Lleida, 2007-11-29 , La Mañana Digital, Fernando Boneu Companys, Opinión
En otoño de 1961 afloraron en el Romeral de Albesa. En tierras de Francisco Bo. Brotaban las teselas multicolores, cuando el arado profundizaba en aquella tierra poco fértil y árida. A veces aparecían esparcidas por la superficie del ancho cauce del Noguera Ribagorzana, en confluencia hacia el Segre. En aquella ancha superficie del margen fluvial, y no lejos, se encuentran Algerri y Almenar, dos puntos con hallazgos arqueológicos de villas romanas.
A Francisco Bo, aquel día de septiembre le sopló la diosa Ceres –la diosa protectora del campo y de la cosecha– y un campo de aluviones, repleto de graveras, sustentando una mínima superficie cultivable, apareció la joya preciada de unos mosaicos romanos.
Francisco Bo, con las minúsculas piedrecillas policromas, fue al veterinario Palau, el leridano Gené, comentaron el hallazgo con Diez-Coronel Montull y Rodrigo Pita Mercé, arqueólogos leridanos que mantenían (digo bien, mantenían) y trabajaban (digo bien, trabajaban) y muchas veces sufragaban (digo bien, sufragaban) las excavaciones, catas y estudios arqueológicos de nuestras tierras.
Sus responsabilidades estaban acreditadas por sus conocimientos y múltiples años de realizaciones; sus credenciales, refrendadas oficialmente por Gratiniano Nieto, que reconoció su capacidad. Al ser ambos consejeros del Instituto de Estudios Ilerdenses, lograban alguna colaboración material de la institución, nunca aportaciones dinerarias. José Alfonso Tarragó Pleyán, hombre docto, capaz y trabajador, lograba de la Diputación socorros de personal y transporte, las mínimas instalaciones básicas para realizar su cometido. Del Ayuntamiento, el apoyo del maestro de obra Antonio Navarro y la asistencia del aparejador municipal Jose Sarrate, otro de los seducidos por el arte.
Con estos bártulos, se hicieron catas, sondeos, excavaciones mínimas, estudios preliminares para delimitar la extensión de una aparentemente gran finca urbana romana. Y con la colaboración de vecinos –desde el Alcalde de la villa Clua, a Ollé, a Costa y a muchos otros– se confirmó que El Romeral era una villa romana de gran extensión, con mosaicos de gran belleza. Diez-Coronel y Pita, durante años, excavaron los distintos espacios de la villa. Muchos fueron los visitantes y las cortesías. Pero los medios tan escasos, como frecuentes las vandálicas destrucciones de los ignorantes.
Pudo acabarse la excavación gracias a la intervención del profesor Eduardo Ripoll Perelló, que en aquellos años acumulaba la responsabilidad de Ampúries en Girona, la del Museo Nacional de Montjuïc, la de los Museos de Sitges y la del Arqueológico de Barcelona. Disponía de un escaso presupuesto y de personal experto, que dedicaba a solventar las intervenciones urgentes.
Llegado el momento de la extracción de los mosaicos, fue obra de José Nuix y algunos colaboradores de Barcelona,expertos mosaistas. Los mosaicos policromados, con dibujos de gran belleza, cuadros geométricos, tiestos con flores, temas agrícolas, dibujos de pájaros, árboles y cenefas de modelo griego, fueron cuidadosamente trasladados al Museo para su restauración.
Por aquel entonces era director general de Bellas Artes el arquitecto mallorquín Gabriel Alomar. Todo se originó en Balaguer donde yo era Concejal de Cultura. Con la colaboración del Instituto Arqueológico Alemán se estudiaban con gran precisión las más preciosas yeserías islámicas aparecidas en el solar de lo que fue castillo de los Condes de Urgell. Eran semejantes a las del palacio de la Aljaferia de Zaragoza, de Medina Zahara y de la Mezquita Mayor de Córdoba. Como muestra de su personal estima y premio a la labor que allí se realizaba, me nombró consejero de Bellas Artes (1968), con dependencia directa de la Dirección General. El profesor Ripio, que lo era de Barcelona, era mi tutor y mi permanente y constante ayuda y tuvo que salir en mi defensa frente al desabrido Dr. Almagro, que ni hacía ni dejaba hacer.
Siendo yo responsable de Bellas Artes de Lleida y Ripoll de Barcelona, se consiguió que los mosaicos de Albesa fueran extraídos y llevados a Barcelona para su restauración por el personal del Museo Arqueológico. El convenio se realizó entre caballeros y nunca se firmó ningún documento que supusiera más depósito que lo que tenerlos en sus talleres de restauración.
Ni las extracciones, ni el traslado a Barcelona, ni la restauración, tuvieron nunca autorización escrita de la Dirección General de Bellas Artes. Fueron los consejeros quienes tomaron las decisiones y determinaron donde realizar las recuperaciones. Desde Barcelona jamás se solicitó la colaboración económica de la Diputación de Lleida para sufragar la restauración. Nunca existió, ni existe hoy día, documentación alguna que determine que los mosaicos de Albesa, y todo lo que de allí se extrajo, quedara en depósito en el Museo Arqueológico de Barcelona.
No existe ninguna documentación firmada entre los dos únicos responsables del patrimonio Artístico. Fueron acuerdos entre caballeros. Si actualmente se exhibe algún documento que quiera justificar su propiedad o su depósito, es un documento falso. O firmado por quien, en aquellos años, carecía de autoridad. Estoy convencido que Ripoll no dejó escrito alguno, que contradiga mis afirmaciones. Y si se otorgara crédito a sospechosas componendas, reclamo idéntico crédito y derecho para impugnarlo. Los mosaicos consignados para su restauración no pueden ser cedidos sino por el propietario. Y los del Romeral son algunos de los mosaicos de Albesa, depositados en nuestro renovado Museo.
Se ha afirmado lo contrario, buscando sinónimos que siendo más o menos suaves, indican lo mismo.
Tomar, incautar, apropiarse, usurpar, substraer, garrapiñar, arrebatar y hurtar. Es decir, quedarse con lo que es de otro. Eufemismos de hurtar. Queda claro, lo que quiero decir. Entre las grandes satisfacciones que ofrece la contemplación de este, nuestro Museo de Lleida, Diocesano y Comarcal, es la de poder contemplar parte de nuestros mosaicos. Tenemos que agradecer el gran esfuerzo realizado por muchos, para que podamos gozar del patrimonio artístico, que defendemos por creernos propietarios en justicia. Al fin, nuestros mosaicos están otra vez en Lleida. Mañana será un día de júbilo.
Dr. Fernando Boneu Companys. Acadèmic de Numero de la Real Academia Catalana de Sant Jordi. Académico Correspondiente de la Real Academia de San Fernando. Miembro Consejero del Instituto “Miguel Servet” California H. Society Ass.
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
En otoño de 1961 afloraron en el Romeral de Albesa. En tierras de Francisco Bo. Brotaban las teselas multicolores, cuando el arado profundizaba en aquella tierra poco fértil y árida. A veces aparecían esparcidas por la superficie del ancho cauce del Noguera Ribagorzana, en confluencia hacia el Segre. En aquella ancha superficie del margen fluvial, y no lejos, se encuentran Algerri y Almenar, dos puntos con hallazgos arqueológicos de villas romanas.
A Francisco Bo, aquel día de septiembre le sopló la diosa Ceres –la diosa protectora del campo y de la cosecha– y un campo de aluviones, repleto de graveras, sustentando una mínima superficie cultivable, apareció la joya preciada de unos mosaicos romanos.
Francisco Bo, con las minúsculas piedrecillas policromas, fue al veterinario Palau, el leridano Gené, comentaron el hallazgo con Diez-Coronel Montull y Rodrigo Pita Mercé, arqueólogos leridanos que mantenían (digo bien, mantenían) y trabajaban (digo bien, trabajaban) y muchas veces sufragaban (digo bien, sufragaban) las excavaciones, catas y estudios arqueológicos de nuestras tierras.
Sus responsabilidades estaban acreditadas por sus conocimientos y múltiples años de realizaciones; sus credenciales, refrendadas oficialmente por Gratiniano Nieto, que reconoció su capacidad. Al ser ambos consejeros del Instituto de Estudios Ilerdenses, lograban alguna colaboración material de la institución, nunca aportaciones dinerarias. José Alfonso Tarragó Pleyán, hombre docto, capaz y trabajador, lograba de la Diputación socorros de personal y transporte, las mínimas instalaciones básicas para realizar su cometido. Del Ayuntamiento, el apoyo del maestro de obra Antonio Navarro y la asistencia del aparejador municipal Jose Sarrate, otro de los seducidos por el arte.
Con estos bártulos, se hicieron catas, sondeos, excavaciones mínimas, estudios preliminares para delimitar la extensión de una aparentemente gran finca urbana romana. Y con la colaboración de vecinos –desde el Alcalde de la villa Clua, a Ollé, a Costa y a muchos otros– se confirmó que El Romeral era una villa romana de gran extensión, con mosaicos de gran belleza. Diez-Coronel y Pita, durante años, excavaron los distintos espacios de la villa. Muchos fueron los visitantes y las cortesías. Pero los medios tan escasos, como frecuentes las vandálicas destrucciones de los ignorantes.
Pudo acabarse la excavación gracias a la intervención del profesor Eduardo Ripoll Perelló, que en aquellos años acumulaba la responsabilidad de Ampúries en Girona, la del Museo Nacional de Montjuïc, la de los Museos de Sitges y la del Arqueológico de Barcelona. Disponía de un escaso presupuesto y de personal experto, que dedicaba a solventar las intervenciones urgentes.
Llegado el momento de la extracción de los mosaicos, fue obra de José Nuix y algunos colaboradores de Barcelona,expertos mosaistas. Los mosaicos policromados, con dibujos de gran belleza, cuadros geométricos, tiestos con flores, temas agrícolas, dibujos de pájaros, árboles y cenefas de modelo griego, fueron cuidadosamente trasladados al Museo para su restauración.
Por aquel entonces era director general de Bellas Artes el arquitecto mallorquín Gabriel Alomar. Todo se originó en Balaguer donde yo era Concejal de Cultura. Con la colaboración del Instituto Arqueológico Alemán se estudiaban con gran precisión las más preciosas yeserías islámicas aparecidas en el solar de lo que fue castillo de los Condes de Urgell. Eran semejantes a las del palacio de la Aljaferia de Zaragoza, de Medina Zahara y de la Mezquita Mayor de Córdoba. Como muestra de su personal estima y premio a la labor que allí se realizaba, me nombró consejero de Bellas Artes (1968), con dependencia directa de la Dirección General. El profesor Ripio, que lo era de Barcelona, era mi tutor y mi permanente y constante ayuda y tuvo que salir en mi defensa frente al desabrido Dr. Almagro, que ni hacía ni dejaba hacer.
Siendo yo responsable de Bellas Artes de Lleida y Ripoll de Barcelona, se consiguió que los mosaicos de Albesa fueran extraídos y llevados a Barcelona para su restauración por el personal del Museo Arqueológico. El convenio se realizó entre caballeros y nunca se firmó ningún documento que supusiera más depósito que lo que tenerlos en sus talleres de restauración.
Ni las extracciones, ni el traslado a Barcelona, ni la restauración, tuvieron nunca autorización escrita de la Dirección General de Bellas Artes. Fueron los consejeros quienes tomaron las decisiones y determinaron donde realizar las recuperaciones. Desde Barcelona jamás se solicitó la colaboración económica de la Diputación de Lleida para sufragar la restauración. Nunca existió, ni existe hoy día, documentación alguna que determine que los mosaicos de Albesa, y todo lo que de allí se extrajo, quedara en depósito en el Museo Arqueológico de Barcelona.
No existe ninguna documentación firmada entre los dos únicos responsables del patrimonio Artístico. Fueron acuerdos entre caballeros. Si actualmente se exhibe algún documento que quiera justificar su propiedad o su depósito, es un documento falso. O firmado por quien, en aquellos años, carecía de autoridad. Estoy convencido que Ripoll no dejó escrito alguno, que contradiga mis afirmaciones. Y si se otorgara crédito a sospechosas componendas, reclamo idéntico crédito y derecho para impugnarlo. Los mosaicos consignados para su restauración no pueden ser cedidos sino por el propietario. Y los del Romeral son algunos de los mosaicos de Albesa, depositados en nuestro renovado Museo.
Se ha afirmado lo contrario, buscando sinónimos que siendo más o menos suaves, indican lo mismo.
Tomar, incautar, apropiarse, usurpar, substraer, garrapiñar, arrebatar y hurtar. Es decir, quedarse con lo que es de otro. Eufemismos de hurtar. Queda claro, lo que quiero decir. Entre las grandes satisfacciones que ofrece la contemplación de este, nuestro Museo de Lleida, Diocesano y Comarcal, es la de poder contemplar parte de nuestros mosaicos. Tenemos que agradecer el gran esfuerzo realizado por muchos, para que podamos gozar del patrimonio artístico, que defendemos por creernos propietarios en justicia. Al fin, nuestros mosaicos están otra vez en Lleida. Mañana será un día de júbilo.
Dr. Fernando Boneu Companys. Acadèmic de Numero de la Real Academia Catalana de Sant Jordi. Académico Correspondiente de la Real Academia de San Fernando. Miembro Consejero del Instituto “Miguel Servet” California H. Society Ass.
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