Senegal, 19-11-2007, efe
Para los vendedores ambulantes senegaleses, ya estén en Manhattan o en el Vaticano, vender carteras de imitación Prada y gafas de sol de Gucci hechas en China es tanto una cuestión de devoción religiosa como una forma de ganar dinero rápidamente.
Muchos de estos comerciantes son miembros de la hermandad Muride, una rama del Islam sufí africano que se ha convertido en la fuerza religiosa, política y económica más influyente de Senegal.
Según una mezcla única de capitalismo militante e islamismo moderado, su doctrina central de trabajo arduo como camino hacia el paraíso ha hecho que miles de fieles dejaran las costas soleadas de Senegal con un objetivo: ganar dinero y enviarlo de vuelta a la ciudad santa de Tuba.
"Trabajar y no quejarse mucho. Esa es la única doctrina que tienen", dijo Mustafa Diao, de 53 años, un muride nacido en Tuba que ahora vive en Harlem, el corazón de la comunidad senegalesa en Nueva York. Diao solía vender productos en las calles de Manhattan, después de comprarlos más baratos en el barrio de China Town.
La organización fue fundada en 1880 por el jeque Ahmadu Bamba, un musulmán místico, poeta y pacifista enviado al exilio por las autoridades de la colonia francesa, temerosas de su influencia. Conocida como la "pequeña Meca", la ciudad sagrada de Tuba ha pasado de ser una pequeña localidad a convertirse en centro de una red mundial de comerciantes minoristas, cuya visión para los negocios hace que los últimos aparatos tecnológicos estén disponibles en Senegal tan rápidamente como en cualquier otra parte del mundo.
"Estoy convencido de que si no fuera por Ahmadu Bamba, yo no tendría todo esto", dijo Djily Diop, de 22 años, mientras conversaba entre neveras, televisores y receptores de satélite en su negocio de Tuba. "Mis compañeros fueron a la universidad durante tres años y ahora están desempleados. Mis padres sabían que una Daara era el mejor camino", dijo Diop.
Los seguidores de Bamba enfatizan la naturaleza tolerante de sus enseñanzas, considerando que su buena disposición para vincularse con otras culturas es crucial para el éxito mundial de su hermandad. "Aquí no sabemos de esta forma feroz del Islam en la que uno debe matar a otros porque no creen en lo mismoque uno , porque sean cristianos o judíos", dijo el jeque Bethio, uno de los morabitos más influyentes del movimiento.
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
Para los vendedores ambulantes senegaleses, ya estén en Manhattan o en el Vaticano, vender carteras de imitación Prada y gafas de sol de Gucci hechas en China es tanto una cuestión de devoción religiosa como una forma de ganar dinero rápidamente.
Muchos de estos comerciantes son miembros de la hermandad Muride, una rama del Islam sufí africano que se ha convertido en la fuerza religiosa, política y económica más influyente de Senegal.
Según una mezcla única de capitalismo militante e islamismo moderado, su doctrina central de trabajo arduo como camino hacia el paraíso ha hecho que miles de fieles dejaran las costas soleadas de Senegal con un objetivo: ganar dinero y enviarlo de vuelta a la ciudad santa de Tuba.
"Trabajar y no quejarse mucho. Esa es la única doctrina que tienen", dijo Mustafa Diao, de 53 años, un muride nacido en Tuba que ahora vive en Harlem, el corazón de la comunidad senegalesa en Nueva York. Diao solía vender productos en las calles de Manhattan, después de comprarlos más baratos en el barrio de China Town.
La organización fue fundada en 1880 por el jeque Ahmadu Bamba, un musulmán místico, poeta y pacifista enviado al exilio por las autoridades de la colonia francesa, temerosas de su influencia. Conocida como la "pequeña Meca", la ciudad sagrada de Tuba ha pasado de ser una pequeña localidad a convertirse en centro de una red mundial de comerciantes minoristas, cuya visión para los negocios hace que los últimos aparatos tecnológicos estén disponibles en Senegal tan rápidamente como en cualquier otra parte del mundo.
"Estoy convencido de que si no fuera por Ahmadu Bamba, yo no tendría todo esto", dijo Djily Diop, de 22 años, mientras conversaba entre neveras, televisores y receptores de satélite en su negocio de Tuba. "Mis compañeros fueron a la universidad durante tres años y ahora están desempleados. Mis padres sabían que una Daara era el mejor camino", dijo Diop.
Los seguidores de Bamba enfatizan la naturaleza tolerante de sus enseñanzas, considerando que su buena disposición para vincularse con otras culturas es crucial para el éxito mundial de su hermandad. "Aquí no sabemos de esta forma feroz del Islam en la que uno debe matar a otros porque no creen en lo mismoque uno , porque sean cristianos o judíos", dijo el jeque Bethio, uno de los morabitos más influyentes del movimiento.
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