La carnicería islámica Al Andalus en la calle Carretes, del Raval.
El Espai Avinyò promueve rutas por el Raval para que los vecinos decubran la cultura y costumbres de la población musulmana
Avanzar pasos en los procesos de integración, garantizar la cohesión social y la buena convivencia en una sociedad intercultural son los objetivos de actividades impulsadas por el Espai Avinyó, como un itinerario por el Raval que da a conocer la cultura y costumbres de la población marroquí explicadas por jóvenes estudiantes nacidas en Marruecos o ya en Barcelona, hijas de una segunda generación que nada a contracorriente entre dos civilizaciones, una del norte y otra del sur. La ruta, a la que acuden vecinos y barceloneses de otros barrios, incluye visitas al Consell Islàmic Cultural de Catalunya, a una carnicería 'halal', a una tienda de vestidos caftán y a una librería especializada en lengua árabe.
El desconocimiento produce rechazo en ciertos sectores de la sociedad. De ello, es consciente Lola López, experta en temas migratorios y comisionada de Inmigración del Ayuntamiento de Barcelona, que, desde el Espai Avinyó organiza estas propuestas solidarias en colaboración con las entidades Euro-Àrab y la Associació Antropologies. "Después del colectivo gitano, el marroquí es el más estigmatizado", asegura López.
ISLAMOFOBIA
Para la comisionada es importante actuar en el barrio, en los espacios públicos, en las escuelas y en los entornos laborales y luchar contra la segregación y la desigualdad, porque en la sociedad hay problemas con la aceptación de personas de otros contextos culturales. "La realidad es que se discrimina al más cercano, como es el caso de los marroquís en el Raval, donde se detectan casos de islamofobia. A un musulmán senegalés se le respeta más que a uno procedente de Marruecos.
"A un jeque árabe que va a Marbella con tres mujeres y sus relojes de oro no se encuentra con pancartas en la calle, pero si se trata de una familia sin un duro la mirada es diferente"
Muchos de los inmigrantes marroquís llegan a Barcelona en una situación económica muy precaria. Este tipo de rechazo es clasismo", argumenta López.
El acercamiento mutuo, la sensibilización de la ciudadanía sobre el mundo árabe y su diversidad religiosa, lingüística y cultural; el impulso del tejido asociativo, los intercambios culturales, la cooperación, la igualdad de oportunidades, el establecimiento de vínculos entre las instituciones y la sociedad civil son las metas que intenta alcanzar esta ruta por las calles de Hospital, la rambla del Raval y la ronda de Sant Pau y sus calles cercanas, que concentran gran parte de la población marroquí de Barcelona.
El último padrón, el del 2016, indica que en Barcelona viven 12.552 marroquís, lo que significa el 4,7% de los extranjeros residentes en la ciudad. De ellos, el 20,4% viven en Ciutat Vella. La media de edad son 32,4 años y 52,4% dicen tener estudios primarios.
EL PERIODO
La primera parada en en el oratorio de mujeres del Consell Islàmic, una sala polivalente en la calle de Nou de Sadurní, que también se utiliza para organizar talleres. Mohamed Halhoul (Tánger, 1966), portavoz del Consell Islàmic i Cultural de Catalunya, explica que este centro nació en el año 2000 para dar respuestas a las peticiones de la ciudadanía musulmana. Durante la charla con los vecinos, distribuye 'La mujer en el Islam', librito donde se informa de que una musulmana tiene derecho a discutir con el mismo profeta. "Ella no tiene la obligación de considerar a su marido como única refrencia en asuntos legales y de religión", dice textualmente la publicación.
Sobre la menstruación, precisa que el Islam no considera que una mujer con la regla tenga ningún tipo de sucidedad contagiosa. "Ella no es intocable ni maldita. Solo hay una restricción. A la mujer casada no se le permite tener relaciones sexuales durante el periodo. Y también está exenta de las oraciones diaria y del ayuno por el Ramadán".
"Nosotras tenemos las mismas oportunidades. Nuestras madres solo tenían dos opciones: o trabajar limpiando casas o en la cocina de un restaurante"
Al salir del oratorio, el mismo Halhoul conduce a los participantes a una tienda de ropa femenina de su propiedad. Allí, varias jóvenes musulmanas responden a las dudas de los vecinos. "La segunda generación ha cambiado. Nosotras tenemos las mismas oportunidades. Nuestras madres solo tenían dos opciones: o trabajar limpiando casas o en la cocina de un restaurante", cuentan las guías de la asociación Euro-Àrab. Una señora admira una túnica de un azul intenso. "Está fabricada en Siria. ¿Cómo puede ser si están en guerra?", pregunta. "La vida continúa en las circunstancias más adversas", le responde la señora que la acompaña.
La carnicería islámica Al Andalus también genera preguntas y respuestas entre sus estantes repletos de miel, de especies, de dulces, de té con menta y de ollas de cuscús. Allí otra guía relata qué es la carne 'halal'. "Al animal herbívoro se hace un tajo en el cuello con un cuchillo bien afilado que le desangre mientras tiene la cabeza orientada a La Meca por un matarife que ha de ser musulmán". En su descripción se olvida de explicar que no hay aturdimiento previo del animal, por lo que sufre más.
Al finalizar, Carmen Méndez, vecina del Raval, considera que todavía falta tiempo. "No podemos compararnos con Francia donde la presencia de musulmanes en sus ciudades es habitual desde hace décadas. Por eso allí Rachida Dati llegó a ser ministra de Justicia"
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