Los científicos admiten que el enigma podría no resolverse nunca, ya que actualmente el volcán está casi desaparecido en las profundidades del océano.
El 10 de octubre de 1465 el rey Alfonso II de Nápoles y la noble Ippolita María Sforza unieron sus vidas en Milán. Pero la ceremonia, largamente esperada por el pueblo, quedó eclipsada por otro evento que tendría más consecuencias para la historia de la humanidad. Ese lejano día, el sol empezó a volverse azulado, y luego se hizo la oscuridad, unos hechos que muchos interpretaron como presagios de mala suerte.
Durante los meses siguientes, extraños acontecimientos tuvieron lugar en toda Europa. En Alemania llovió tanto y con tanta intensidad que en los cementerios los cadáveres quedaron al descubierto. En la ciudad de Torun, actualmente en Polonia, la única manera de desplazarse era en balsa. En toda Europa, en pleno verano la temperatura cayó a varios grados bajo cero. Los lagos se congelaron, árboles y plantas dejaron de crecer y las flores no florecieron.
Los investigadores afirman que la responsable de esa extraña serie de acontecimientos fue una erupción volcánica aún más devastadora que la del volcán Tambora (en el archipiélago indonesio de las Sonda), que en 1815 mató a unas 70.000 personas, informa el portal Gizmodo. Restos del ácido sulfúrico lanzado a la atmósfera durante esa erupción, y que luego se precipitó sobre los polos, todavía pueden ser detectadas en los hielos polares.
A pesar de las pruebas que atestiguan que en el siglo XV tuvo lugar una devastadora erupción, dónde sucedió esa erupción y qué volcán la produjo sigue siendo unos de los mayores misterios de la historia de la geología.
Del otro lado del mundo
En los años 1950, arqueólogos que trabajaban en las islas Vanuatu, en el Pacífico, vincularon las anomalías climáticas a una serie de erupciones de un volcán gigante que se encontraba en la isla de Kuwae. Las devastadoras erupciones partieron la isla en dos, formando a continuación una caldera submarina entre las resultantes Epi y Tongoa, que todavía guardan una gruesa capa de cenizas en su superficie.
Pero las reconstrucciones de los estudiosos, que se basaban en los relatos de los jefes de las tribus locales, sitúan esa gran erupción en algún momento entre 1540 y 1654, es decir, un siglo o dos después de la boda de Alfonso II.
En 1993, un científico de la NASA descubrió que el año 1453 estuvo caracterizado por un enfriamiento global anómalo, producido por los gases lanzados a la atmósfera por un enorme volcán. Es cierto que entonces todavía faltaba más de una década para la boda de Alfonso II, pero la fecha coincide con otros eventos meteorológicos extremos en el mundo, como la hambruna fatal que sufrió la civilización azteca o la nevada de 40 días registrada en la región del río Yangtsé, en China.
Poco después de ese descubrimiento un equipo de geólogos franceses visitó la región de Kuwae. Entonces los análisis con radiocarbono de los restos de los árboles hallados en la zona dataron la erupción en los años 1420-1430. Dada la proximidad cronológica con los eventos de 1465, se podría suponer que el misterio por fin se había resuelto. Pero nada más lejos de la realidad.
¿El tamaño no importa?
Los sucesivos análisis que los geólogos franceses hicieron del cráter del volcán Kuwae, actualmente sumergido en el fondo del Pacífico, determinaron que la erupción generó una columna de humo y cenizas que se elevó a 48 kilómetros.
Sin embargo, otra investigación realizada poco después por la Universidad de Nueva Zelanda en las islas alrededor de la caldera del Kuwae reveló que la cantidad de escombros volcánicos emitidos no era suficiente para confirmar la teoría de la megaerupción del siglo XV. De acuerdo con los científicos, los escombros existían, pero no en una cantidad que justificara un evento de proporciones globales.
El estudio concluyó que, con una altura inferior a 1.000 metros, el Kuwae no era un volcán tan gigantesco, y que no estalló en una erupción devastadora capaz de cambiar el clima, sino que lo hizo en una serie de erupciones.
No obstante, en 2012 los investigadores lograron acercarse un poco más a la solución del enigma. Entonces un estudio del contenido de un cilindro de hielo de la Antártida permitió reconstruir la cronología de las erupciones volcánicas de los últimos 2.000 años. Los resultados demostraron que las anomalías climáticas ocurridas durante el siglo XV fueron causadas no por una, sino por dos erupciones. La primera de ellas ocurrió en 1458. En 2013 un estudio aún más profundo confirmó estos resultados.
Entonces, ¿dónde está el volcán?
Las repercusiones que tuvo en todo el mundo la erupción indica la probabilidad de que esta se produjera en la región tropical, pues el aire de esa zona es empujado por los vientos desde el ecuador hacia los polos. Sin embargo, en el Pacífico existen cientos de volcanes y el responsable de las anomalías climáticas en el siglo XV está hoy casi desaparecido en las profundidades del mar, de manera que es muy posible que su identidad permanezca desconocida para siempre. Pero eso no es óbice para que algunos científicos sigan buscándolo entre arcos insulares en Micronesia, Polinesia o Melanesia.
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