Los habitantes del barrio de las Filipinas piden que la mezquita se traslade "donde no molesten". A. A.
«Nuestra mezquita será un centro religioso para educación y reuniones, para dar cursos de árabe a quienes quieran aprender, incluso a los no musulmanes», remarcó Mohamed Lamjouhah, presidente de la comunidad islámica en Alhama de Murcia, compuesta por unas 2.000 personas. «Queremos enseñar el verdadero islam».
Lamjouhah no ocultó su tristeza por la oposición que ha generado la construcción de la nueva mezquita en el vecindario. Remarcó que, por lo menos, en esta ocasión, la corporación municipal «se ha prestado a colaborar». El almacén, aclaró, «lo hemos comprado con nuestro dinero». Cada asociado que está trabajando ha aportado 250 euros, según explicó. Tampoco han aceptado dinero del Gobierno de Marruecos. «Queremos ser independientes, no ser marionetas ni que nos impongan sus maneras», subrayó.
Actualmente, esta comunidad tiene una mezquita en el barrio de Los Dolores y el cambio se debe a un problema de espacio. «Nunca hemos causado problemas», incidió Lamjouhah, quien se muestra proclive a tratar de alcanzar un acuerdo con el vecindario de Las Filipinas. Su afán es que se encuentre la armonía, en especial con los niños. «Nuestro mayor esfuerzo es la integración del musulmán en la sociedad local».
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