sábado, 9 de agosto de 2008

Granada, el paraíso perdido de los reyes árabes

Una latina nos guía por el pasado multicultural de España


Visual de La Alhambra desde el Mirador de San Nicolás

Granada,09-08-2008, Latino, Andrés Restrepo.-

La Alhambra es una de las maravillas del mundo y una obsesión visual para Claudia García, una inmigrante colombiana que vive desde hace cuatro años en esa ciudad andaluza.
La Alhambra se cuela en su casa, una cueva en el barrio Sacromonte. También domina la vista en su “oficina” del Mirador de San Nicolás, donde vende las artesanías que ella misma fabrica. Sin embargo, tuvieron que pasar tres años de idas y venidas entre la cueva y el Mirador, para decidirse a conocerla.

“Antes de entrar a La Alhambra hay que encontrar tu plaza favorita, inventar todos los caminos posibles para llegar a la Catedral o reconocer a los miles de gatos que hay por todas partes”, dice Claudia, mientras toma la delantera para guiarnos por la que fue la ciudad más poblada de Europa en el siglo XV.

El barrio de Sacromonte, donde comenzamos esta historia, es una montaña repleta de cuevas. Las empezaron a construir hace cuatrocientos años árabes y judíos al ser expulsados del centro de la ciudad.

Las características del suelo y la facilidad para excavar permitieron a los desterrados construir verdaderas obras de arte que tres siglos después sirvieron de refugio a familias gitanas que forjaron la identidad definitiva de la barriada.
Hoy el flamenco sigue retumbando en las cuevas, convertidas en santuarios turísticos para los amantes del cante gitano, aunque a gusto de Claudia quedan pocos lugares auténticos: “Lo mejor es ir hasta el final del Camino del Sacromonte, ya que están menos orientados al turista y el espectáculo es más dramático”.

CALLES MÁGICAS

Dejando atrás el monte de las cuevas, nos adentramos en el Albayzín, el barrio más característico de Granada y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Nuestra guía colombiana recomienda no llevar mapas ni rutas preestablecidas.
Así, perdiéndose y preguntando, descubriremos la magia de las escaleras que desembocan en techos, las plazoletas minúsculas y el arte callejero que tiene en las fachadas blancas su mejor lienzo.

En el camino hacia el Mirador de San Nicolás se cruza la Iglesia de San Miguel Bajo, donde los fines de semana se celebran matrimonios con coro sevillano y señoras de peineta y mantilla que parecen sacadas de otro siglo.

El espejismo rojizo de La Alhambra domina el panorama del mirador. Entre las cámaras minúsculas de los japoneses y los gritos de las excursiones de turistas, Claudia saluda a sus compañeros de trabajo instalados sobre alfombras repletas de artesanías. Es una de las más antiguas entre estos artistas, ya que la mayoría están de paso y trabajan en esto mientras se les pasa el encantamiento granadino.

A ella no se le ha pasado. “Vivía en Málaga y vine de paseo un fin de semana. Me pareció tan estimulante y tan loco el ambiente que ni siquiera me devolví a traer mis cosas”, cuenta esta colombiana de 24 años. Este verano vivirá muy quieta en Galicia, donde hará de estatua humana: “Llevo dos meses diseñando el personaje y aprendiendo a quedarme inmóvil”.
Antes de que se quede inmóvil, comenzamos a descender del mirador flanqueados por “Cármenes”, un tipo de vivienda exclusivamente granadino. Poco se puede ver desde la calle debido a los muros blanquísimos que separan los jardines interiores de miradas curiosas, al más puro estilo árabe.

Una parada en la calle de las teterías permite reponer fuerzas y creer que los árabes no se fueron nunca de Granada, habida cuenta del ambiente de bazar oriental que se respira en este rincón.

Para no bajarnos del sueño musulmán, Claudia nos lleva hasta la Puerta Elvira, en la calle del mismo nombre. Fue en el siglo XI la más grande de la ciudad amurallada y comunicaba La Alcazaba con La Medina; es decir, el cuartel militar con el barrio comercial y de viviendas. Pocas calles después desembocamos en la Plaza Nueva, límite del barrío judío del Realejo.

Desde aquí podemos trazar dos rutas: volver hacia el oriente para cruzar el Paseo de los Tristes con sus cientos de terrazas y bares o enfilar al sur para recorrer la barriada judía.

EN LA BARRA Y EN LA MESA

Optamos por la segunda, con la mirada puesta en el Campo del Príncipe, una plaza en la que, a juicio de Claudia, sirven las mejores raciones de la ciudad.

El tapeo granadino es todo un descubrimiento para el visitante, ya que el euro y medio que cuesta una caña viene acompañado de enormes platos de habas con jamón, albóndigas caseras, tortilla del Sacromonte y mil inventos más. Mejor dicho, olvídese de cenar y salga a tapear: es más barato.

La noche abre el abanico del ocio. Esta es una ciudad universitaria, así que no será difícil encontrar un sitio agradable en Albayzín, Realejo o Sacromonte.

O, mejor aún, aproveche para vagar por las calles estrechas. Busque los jazmines que perfuman discretamente la ruta. Escuche las palmas sordas de los tablaos flamencos. Entienda por qué el poeta mexicano Francisco Alarcón dijo: “No hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada”.

Para llegar: El medio más económico es el autobús. La compañía ALSA tiene salidas todos los días desde la Estación Sur. El billete de ida y vuelta cuesta 29,10 euros. Estará en cinco horas en Granada.
En coche: Se toma la carretera de Andalucía (A-4), hasta la salida 292 a la autovía A-44. Se sigue un buen rato hasta la salida 129. Son cuatro horas y media de camino.
Alojamiento: Una opción económica es quedarse en un hostal o pensión de la Cuesta de Gomérez. Hay habitaciones dobles con lavabo desde 25 euros por noche. Pensión Austria: 958 227 075 Pensión Landázuri: 958 221 406 Pensión Venecia: 958 223 987.
Hospedarse en el Albayzín es muy romántico, aunque más caro. Las habitaciones dobles cuestan a partir de 50 euros la noche. Hostal Moni: 958 285 284.

La Alhambra: Es casi obligatorio comprar las entradas con anticipación, pues se ponen muy pocas a la venta en la taquilla. La reserva se hace en la web www.alhambra-tickets.es o en el teléfono 902 888 001. Conviene llegar media hora antes a retirar los boletos.

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