Argentina,21 DE JULIO DE 2017,LA NACION,Marita Carba
Contra lo que tantas veces fue anunciado, la secularización no terminó con el ansia humana de espiritualidad
A pesar de los avances de la secularización en algunas regiones del mundo, distintas investigaciones ratifican la vigencia de la religión en la actualidad y anticipan que no se vislumbra en los próximos años un futuro menos religioso.
A fines del siglo XIX se hicieron profecías acerca de la caída e incluso la desaparición de la religión en la vida de las personas y en la sociedad como consecuencia del proceso de secularización que traía aparejado la modernidad. Grandes pensadores como Comte, Durkheim, Marx, Nietzsche y Weber se orientaban en esa dirección. Estos padres fundadores de las ciencias sociales se verían sorprendidos hoy ante la importancia que la gente le otorga a la espiritualidad, aunque ésta no siempre se canalice a través de iglesias y templos, sino en función de valores personales y de una relación más directa con Dios.
Autores contemporáneos como Jürgen Habermas y el prestigioso sociólogo Peter Berger, entre otros, nos hablan de un crecimiento del fenómeno religioso. Berger incluso se desdice de sus escritos anteriores para afirmar que su principal cambio intelectual ha sido precisamente el abandono de la teoría de la secularización: "Veo que el mundo, con algunas notables excepciones, es tan religioso como siempre y en algunos lugares más que nunca", escribió (2001).
Ni la modernidad, como época histórica, ni la globalización, como proceso de intercomunicación, han implicado un retraimiento de la espiritualidad en el mundo, con la excepción de algunos países y regiones, como Europa occidental. La religión sigue vigente, con una mayoría de personas que la necesita en lo personal, que encuentra sentido, consuelo y fortaleza en ella y considera que juega un papel positivo en sus sociedades.
Distintas investigaciones de organismos como el World Values Survey o la última encuesta internacional de WIN/Voices!, realizada en 68 países de todas las regiones del mundo, ratifican la importancia de la religión a nivel mundial. El sondeo muestra que el 62% de las personas se definen a sí mismas como religiosas, al tiempo que el 75% cree en la existencia del alma y un 72% en la de Dios. En el lado opuesto, el estudio revela que el 25% de los entrevistados se considera no religioso y un 9% ateo.
Estos resultados globales, sin embargo, presentan marcadas diferencias tanto sociodemográficas como geográficas. Hay una conexión entre religiosidad y nivel socioeconómico y educativo. Mientras a nivel global ocho de cada diez encuestados con bajo nivel educativo se definen como religiosos, el índice desciende a cinco de cada diez personas con educación superior.
En Europa occidental se vienen dando desde hace algunas décadas procesos de secularización, con un creciente número de agnósticos y ateos, así como una escasa asistencia a las iglesias. La encuesta revela, por ejemplo, que sólo dos de cada diez suecos y cuatro de cada diez franceses se definen como religiosos. El panorama se repite en relación con las creencias y se observa que es en los países nórdicos donde en menor porcentaje afirman creer en Dios. Y aunque en otras naciones europeas (con excepción de Italia, que es muy religiosa) la proporción que cree en Dios es mayor, no se supera el 50%.
En los Estados Unidos, un país tradicionalmente muy creyente aunque la práctica de la religión está en baja, la mayoría de las personas continúa siendo religiosa y otorga alta importancia a Dios en su vida.
En América latina, una región marcadamente religiosa y predominantemente católica, entre ocho y nueve de cada diez entrevistados se consideran religiosos en la mayoría de los países (un 78% en el caso de la Argentina). Y entre 90 y 98% cree en Dios y la existencia del alma.
El reverso de la secularización europeo-occidental se observa también en África, Medio Oriente y gran parte de Asia, donde la religiosidad se mantiene significativamente alta, un fenómeno que se potencia en los países donde la mayoría de la población profesa la fe musulmana.
En Tailandia prácticamente la totalidad de la población se considera religiosa y en Nigeria, India, Ghana, Costa de Marfil, Papúa Nueva Guinea, Paquistán, Fiji, Armenia y Filipinas se registran porcentajes similares de alta espiritualidad.
A su vez, en Bangladesh e Indonesia, Ghana y Paquistán la casi totalidad de la población cree en Dios, la vida después de la muerte, el alma, el cielo y el infierno. En el extremo opuesto, China es el país menos religioso entre los analizados, con siete de cada diez chinos que se manifiestan ateos y dos de cada diez que se definen como no religiosos.
En suma, no se puede hablar de un retroceso de la religión. Se debilita en algunas regiones de Europa occidental y otras naciones desarrolladas de América y Oceanía (sobre todo aquellas con altos ingresos y una baja tasa de natalidad) en las que la proporción de ateos, agnósticos y quienes no tienen preferencia alguna continúa en aumento.
Pero la tendencia opuesta en África, Medio Oriente y partes de Asia, donde además se verifica un alto crecimiento demográfico, permite proyectar un aumento del número de personas que globalmente pertenecen a una u otra religión. En cuanto al futuro, también estudios de Pew sobre el tema proyectan para las próximas décadas que la presencia global de no religiosos disminuirá a nivel mundial y estiman un crecimiento de las personas de religión musulmana. Para 2050 se espera una proporción similar de musulmanes y cristianos, con un 30% del total mundial cada uno.
La cuestión religiosa y su influencia en la vida política han cobrado una creciente importancia y actualidad. Para minimizar los conflictos y alejar la violencia y la confrontación son necesarios el diálogo, el entendimiento y la tolerancia en los ámbitos de la política local e internacional. Debemos trabajar en un mayor conocimiento, acercamiento e intensificación del diálogo interreligioso. Esto es clave para lograr la paz mundial y evitar la violencia. Los conflictos tanto dentro de las propias religiones como los interreligiosos se intensifican debido, en gran parte, al desconocimiento de las tradiciones espirituales y de la cultura propia del otro. Por esta razón es de suma importancia seguir estudiando e investigando el tema religioso para ir incorporando otros factores y variables que permitan una comprensión más profunda de las distintas religiones en busca de consensos y respeto. El objetivo es alcanzar una convivencia respetuosa en la diversidad.
La figura del papa Francisco, con su mensaje de armonía, encuentro, misericordia y respeto mutuo puede jugar un rol muy importante y de ejemplo en este contexto. Ningún papa ha hecho tanto como él en el diálogo entre las religiones. Y ha sido claro en sus mensajes al señalar que cristianos y musulmanes deben "caminar juntos" contra todo tipo de violencia y que cada ser humano es nuestro hermano independientemente de su origen o pertenencia religiosa.
El futuro de todos depende en gran parte del encuentro entre culturas y religiones. Éste es uno de los grandes desafíos para alcanzar un mundo justo, en paz y sin violencia.
Presidenta de Voices! Vicepresidenta del Comité Científico del World Values Survey
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