Madrid, 07-08-08,ABC:ES,I.G. VARA / E. J. BLASCO.-
A Terry Jones siempre le ha gustado presentar el otro lado de las cosas, tanto en clave de humor
-ha sido uno de los pilares de Monty Python- como desde la seriedad de libros de historia que cuestionan versiones asentadas por la tradición. En «Roma y los bárbaros» (Ed. Crítica), escrito en colaboración con Alan Ereira, Jones presenta «una historia alternativa», como indica el subtítulo. Es la reinvidicación de que nuestra civilización debe aspectos sustanciales a los llamados pueblos bárbaros, derribando así a los romanos y a la cultura clásica del trono en el que los hemos encumbrado.
-¿Cómo surge la idea de analizar la historia desde el punto de vista del «enemigo»? ¿Tiene algo que ver que usted sea de Gales?
-Como galés podría partir de la posición del desvalido frente al dominante, pero en realidad no se trata de algo personal sino de la constatación de que unas sociedades se imponen a otras. Lo que pasó con Roma lo vemos hoy con EE.UU. Durante la guerra de Vietnam, los estadounidenses trataron a los vietnamitas como bárbaros, como gente sin cultura y como seres dudosamente humanos. Hoy tratan de hacer lo mismo con el Islam y los musulmanes, con Irak e Irán, presentándoles como los nuevos bárbaros. Siempre hay una sociedad dominante que se cree más inteligente y valiosa que las demás.
-Su libro es muy serio, pero anteriormente usted hizo reír a medio mundo. ¿Tienen alto que ver en este estudio sus lecturas de «Asterix el Galo» o la película «La vida de Brian», dirigida por usted?
-Aquí hay una verdadera investigación histórica que justamente trata de contrarrestar muchos estereotipos. Asterix, por ejemplo, aunque expresa cierta simpatía por los galos, al mismo tiempo ha extendido muchas ideas erróneas de los celtas.
-El libro cuestiona que nuestra civilización sea heredera directa de la tradición clásica. Si es heredera también de las civilizaciones bárbaras, ¿cómo han podido mantener lo contrario los historiadores?
-Desde el Renacimiento, el mundo clásico es adorado de un modo casi religioso y los propios historiadores se han dejado llevar por esa pasión general, traicionando algo lo que debiera ser una observación objetiva del pasado. Hasta la misma idea de que del latín salen diversas lenguas es cuesionable: sólo porque el latín sea la fuente escrita más antigua en muchos países no significa que el latín no tomara palabras celtas o de otros pueblos.
-¿Por qué cree que hasta ahora no ha habido una crítica al Imperio Romano?
-Porque no estaba de moda cuestionar Roma y el mundo clásico. Se ha dado por garantizado que el mundo clásico era mejor que cualquier otro. Quizá ha llegado ahora el tiempo de contar con otras versiones porque vemos una situación muy similar con el dominio cultural de EE.UU. sobre el resto del mundo, de manera que nuestra experiencia de ahora permite que la idea se abra camino.
-¿Se podría decir que la connotación de la palabra «bárbaro» para los romanos es parecida a la de «indio» para los estadounidenses durante la conquista del Oeste?
-Sí, cierto. Justamente ahora estoy leyendo un magnífico libro titulado «Lies My Teacher Told Me» (Las mentiras que mi profesor me contó), de James Loewen, que analiza libros de texto que se utilizan en las escuelas norteamericanas. Hasta principios del siglo XIX, cuando se hablaba de «americano» se hacía referencia al indio, a partir de entontes, «americano» significó colono europeo blanco.
-Si los pueblos bárbaros estaban tan avanzados en cuestiones tecnológicas o militares, ¿por qué ha vencido Roma en la historia como pueblo civilizado?
-Una de las razones es que Roma tuvo un ejército permanente, con soldados que recibían su paga, de forma que ese ejército podía estar en pie de guerra todo el año. Sin embargo, los ejércitos bárbaros normalmente eran fuerzas voluntarias, por decirlo de algún modo, y cuando llegaba la cosecha se iban a casa para ocuparse de los trabajos del campo.
-¿Cuál fue el fin último de los romanos en su campaña propagandística contra la cultura bárbara?
-En Roma siempre estuvo presente la idea de que estaban extendiendo civilización, haciendo del mundo un sitio mejor, pero eso era una excusa para ganar en poder y hacerse con bienes de otros, como el oro celta, que el César necesitaba desesperadamente. Los romanos poderosos explotaron el mito de que su sociedad se dedicaba a extender cultura y civilización.
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
A Terry Jones siempre le ha gustado presentar el otro lado de las cosas, tanto en clave de humor
-ha sido uno de los pilares de Monty Python- como desde la seriedad de libros de historia que cuestionan versiones asentadas por la tradición. En «Roma y los bárbaros» (Ed. Crítica), escrito en colaboración con Alan Ereira, Jones presenta «una historia alternativa», como indica el subtítulo. Es la reinvidicación de que nuestra civilización debe aspectos sustanciales a los llamados pueblos bárbaros, derribando así a los romanos y a la cultura clásica del trono en el que los hemos encumbrado.
-¿Cómo surge la idea de analizar la historia desde el punto de vista del «enemigo»? ¿Tiene algo que ver que usted sea de Gales?
-Como galés podría partir de la posición del desvalido frente al dominante, pero en realidad no se trata de algo personal sino de la constatación de que unas sociedades se imponen a otras. Lo que pasó con Roma lo vemos hoy con EE.UU. Durante la guerra de Vietnam, los estadounidenses trataron a los vietnamitas como bárbaros, como gente sin cultura y como seres dudosamente humanos. Hoy tratan de hacer lo mismo con el Islam y los musulmanes, con Irak e Irán, presentándoles como los nuevos bárbaros. Siempre hay una sociedad dominante que se cree más inteligente y valiosa que las demás.
-Su libro es muy serio, pero anteriormente usted hizo reír a medio mundo. ¿Tienen alto que ver en este estudio sus lecturas de «Asterix el Galo» o la película «La vida de Brian», dirigida por usted?
-Aquí hay una verdadera investigación histórica que justamente trata de contrarrestar muchos estereotipos. Asterix, por ejemplo, aunque expresa cierta simpatía por los galos, al mismo tiempo ha extendido muchas ideas erróneas de los celtas.
-El libro cuestiona que nuestra civilización sea heredera directa de la tradición clásica. Si es heredera también de las civilizaciones bárbaras, ¿cómo han podido mantener lo contrario los historiadores?
-Desde el Renacimiento, el mundo clásico es adorado de un modo casi religioso y los propios historiadores se han dejado llevar por esa pasión general, traicionando algo lo que debiera ser una observación objetiva del pasado. Hasta la misma idea de que del latín salen diversas lenguas es cuesionable: sólo porque el latín sea la fuente escrita más antigua en muchos países no significa que el latín no tomara palabras celtas o de otros pueblos.
-¿Por qué cree que hasta ahora no ha habido una crítica al Imperio Romano?
-Porque no estaba de moda cuestionar Roma y el mundo clásico. Se ha dado por garantizado que el mundo clásico era mejor que cualquier otro. Quizá ha llegado ahora el tiempo de contar con otras versiones porque vemos una situación muy similar con el dominio cultural de EE.UU. sobre el resto del mundo, de manera que nuestra experiencia de ahora permite que la idea se abra camino.
-¿Se podría decir que la connotación de la palabra «bárbaro» para los romanos es parecida a la de «indio» para los estadounidenses durante la conquista del Oeste?
-Sí, cierto. Justamente ahora estoy leyendo un magnífico libro titulado «Lies My Teacher Told Me» (Las mentiras que mi profesor me contó), de James Loewen, que analiza libros de texto que se utilizan en las escuelas norteamericanas. Hasta principios del siglo XIX, cuando se hablaba de «americano» se hacía referencia al indio, a partir de entontes, «americano» significó colono europeo blanco.
-Si los pueblos bárbaros estaban tan avanzados en cuestiones tecnológicas o militares, ¿por qué ha vencido Roma en la historia como pueblo civilizado?
-Una de las razones es que Roma tuvo un ejército permanente, con soldados que recibían su paga, de forma que ese ejército podía estar en pie de guerra todo el año. Sin embargo, los ejércitos bárbaros normalmente eran fuerzas voluntarias, por decirlo de algún modo, y cuando llegaba la cosecha se iban a casa para ocuparse de los trabajos del campo.
-¿Cuál fue el fin último de los romanos en su campaña propagandística contra la cultura bárbara?
-En Roma siempre estuvo presente la idea de que estaban extendiendo civilización, haciendo del mundo un sitio mejor, pero eso era una excusa para ganar en poder y hacerse con bienes de otros, como el oro celta, que el César necesitaba desesperadamente. Los romanos poderosos explotaron el mito de que su sociedad se dedicaba a extender cultura y civilización.
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