martes, 4 de octubre de 2011

El hiyab y los columnistas forzosos

Madrid,04/10/2011,kaosenlared.net,Jaime Richart

Este texto va a ser largo porque hay en juego varios valores, pre­juicios y conceptos de carácter periodístico y social... Porque aquí hay en juego cuatro asuntos:

El primero, la desconfianza que puede inspirarnos el columnista que ha de escribir forzosamente todos los días, por el hecho mismo de tener que hacerlo; el segundo, el dere­cho o la negativa de ese derecho a llevar una prenda que no oculta en la persona más que la cabeza y no más de lo que ciertas modas exhiben en la pasarela; el tercero, la inevitabilidad de la influencia cultural más o menos encauzada o corregida por el o los sujetos en todas las personas; y el cuarto, el respeto o desprecio por las deci­siones relacionadas con una costumbre cultural concreta ajena, que en nada perjudica a la propia. Por estos cuatro puntos he tenido la paciencia de desgranar hasta qué punto puede ser un despropósito lo recogido en su columna diaria un periodista que, a mi juicio, suele razonar muy bien. Por otra parte, parte de lo que voy a decir, con Manuel Saco por medio, vale para otros columnistas y personajes públicos de los medios de teórica iz­quierda que trabajan a sueldo... En todo caso, como a él el asunto le da pie para su columna, a mí me lo da para dar un repaso también a los otros tres asuntos.

El asunto sería trivial si no fuera porque tiene mucho más alcance del que prima facie parece, como acabo de decir. Está en juego la interpretación de la "li­bertad": la suya, la del otro, pero también la nuestra, la de los que no vendemos libertad a bajo precio, ni la ja­leamos al tuntún. El asunto es demasiado serio como para triviali­zarlo, porque afecta o puede afectar a otros asuntos de las liberta­des públicas que algunos sólo reclaman para sí pero niegan a los demás. Este es, creo yo, el caso del artículo “El secuestro de las conciencias” publicado hoy en “Público”.

Desde luego, yo no me metería en este jardín constituyéndome en abogado defensor de la libertad ajena y del derecho a llevar la hiyab, si "Público" y Ma­nuel Saco no tuvieran la proyección que se les su­pone... Lo que más siento es que al igual que la mentira se distingue de la verdad porque la mentira es sencilla y la verdad compleja, la brevedad de una columna pe­riodística, unida al extendido prejuicio sobre esto, me obligue a ocuparme quizá excesivamente en algo que no debería merecer más que desprecio. Pero como quien sus­cribe también sufre de demasías y enfurecimientos que, en frío, no valie­ron la pena, y además el dato de escribir a menudo forzosa­mente un columnista pone en cuestión a veces su congruencia, me mueve a hacer este largo alegato a favor de la libertad positiva de llevar el hiyab, el asunto principal pero, como dije antes, no sólo él porque está conectado a esos otros tres ya mencionados...

Veamos. Mira que he leído columnas de Saco. Por eso compruebo un día tras otro hasta qué punto los columnistas que tienen el deber de escribir a diario una columna pueden patinar, doblega­dos por la obligación ineludible y la ausencia de la imaginación im­pres­cindible para escribir algo interesante. En esto advierto la enorme ventaja que tenemos quienes, escribiendo casi al ritmo de los columnistas de los periódicos oficiales pero no en ellos, tenemos tiempo para pensarnos varias veces lo que escribimos y podemos constituirnos más fácilmente en críticos u objetores de nuestras pro­pias palabras e ideas como lectores de nosotros mismos. Nosotros no es­cribi­mos forzados, impelidos por la necesidad de tener que enviar un texto a la redac­ción antes de las 6 de la mañana. Ellos sí. Por eso pueden es­cribir a veces desatinos hechos tesis envuelta hábilmente en gra­mos de erudición que, como sabemos, es una suerte de enciclope­dismo de coyuntura.

Saco se refiere al caso de una niña musulmana de 14 años que exige llevar a clase el hiyab, un pañuelo en la cabeza, como la cofia de una enfermera de postín o la toca de una monja devota. De este deseo, más que exigencia, hace el autor un mundo (y me obliga a mí a hacer otro mundo), atribuyendo una especie de lavado de ce­rebro a la niña y a los padres, como el de aquellas "imáge­nes terro­ríficas con es­cenas del infierno para inculcar en los fieles más débi­les el terror a la ira de dios", como él escribe, proveniente de su cul­tura mu­sulmana.

Precedido el texto por una definición del conductismo, acaba di­ciendo que "la niña ha sufrido por parte de sus padres, y estos por su religión, una violencia psicológica tal que la niña acaba­ría (no sé por qué el potencial) confundiendo la prisión del hiyab con la liber­tad."

Parece mentira que Saco no vea más allá de la inmediatez en un asunto que ha traído a mi juicio estúpida cola, que no resiste la más mínima comparación con el burka cuyo repudio se explica sencilla­mente por motivos de seguridad (aspecto éste en el que han tardado demasiado los poderes en caer en la cuenta, cuando debiera haber sido algo manifiesto desde el primer momento)..

Saco presta una atención a la “violencia psicológica” ejer­cida por los padres de la niña sobre ella, porque no ha encontrado otro ar­gumento mejor para su columna. Atribuir violencia psi­cológica a una educación, a una religión y a una cultura sin caer en la cuenta que él también pertenece a otra cultura que ejerce su violencia particular, es cosa de necios. En virtud de la suya, desprovista de todo respeto a lo “extraño” a él, reacciona él mismo contra la niña, contra sus pa­dres y contra el hiyab con una falta de respeto hacia otra religión, creencia o costumbre que a nadie daña, como es un pañuelo que tapa parcialmente y sólo la cabeza.

Habiendo tantísimos casos y personas en este país con la con­ciencia secuestrada por una ideología, por la pasión hacia iconos del deporte o de la política, por su religión, por el antindependentismo, o por mil necios prejuicios más (Konrad Lorenz decía que cada ma­ñana con el desayuno deberíamos deshacernos de un prejuicio) que provocan conflictos mil, se va a fijar en el nominal "secuestro de la conciencia" de una niña que lleva un pañuelo a la cabeza como, además de monjas, frailes y bedeles su uniforme, lo llevan todavía al­gunas mujeres en algunas aldeas de Galicia o Asturias. Como en el Congreso los diputados han de llevar una prenda tan idiota como la corbata.

Lo dicho, o Saco es un necio o, por no encontrar otro tema de con­versación, se ha ido a fijar en un supuesto secuestro de conciencia, sin reparar en el secuestro que ha sufrido la suya empeñado en su­primir de un tajo todo vestigio de libertad que no sea su modo de entenderla. Vivir para ver... Eso, o ha sufrido un repentino ataque de demagogia sabiendo que una gran mayoría de este país tiene se­cuestrada su conciencia por el odio o rechazo a lo musulmán. Y luego, por otro secuestro de conciencia -albarda sobre albarda- rela­tivo al odio y rechazo inculcados por la religión en la que él, por sus años, tuvo más o menos que haber sido educado, y luego por el di­fundido por el poder de los neoliberales inculca­do al mundo a cuenta del invento del terrorismo islámico. Si hubiera conocido o estudiado un poco otras culturas, además de evitar reflexionar aldeanamente en la suya, seguro que comprendería mucho mejor a las demás y no sólo a sus colegas de café

Pobre y miope Manuel Saco... Cómo se nota que anoche tuvo tela­rañas en su conciencia embriagado de libertad. Con lo difícil que es interpretarla y con lo fácil que es incluir en ella y principalmente el respeto por quienes no hacen daño a na­die ni hacen daño ni sus costumbres ni sus creencias. Lo que sería denun­ciable es que los padres la obligaran a llevar la hiyab (lo que no consta sino al contra­rio), como algunos padres españo­les obligan a sus hijos a hacer la primera comunión. Pero que escriba de esta manera contra la in­fluencia de sus padres y de su cultura sin ver la nefasta influencia que está ejerciendo la contra­cultura en este país sobre adultos y ni­ños, me resulta bazofia perio­dística. Es más, yo le pregunto; si no influyen los padres y la cultura a que pertenecen sobre sus hijos ¿quién cree Saco que estarán más autorizados? ¿él?, ¿los pe­riódi­cos? ¿los nudistas? ¿Belén Esteban y Jorge Javier Vazquez? Preci­samente la falta de respeto a otras culturas es el principio de la falta de respeto por uno mismo, por la cultura propia, y desde luego por los mayores. Esa falta de respeto, además, vehicula, desde siempre, los pretextos a los imperialistas para toda clase de barbaridades. In­cluso su ataque frontal a la influencia tremendista de jirones de su cultura, la de todos, está empapado de incomprensión de otras épo­cas y de subjetividad extrema. En esto se manifiesta como un igno­rante ilustrado. La posición antropológica emic, la que estudia la cul­tura desde la cultura estudiada, es la inteligente cuando uno no se dedica a estudiar otra cultura desde los valores de la nuestra. Vea en una enciclopedia qué significado tiene la posición analítica emic.

Incluso yo respeto el estrabismo, facilona y demagógica columna de Manuel Saco. Es él quien se pone en evidencia. Esto, el calificar de violencia psicológica ejercida no probada sobre una hija a llevar la hiyab que ha proclamado que lleva por convicción y muy gusto­samente, es una de esas cosas que, como la prohibición de fumar en público y otras, pasado el tiempo avergonzarán a los que se opu­sieron escandalosamente.

En resumen, no creo que Saco piense así. Lo que sucede es queha tenido que escribir, como cada día, rápidamente su columna, y no le ha dado tiempo a refutarse...

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