algunos se defienden y empiezan a disfrutar del agua. “Ahora no salen de la piscina”, cuenta Curto. El Ayuntamiento ha contratado a un profesor de natación, licenciado en INEF para trabajar con los jóvenes y lograr que pierdan el miedo. Ante las dificultades idiomáticas, especialmente en inmigrantes que llevan apenas unos meses en el país, algunos jóvenes paisanos actúan de intermediarios.
En este primer campus, experiencia piloto y pionera, se han podido apuntar 35 jóvenes inmigrantes, desbordando las previsiones iniciales y dejando a otros en lista de espera. El Ayuntamiento no esperaba tal éxito, ni que los jóvenes asistieran con tanta regularidad a las clases, tres veces por semana en sesiones de dos horas, ni con tanta buena predisposición. La idea es que cada verano se pueda enseñar a nadar a un contingente más amplio de inmigrantes.
El campus, que finalizará el próximo 31 de agosto, persigue también otros objetivos, natación aparte. El deporte es una buena manera de conocer a los recién llegados y ubicarles, facilitando así su integración, para derivarles después hacia un curso de formación o de inserción laboral. “El deporte es una herramienta integradora, lo hemos unido con el área de los servicios sociales”, destaca Xavier Nadal, gerente del Patronat Municipal d´Esports de Tortosa. El Consistorio ha detectado que muchos de los jóvenes reagrupados, que están fuera de la edad de educación obligatoria y no tienen permiso de trabajo, están en una situación de riesgo de exclusión social.
Muy satisfecho con la experiencia, el concejal de Deportes, Pere Panisello, destaca la voluntad de reforzar esta actividad, que forma parte de un plan de actividades dirigido a la diversidad cultural. El campus incluye talleres de psicomotricidad para adaptar a los inmigrantes a la práctica de deportes que desconocían, como sucede.
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